El experimento que estudia el origen de la vida está en Donostia

Desde el laboratorio donostiarra se cocina el 'caldo primigenio', que se termina sirviendo en envases de vidrio. Y es que la fórmula secreta que permite emular la Tierra primitiva, «o protomundos», es bastante sencilla: «agua, gases y descargas eléctricas», porque «sabemos que había mucho volcanismo y, como consecuencia, muchos rayos», explica el profesor Ikerbasque en referencia a las características que tenía el planeta hace 4.400 millones de años. Aunque la idea de reproducir las condiciones primigenias de la vida no es nueva; fue Stanley Miller, en 1953, quien dio vida a este experimento.

En 2021, García-Ruiz decidió «modificar» un elemento del estudio inicial -que hasta entonces era «tan icónico que era intocable»- y cambiar el reactor de vidrio por uno de teflón, un material «utilizado en las sartenes y que es químicamente inerte». No estaba cuestionando a Miller, al contrario. «Buscaba demostrar que la sílice del vidrio utilizada en su experimento es fundamental para el origen de la vida». ¿El resultado? «Repetimos la misma prueba; mientras que con el experimento de 1953 sí que surgieron aminoácidos dentro del matraz de vidrio. Al utilizar uno de teflón, no funcionó».

Tras este hallazgo, el siguiente paso fue «volver a recrear el caldo dentro del matraz de teflón, pero esta vez, metiendo la sílice dentro» y, efectivamente, «es la sílice la que juega un papel fundamental en el origen de la vida», aclara García-Ruiz.

Con todo esto, «hemos podido ver aminoácidos, uniones de pequeñas proteínas y también distintos compuestos orgánicos que son los ladrillos moleculares de la vida. Dentro de este 'caldo primigenio' también hemos visto que se forman estructuras pequeñísimas, del tamaño de una bacteria, que están huecas por dentro», a las que denominan «protocélulas» y que García-Ruiz define como «compartimentos imprescindibles para que se produzcan reacciones de mayor complejidad, y eventualmente vida».

Por si fuera poco, el siguiente paso, que ya está en marcha, es «cambiar las condiciones del caldo dentro de la matraz, aumentando la temperatura o metiendo distintos minerales para simular atmósferas como la de Marte». Parece que la respuesta a la pregunta '¿hay vida fuera de la Tierra?' está más cerca de lo imaginado. «Hablamos de un proyecto científico, experimental, y vamos a demostrar, o disprobar, aquello que podemos llegar a pensar sobre el amanecer de la vida». Aunque García-Ruiz deja claro que «no fue un soplo divino ni una chispa en un lugar y momento determinado, sino que fue un proceso muy lento, de millones de años», reitera.

'¿Para qué es importante saber cómo surgió la vida si ya estamos aquí?', se tienden a preguntar algunos. El maestro Ikerbasque, sin embargo, cree que el origen de la vida es «la pregunta del millón». Sea como fuere, se muestra con «esperanzas de poder conocer mejor cómo ocurrieron las cosas y cómo están ocurriendo en otras partes del universo».

Unas respuestas que, de momento, dan sus primeros pasos en el laboratorio donostiarra de DIPC. «Hay cuatro grupos fundamentales que forman parte del proyecto PROTOS -entre los que se encuentran la Universidad de Bremen o el Naturalis Biodiversity Center de Leiden- y nosotros lo lideramos desde Donostia. La visibilidad que gana la ciudad y Gipuzkoa como referente en términos de investigación avanzada es clara», señala García-Ruiz.