«El engorde de atunes va a suponer un gran cambio para la pesca vasca»
Su empresa, junto con Azti, se propone poner en marcha frente a la costa de Getaria un proyecto único en el Cantábrico
La empresa Itsas Balfegó, creada por el centro tecnológico Azti y la compañía catalana Balfegó, ha presentado un proyecto para instalar dos jaulas de engorde ... de atún rojo frente a la costa de Getaria. La iniciativa, que cuenta con el respaldo del Gobierno Vasco, prevé producir 493 toneladas de atún al año a partir de 2025. «Los beneficios son muchos», dice Juan José Navarro, director adjunto de Balfegó.
– ¿Por qué han decidido venir al Cantábrico?
– Es una idea que fue surgiendo en contactos informales. En el Cantábrico hay una realidad, que es que el atún rojo se pesca con caña y con cebo vivo, lo que implica varias cosas. Una es que se capturan principalmente pescados de mediano o pequeño tamaño, que tienen un menor valor en el mercado. Y como otras tantas pescas, hay una concentración muy importante del producto en unas semanas o meses determinados que saturan el mercado e impiden una estabilidad y un orden que permita una comercialización ordenada y unos precios adecuados. La pesca que podríamos realizar, que aún debe autorizarse, es la de cerco.
– ¿Qué ventajas tiene esta modalidad?
– Con ella conseguimos capturar ejemplares vivos de mayor tamaño. Tras un periodo de alimentación, la comercialización podría ser mucho más ordenada, es decir, podemos sacar el pescado a medida que vayamos recibiendo pedidos de clientes o cuando las condiciones sean óptimas. Tú tienes el control de la oferta y puedes ir adaptándola a la demanda, que es algo que ahora no se puede hacer. Esto permitiría generar mayor valor añadido, más puestos de trabajo y una mayor riqueza en la zona.
«Estamos convencidos de que cuando el proyecto se ponga en funcionamiento la flota vasca va a querer participar en él»
– ¿Cómo llevan los atunes a las jaulas?
– Lo que se hace es envolver el banco de atún con artes de cerco sin llegar a tocarlo, ni manipularlo ni embarcarlo. Mientras el atún sigue nadando dentro del arte, se transfiere a lo que son las pistas de transporte, que son unas cestas flotantes muy grandes que están ubicadas en la zona de pesca. Para hacer esta transferencia se abre una abertura por debajo del agua y a medida que se va recogiendo la red, van pasando a la piscina de transporte, que luego se conduce hasta la instalación de engorde, donde se realiza el proceso de alimentación.
– ¿En qué se va a beneficiar la flota vasca con este proyecto?
– Esperamos que venderá sus capturas con mejoras en términos económicos. Hemos intentado involucrarlos desde el principio en el proyecto, pero ha habido alguna reticencia por las dudas y por el hecho de que todavía no se ha probado nunca este sistema en Euskadi, pero estamos convencidos de que cuando el proyecto arranque y se ponga en funcionamiento ellos van a querer participar. Nosotros queremos que participen en el proyecto y poder compartir con ellos todo lo que es el fruto de esa actividad de transformación posterior a la pesca. Tendrían un doble beneficio. Por un lado, un mayor valor de las capturas y por otro, una participación en el negocio del engorde posterior.
– ¿Cuál es la participación de la flota vasca? ¿Quién captura los atunes ya engordados?
– La captura la haría Itsas Balfegó. Lo que tenemos pactado es que Opegui, la organización de productores de pesca de bajura de Gipuzkoa, pueda incorporarse a esta sociedad como socio en el futuro. Cuanto antes, mejor por nuestra parte.
«Las especies que se utilizan para alimentar el atún son de bajo valor y baja aceptación para el consumo humano»
– ¿Pasar del cebo vivo al cerco supone un cambio de cultura en el sector pesquero vasco?
– Es un cambio de cultura que precisa de un apoyo institucional y un cambio normativo por parte del Gobierno central que esperamos que se dé. Los beneficios son muchos desde todos los puntos de vista.
– ¿Esto va a significar una especie de revolución para el sector pesquero vasco?
– Cualquier innovación implica una pequeña revolución. Aquí en el Mediterráneo, cuando a finales de los 90 empezaron las capturas en vivo, se produjo una revolución porque la pesca tradicional que consistía en capturar el pescado, subirlo a bordo, llevarlo a puerto y ver lo que me dan por él, quedó sustituida por otra actividad que permitía pactar precios anticipadamente. Sin duda, se plantea un cambio importante para el sector pesquero vasco.
– ¿La carne será igual que la de los atunes que se han criado en estado salvaje?
– Prácticamente, sí. El atún que ha pasado de siete a diez años en estado salvaje, con lo cual ha hecho migraciones y tiene el músculo desarrollado, va a tener unos pocos meses en los que hará menos ejercicio pero va a seguir alimentándose de pescado, con lo que no hay cambios ni de texturas ni de sabores respecto a los ejemplares salvajes. En cambio, sí hay elementos positivos. Por ejemplo, si cuando empecemos la captura hay una heterogeneidad o un bajo nivel de grasa, a través de la alimentación podemos modificar o corregir ese nivel de grasa y adecuarlo a los estándares que nuestros clientes o el mercado solicitan.
«Estas pesquerías deberán ser sostenibles y tendrán que ser gestionadas para que no haya ningún peligro de sobrepesca»
– ¿Se alimentan con pescado azul?
– Exclusivamente.
– ¿No se corre el riesgo de esquilmar el pescado azul de la zona?
– Cualquier pesquería de cualquier especie tiene que ser sostenible. En principio, las especies que se utilizan para alimentar al atún son de bajo valor y de baja aceptación para consumo humano, no son especies que consumamos de forma preferencial, que es cuando tendrían un mayor valor y no encajarían en el plan de negocio de esta actividad.
– ¿No se necesita mucha cantidad de pescado para engordar a los atunes?
– Evidentemente esas pesquerías deberán ser sostenibles y deberán ser gestionadas adecuadamente para no haya ningún tipo de sobrepesca ni ningún peligro para las especies. Esta es una responsabilidad que compete a los gestores de las pesquerías, no a los que estamos gestionando la pesca o el engorde de atún rojo. Aun así, le diré que también haremos un seguimiento para comprobar que están siendo explotadas sosteniblemente. No podemos desarrollar esta actividad a medio o largo plazo si esas pesquerías no son sostenibles.
– ¿Cuál es el impacto ambiental de esta actividad?
– Implicaría una reducción de las emisiones de CO2 porque es un arte mucho más eficiente a la hora de pescar, estaríamos capturando ese ejemplar de mayor tamaño y, dado que las cuotas se computan por kilos, estaríamos extrayendo menos ejemplares para unas mismas cantidades de cuota. Esto también implica beneficios en términos de sostenibilidad para la pesquería de atún rojo. La mejora es clara.
El productor va a ser «mejor»
- ¿Qué falta para que el proyecto sea aprobado?
- Se ha solicitado la concesión administrativa y de alguna forma tenemos el compromiso y el visto bueno por parte del Gobierno Vasco. Lo que viene ahora, que es lo más costoso en términos de tiempo, es la autorización por parte del Ministerio para la Transición Ecológica de la concesión administrativa y la ocupación del dominio público marítimo terrestre.
- ¿Cuando se apruebe tardará mucho en ponerse en marcha?
- En pocas semanas se puede montar la instalación, aunque todo depende del mes en el que llegue la autorización. Si prevemos que la pesca se pueda realizar entre junio o julio, si llega semanas antes podremos hacerlo este año, pero si tarda más ya no sería factible y deberíamos prepararlo todo para el año siguiente.
- ¿Tienen previsto instalar más jaulas en el futuro?
- La capacidad de pesca que tiene Euskadi actualmente supera las mil toneladas. De momento el proyecto solo plantea poder entrar 340 toneladas. Hay margen de crecimiento, a medida que los objetivos se vayan consiguiendo nos plantearíamos ampliar la concesión administrativa para que se permitan cantidades superiores.
- ¿En qué nos vamos a ver beneficiados los consumidores?
- Tendremos un producto de proximidad en Euskadi, una mejor calidad y un abastecimiento más ordenado.
- ¿Y más barato?
- No necesariamente. Lo que buscamos es generar valor añadido, que debería ser el objetivo de productores, pescadores y administraciones. No estamos hablando de que sea más barato, sino de que sea mejor.
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