«Es difícil que hoy en día se tenga vocación»
Veinte curas son homenajeados en Donostia con motivo de sus bodas de plata, oro y diamante. Un día festivo en el que rememoraron sus años de servicio a la iglesia
Es difícil que hoy se tenga vocación», admitía Iñaki Larrea Errendesoro, uno de los veinte curas que fueron homenajeados ayer en una misa celebrada en el Seminario diocesano de Donostia con motivo de sus bodas de oro sacerdotales. Nueve sacerdotes diocesanos, cuatro de la Compañía de Jesús, tres de los Canónigos Regulares de Letrán, dos franciscanos, uno de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y otro del Opus Dei, fueron los veinte presbíteros que asistieron a la celebración, que consistió en una eucaristía oficiada por el obispo de San Sebastián, Fernando Prado, seguida de una comida celebrada en el patio central del Seminario donostiarra.
Minutos antes del inicio de la eucaristía, a las 12.00 horas del mediodía, los abrazos se multiplicaban en la sacristía de la iglesia, donde los veinte curas que iban a ser homenajeados bromeaban. «Nunca imaginé que fuese a cumplir 50 años siendo cura», dijo jocoso Larrea en la celebración de unas bodas de plata, de oro y de diamante que les obligaba a todos a mirar hasta 25, 50 y hasta 60 años atrás. Los curas asistieron a la eucaristía no sin antes saludar a sus amigos, familiares y viejos conocidos que ya se encontraban sentados en los bancos de la iglesia.
«Entré al seminario con once años. Algo ahora impensable»
Victor Gorria Arocena
60 años siendo cura
Víctor Gorria Arocena nació en Berrobi hace 83 años, a los once tomó la decisión de convertirse en sacerdote, una decisión, según él, «muy fácil de tomar», ya que su hermano mayor también era cura y el de en medio también estuvo cuatro años estudiando en el seminario. «Entrar al seminario a los once años ahora sería impensable o un disparate, pero eran otros tiempos. Mi familia era una familia muy religiosa y mi madre estaba feliz de que hubiese entrado; en cambio, mi padre no tanto, porque perdía una mano que le ayudase en la huerta», explica el clérigo diocesano.
«Estuve doce años en el seminario, seis que correspondían a los estudios básicos y otros seis en los que empecé con los estudios de filosofía y teología. Era el año 1953», recuerda nostálgico. En cuanto a las vivencias por las que ha pasado en estos sesenta años de trayectoria cuenta que «estuve un año de profesor, luego me fui a estudiar a Barcelona y también estuve con los que emigraron a Alemania. Pasé unos años bonitos allí», admite. «Luego estuve destinado diez años en Ecuador, de 1985 a 1995».
Gorria ahora vive en la residencia del seminario, aunque sigue oficiando ceremonias. «Voy todos los domingos donde las salesianas a celebrar misa». A la hora de responder si ve vocación en la sociedad actual comenta que a él lo que verdaderamente le preocupa «es que haya vocación cristiana». Además confiesa haber visto casos en los que «a algunos padres les ha impactado que sus hijos quieran convertirse en sacerdotes. He visto casos de rechazo, pero también de gran alegría», contaba.
Pese a estas palabras, el eclesiástico no perdía su sonrisa y se mostraba entusiasmado por el encuentro con varios compañeros. «Espero ver a algunos, vivimos muy unidos y esta es una oportunidad para reencontrarte con caras conocidas. Se trata de una jornada alegre y sobre todo festiva».
«Antes ser cura era ser una persona de peso»
Iñaki Larrea Errendesoro
50 años siendo cura
Iñaki Larrea Errendesoro es un donostiarra del barrio de Intxaurrondo. Tiene 77 años y a pesar de que es muy difícil de explicar, admite que fue «el ejemplo de otros curas» y «lo interesante que era la vida que vivían» lo que le llevó a los 14 años a decidir ingresar en el seminario.
Durante estos cincuenta años, con un tono socarrón, afirma haber estado en varios destinos: «Estuve siete años en Bergara y después me mandaron a El Congo, donde tenía que preocuparme del desarrollo de la zona. Era un ambiente totalmente diferente al de aquí. Me comunicaba en francés, pero las misas las tenía que celebrar en la lengua de la zona, el kisanga».
Al volver de su experiencia en el país africano, Larrea volvió a Andoain, en donde estuvo nueve años, seguidos de cinco en Zarautz y de 25 de Irun. «Yo no me esperaba que iba a llegar a 50 años de cura y he llegado. Es toda una vida».
En un tono más serio, considera «dificil que hoy se tenga vocación. No hay relevo generacional. La situación actual es totalmente diferente a cuando empezamos. Antes ser cura era ser una persona de peso, pero hoy en día ya no es lo que era antes».
«En mi pueblo había un buen cura y quise seguir sus pasos»
Jon Molina Bengoa
25 años siendo cura
Jon Molina Bengoa, por su parte, celebraba sus bodas de plata. Este párroco de la catedral del Buen Pastor, donde admite que celebra muchas bodas, nació en Aretxabaleta hace 54 años y se ordenó cerca de la treintena. «Me ordené con 29, pero tomé la decisión a los 23 años, después de haber acabado la carrera de Derecho. Desde muy niño anduve en ambientes parroquiales, por lo que sentí bastante temprano el deseo de ser sacerdote. Era algo que me atraía. En nuestro pueblo teníamos un cura muy bueno y desde pequeño quise seguir sus pasos», recuerda.
En cuanto a lo que opinó su familia por su decisión, cuenta que les costó entenderlo. «La familia de mi madre era religiosa, pero por parte de mi padre, no tanto. Con el paso de los años lo terminaron aceptando y ahora están contentos. No es una opción mayoritaria como lo era en otras épocas, pero tampoco es una profesión extraordinaria. Sin embargo yo creo que es una preciosa vocación», se sincera.
«Habrá quien diga –reflexiona el aretxabaletarra– que nuestro papel en la sociedad no es importante, pero yo opino que sí lo es. La presencia de la iglesia en la sociedad también es importante y muy valiosa. Aunque la sociedad sea laica, eso no se contradice con que alguien predique la palabra de Dios». Ayer se reencontró con «muchos compañeros. Para comer estamos casi 85, y es un día muy festivo», contaba el cura de 25 años de trayectoria.
LOS HOMENAJEADOS
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25 años Jose Ignacio Romero Ramirez, Luis Antonio Gómez Guridi, Jon Molina Bengoa, Tata Kusuba Amani Masumbuko, Ildefonse.
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50 años Juan María Ferreras Orbegozo, Iñaki Larrea Errendesoro, Fernando Yarza de la Sierra (Opus Dei), Adriano Yugueros Corral (Orden hospitalaria de San Juan de Dios), Nicolás María Mariscal Berástegui (Compañía de Jesús), Luis María Alcibar Arrinda (Compañía de Jesús), Pedro Javier Sagüés Remón (Compañía de Jesús).
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60 años Víctor Gorria Arocena, José Luis Guridi Arregui, Juan Bautista Sarasola Celaya, Carlos María Ramos Arrieta, (Compañía de Jesús), Pablo Anduaga Anduaga (Canónigos Regulares de Letrán), Fernando Miguel Mujika Jauregi (Canónigos Regulares de Letrán), Ángel Elorza Biain (Canónigos Regulares de Letrán), José María Regillaga Ugartemendia (Orden de frailes menores franciscanos), Jesús Arsuaga Zubía (Orden de frailes menores franciscanos).