«No tengo por qué dejar mi piso en verano aunque viva con un alquiler de temporada»
Una pareja de Orio se resiste a salir de su vivienda habitual en julio y agosto ante la falta de alternativas al entender que su contrato temporal es «un fraude de ley»
Daniel y Marta llegaron a Orio a comienzos de 2023. Ante la imposibilidad de encontrar un piso de alquiler estable a precio razonable, no les ... quedó otro remedio que instalarse en una vivienda que se arrendaba de forma temporal para en julio y agosto dedicarse al alquiler turístico. Ese primer verano pudieron quedarse en la vivienda, pero la agencia inmobiliaria que ejerce de intermediaria entre propietario e inquilinos les advirtió de que a mediados de junio de 2024, tal y como establecía el contrato, deberían dejar libre el piso, al que podrían regresar en septiembre.
En un primer momento confiaban en que en un año serían capaces de encontrar un nuevo hogar con un contrato de larga duración. Nada más lejos de la realidad. Son unas víctimas más de la crisis del alquiler en Gipuzkoa y el resto de Euskadi y España, donde el arrendamiento a largo plazo escasea y lo poco que sale al mercado lo hace a precios desorbitados.
«No solo ese primer año. Tampoco el segundo. En dos años y medio hemos visto que han salido al alquiler en Orio solo dos pisos, y ambos por encima de 1.200 euros al mes, inasumible para nosotros. Nuestra voluntad es encontrar un lugar donde asentarnos, con un contrato de alquiler estable, pero es imposible porque no hay oferta», lamenta la pareja.
«No hay oferta de alquiler estable; en dos años solo hemos visto en Orio dos pisos y por más de 1.200 euros»
Así que llegó junio del año pasado e hicieron lo que les habían indicado. Originarios de Argentina, pasaron julio y agosto en Benavente (Zamora), donde residen unos amigos que les dieron cobijo. «Fue muy duro, sobre todo para Iker». Iker es su hijo, un niño de 10 años con autismo al que ese trasiego «no le vino nada bien».
Consciente ya de la realidad del mercado en Gipuzkoa, Marta no se resignó a tener un hogar solo de septiembre a junio y a buscarse la vida cada verano. Con la espada de Damocles de tener que dejar de nuevo el piso este próximo sábado –«el contrato es hasta el 15 pero tenemos apalabrado que nos dejan hasta el 21 para que Iker pueda finalizar el curso escolar»– para este verano «he llegado a mirar precios de campings y ni aún así. Hasta he valorado comprar una tienda de campaña para pasar en ella julio y agosto», apunta.
«Ni normal ni legal»
Pero estaba convencida de que ese modo de vida «ni es normal ni puede ser legal», así que comenzó a informarse. Y con la ayuda y asesoramiento del Sindicato Socialista de Vivienda, con el que contactó durante la marcha por el derecho a una vivienda desarrollada en San Sebastián el 5 de abril, ha descubierto que «la ley nos ampara» y que el contrato que rige su modo de vida «es un fraude de ley».
Un alquiler temporal debe estar asociado a un estado real de eventualidad; si no, puede invalidarse
Así lo apuntan también en el Sindicato de Vivienda, que explica que «un contrato de alquiler temporal debe estar vinculado a una situación real de temporalidad». El ejemplo clásico es el de los estudiantes y profesores que arriendan pisos durante el curso escolar, pero también trabajadores que acuden a un municipio para desarrollar un proyecto concreto, personas separadas que necesitan un alojamiento para recibir a sus hijos hasta que encuentran un nuevo domicilio...
Así lo corrobora también el presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Gipuzkoa, José Luis Polo, quien recalca que «un contrato de alquiler temporal debe estar vinculado a una causalidad concreta. Si no, puede ser considerado fraude de ley y el inquilino puede acogerse a la Ley de Arrendamientos Urbanos». Esto es, a la normativa general que establece que la duración mínima de un contrato de alquiler de vivienda es de 5 años si el arrendador es una persona física, y de 7 años si es una persona jurídica. De este modo, aunque el contrato se firme por un periodo inferior a estos plazos, el inquilino puede prorrogarlo automáticamente hasta alcanzar la duración mínima obligatoria.
«La agencia nos advierte de que nos cobrará 13.000 euros si no nos vamos por lo que deja de ingresar en verano»
Es lo que intentan conseguir Daniel y Marta. Convertir su contrato temporal en estable. Primero lo han intentado negociando con la inmobiliaria, que «se ha negado alegando que sigue los deseos del propietario». «Incluso les hemos planteado que aceptaríamos pagar algo más de alquiler en julio y agosto, pero tampoco así».
Por la fuerza de los hechos
Así que ahora tratan de hacerlo por la fuerza de los hechos. «No hay duda de que el piso constituye su vivienda habitual, la familia está empadronada en Orio, su vida laboral y social transcurre en el municipio, y su hijo está escolarizado allí. Este contrato temporal no es válido en esta situación», aseveran representantes del Sindicato Socialista de Vivienda.
Es la puerta que se les ha abierto a Daniel y Marta y que pretenden defender hasta las últimas consecuencias. «Si no alcanzamos un acuerdo recurriremos a los tribunales», aseguran sin dudar y a pesar de que, lamentan, la agencia les ha advertido de que les «cobrará 13.000 euros si no nos vamos en compensación por lo que dejarán de ingresar en verano». Pero reafirman que no dejarán de defender su caso «por nosotros y por tanta otra gente en nuestra situación que desconoce que si no se puede justificar una situación real de temporalidad, el contrato es irregular y no tiene por qué dejar el piso en verano».
Una modalidad en auge para esquivar los topes de precios de la Ley estatal de Vivienda
Lo advertían los expertos y los datos lo corroboran. Una de las consecuencias de la Ley de Vivienda de 2023 y de los topes de precios que incorpora para las zonas tensionadas es que muchos alquileres de larga duración se pasarían al de temporada para eludir ese y otros condicionantes de la nueva normativa. En Donostia, por ejemplo, los alquileres de temporada han aumentado un 13% en el último año, al tiempo que los de larga duración han caído un 18%, según un estudio de Idealista. De este modo una de cada tres viviendas en oferta en la capital (el 37%) se ofrecen ya como de temporada. Solo Barcelona presenta un porcentaje mayor, de hasta el 47%. En Cataluña, primera comunidad que aprobó zonas tensionadas y pionera en la legislación contra los alojamientos turísticos, los arrendamientos de temporada se han disparado un 52% en un año, pasando de 2.242 en el primer trimestre de 2024 a las 3.417 un año después. El presunto fraude de ley surge cuando esos pisos se alquilan a sabiendas de que el inquilino no necesita un alojamiento temporal sino estable.
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