El pequeño comercio de Gipuzkoa pelea por sobrevivir a la pandemia del coronavirus
Sigue siendo una incógnita cuándo podrán levantar la persiana, pero aseguran que otra prórroga complicaría aún más la viabilidad de sus negocios
Sigue siendo una incógnita cuándo podrán levantar la persiana los comercios de Gipuzkoa, pero sus propietarios aseguran que otra prórroga por la pandemia del coronavirus ... complicaría aún más la viabilidad de sus negocios.
Lola Gortázar, resp. administración de lotería
«La crisis nos va a afectar mucho, pero confiamos en seguir repartiendo ilusión»
Si algo reparte la lotería, más allá de dinero que siempre es bien recibido, es ilusión. Y de eso va a hacer falta para recuperar el optimismo después de tanto confinamiento. Así lo quiere pensar al menos Lola Gortázar, responsable de la Administración de Lotería de la calle Alfonso VIII de Donostia, coloquialmente conocida como 'la del Buenpas'. «La crisis la vamos a notar muchísimo, pero también es verdad que nuestro producto no es caro y a la gente le da cierta esperanza. Confío en repartir muchos millones a la vuelta», comenta con tono positivo.
La suya es una de las tantas empresas guipuzcoanas que han tenido que recurrir a un ERTE para superar este bache. Y aunque reconoce que está asumiendo las prórrogas con cierto optimismo, empieza a ser cada vez más pesado digerir un cierre tan prolongado.
A los pocos días de echar la persiana las dudas de esos clientes habituales se centraban fundamentalmente en qué sucedería con los sorteos que no se iban a celebrar pero cuyos números sí se habían vendido. «Cuando todo vuelva a la normalidad tendrán que celebrarse, por lo que se espera que haya más trabajo porque se sumarán a los habituales de los jueves y los sábados», estima. Ahora bien, concretar esa fecha de reapertura es la gran incógnita y más para estos establecimientos que dependen de una vuelta a la actividad en el conjunto de España.
Por suerte, si cabe decirlo así, estos meses son los más flojos en ventas, ya que la temporada alta abarca de julio a enero gracias al tirón de la Lotería de Navidad. Sí notarán, en cambio, la caída de turistas que llegan de otras comunidades y aprovechan la visita a San Sebastián para llevarse un décimo por si toca. «Confiemos en que ese turista siga viniendo también este verano».
Carmen Vicente, Peluquería only
«He hecho un módulo de higiene y las clientas ya saben que habrá cambios»
Carmen Vicente está tomando buena nota en el módulo de higiene que está haciendo 'online' para cuando pueda abrir su peluquería Only de San Sebastián. «Les he escrito a las clientas para decirles que las cosas no van a ser igual, pero que intentaremos adaptarnos». Ya tiene interiorizado que nada de estar con ropa de calle en la peluquería, que hay «zonas calientes, como la entrada» a las que tiene que prestar especial atención, como también a aquellas clientas que tengan tos, que deberán ponerse mascarilla obligatoriamente, aunque solo sea un catarro. Con cada clienta deberá usar un kit nuevo, fregar el suelo cada pocas horas y las revistas serán historia durante una temporada.
Está convencida de que trabajo no le va a faltar. De hecho ya hay quien le ha cogido hora para el 30 de mayo. «Cuando cumplimos un mes de confinamiento algunas ya me escribían histéricas», dice bromeando. «Les he mandado tutoriales de cómo darse el tinte y les he repetido por activa y por pasiva que se pinten los labios todo lo que quieran, pero que el pelo no lo toquen más de la cuenta, que luego será más complicado arreglar los estropicios».
Luis Ibeas, Barriola
«Estas tiendas no son de mucha clientela a la vez. Abriremos pronto»
Si esta crisis ha dejado algo claro para Luis Ibeas es que «no todo lo chino es lo bueno, y con las mascarillas se ha visto». Si antes de la llegada del coronavirus ya era fiel defensor de esta idea -aplicada, en su caso, a la confección de bolsos y zapatos de piel-, ahora se reafirma. «Creo que esta es una buena ocasión para que se produzca ese cambio de mentalidad y se empiece a poner en valor el producto hecho aquí, de proximidad. Porque cuando un comercio de toda la vida se cierra, a todo el mundo le da pena», subraya.
Viene de familia de comerciantes que han trabajado en el local que tiene a su espalda en la imagen desde 1928. Primero vendiendo paraguas, después se sumaron los bolsos, y en una última etapa también los zapatos. Antes de la pandemia ya inició un cambio de local a otro más económico y de mayor tamaño a unas pocas calles, por lo que se siente afortunado porque este momento le ha cogido «financieramente bien» y además «con un almacén más amplio en el nuevo local donde poder guardar colecciones que no se vendan, en lugar de tener que malvenderlas».
Se muestra optimista. «La temporada de verano se empieza a vender casi en mayo, y abril realmente es un mes en 'standby'. Además nuestros comercios no son de mucha clientela a la vez», por lo que tiene la esperanza de retomar la actividad a mediados de mayo y que las ventas vayan cogiendo ritmo. «La gente querrá darse un capricho». Lo que sí asume es que la facturación que obtenía gracias a los turistas se va a ver mermada ante la caída del sector. Los visitantes -especialmente el americano y australiano- «valoran mucho estos comercios porque allí los pocos que hay tienen unos precios desorbitados». «Nos vamos a resentir, pero subsistiremos, no tengo ninguna duda», defiende.
Inma López, Zapatería inma_lo
«Quiero creer que la gente se va a volcar más en el comercio local»
Inma López abrió su zapatería Inma_Lo en Donostia hace ahora cuatro años. Quién le iba a decir entonces que una crisis sanitaria le obligaría a echar la persiana durante dos meses «con ingresos cero y gastos, todos». Pero ella, pese a que la situación no está siendo fácil, se muestra optimista y se repite que de esta vivencia se ha de sacar algo positivo, seguro. «Esta situación nos ha hecho a todos recurrir a las tiendas de barrio a hacer la compra, y quiero creer que cuando todo vuelva a la normalidad la gente se va a volcar más en el comercio local». «Van a ser meses muy malos, pero si se quiere salir de esta, la solución es apoyarnos y comprarnos entre nosotros». De hecho, dice, ya se ha encargado algo de ropa en otro comercio para cuando esto pase.
Para «mediados de mayo» le gustaría volver a levantar la persiana. S esta situación se prolonga más en el tiempo «el daño sería irreparable, porque volver en junio significa que la colección de verano ya no la vendemos». Aquellos que se dedican al comercio de moda y complemento se enfrentan además a otro hándicap que son las rebajas. «Estamos intentando que se pospongan un mes, hasta el 1 de julio, para que podamos coger algo de aire. Si no, nos hundimos».
Con la realidad sobre la mesa y unas estanterías cubiertas a la espera de recobrar la normalidad, reconoce que «no me estoy permitiendo el lujo de angustiarme, porque no puedo». «Nos tomaremos las cervezas con distancia, pero lo haremos. Y con las compras pasará lo mismo», se dice esperanzada.
Ylenia Benito, Librería Brontë (Irun)
«Me resisto a vender libros online y que desaparezca el placer de tocarlos»
El estado de alarma ha obligado a muchos sectores a impulsar el servicio 'online' de las empresas. Desde el punto de vista de la viabilidad es una buena medida, pero qué sucede cuando esa nueva vía choca de lleno contra la filosofía del negocio. Ylenia Benito es librera, con todo lo que eso significa y representa. «Si esto vuelve a pasar, no puedo estar otros dos meses con la librería cerrada, y quizás la venta 'online' sería la solución. Pero me resisto a que las librerías cambien, a que desaparezca el placer de entrar, tocar los libros, elegirlos y recomendar. No me gustaría terminar siendo una web de libros más y mucho menos que un algoritmo decidiera cuál te interesa más leer», dice con una mezcla de lamento y esperanza.
Se acuerda de los ejemplares de la última novela de Noelia Lorenzo que tiene guardados en cajas. O de los de Elvira Lindo que apenas pudo exponer dos semanas. «Hay días que son horribles», reconoce, y no tiene reparo en reconocer que no pensaba que el confinamiento fuera a prolongarse tanto tiempo. No lo vio o no lo quiso ver, porque no es fácil afrontar el cierre de un comercio propio durante dos meses. «He pecado de optimista. Llevo tres años sin vacaciones, así que al principio pensé que las dos semanas me servirían para coger fuerza». Pero las jornadas fueron pasando. El estado de alarma, prolongándose. «Y sientes una impotencia..., porque quieres hacer algo, pero no puedes hacer nada. Solo esperar».
A su juicio, las librerías deberán abrir «cuando puedan hacerlo el resto de comercios, porque será señal de que se puede ir a comprar con garantías». Al fin y al cabo, dice en referencia al debate de si estos comercios deben o no levantar la persiana antes que otros, «las librerías son librerías, están siempre ahí y no siempre se les tiene tan cuenta, así que tampoco hay que pecar de postureo. Si la fecha es el 10 de mayo, bienvenido será».
En la novela que se ha convertido este confinamiento para ella, nada más terminar el capítulo del optimismo, empezó el de la incertidumbre, porque más allá de la fecha de reapertura que sigue siendo una incógnita, están las condiciones en las que podrá hacerlo. «¿Habrá un aforo? ¿Tendré que poner guantes para todos? ¿Podré retomar el club de lectura?», se pregunta.
Iñaki Arrieta, Inmobiliaria Arrieta
«Estamos parados. Nadie compra o alquila una vivienda sin visitarla»
Hasta que el confinamiento no se levante por completo o se especifique que aquellos que se disponen a comprar, vender o alquilar un inmueble pueden salir a la calle, Iñaki Arrieta está atado de pies y manos. En la inmobiliaria que dirige y que lleva su mismo nombre ya han avanzado todo cuanto han podido, incluidas dos operaciones que se iniciaron antes del confinamiento y que ha podido finalizar «gracias a tener la firma electrónica instalada», por lo que ya no les queda más que esperar. «Nadie compra o alquila una vivienda sin visitarla, no es como comprar un pantalón, es más complejo». Cuenta que su agencia hace tiempo que ya instaló fórmulas para poder visitar los pisos con imágenes en 360º, «que te permiten avanzar por el pasillo o asomarte a la ventana» para mejorar el servicio, pero aún asumen que la visita presencial es insustituible por lo que ya se preparan para hacerlas, cuando se pueda, ataviados de guantes y mascarillas, como está estableciendo en un protocolo el Colegio de Agentes de la Propiedad.
La suya es una de las empresas guipuzcoanas que ha tenido que recurrir también al ERTE para garantizar la continuidad de su plantilla cuando todo vuelva a la normalidad. Y aunque la merma económica está siendo importante, eso no significa que estén de brazos cruzados, lo que para bien o para mal le mantiene con la mete ocupada. «Hemos atendido varias llamadas de arrendatarios solicitando reducciones de renta y hemos llamado a propietarios para alcanzar acuerdos razonables para ambos. En general, estas cuestiones se están aceptando muy bien».
Entre papeleo y papeleo también aprovecha para hacer formaciones «además de las reuniones para ver cómo incluir novedades tecnológicas o cámaras que puedan hacer la experiencia más real». Eso sí, todo a través de videoconferencias, una herramienta que está convencido de que han llegado para quedarse. «Hasta antes del confinamiento no teníamos muy interiorizado su uso pero en adelante seguro que se utilizará muchísimo», asevera.
Otra de las cuestiones que genera cierto temor a compradores, vendedores y también a inmobiliarias es qué sucederá con el precio de la vivienda a la salida del confinamiento. Iñaki asume que «puede haber un pequeño parón inicial debido a la incertidumbre y eso puede provocar que quien tenga prisa por vender tenga que hacerlo a un precio inferior, pero la situación no es la misma que la de 2008», pronostica.
Ohiana Herce, Hache Boutique (Errenteria y Hondarribia)
«Llenar una tienda de ropa sale caro y si no vendes, las pérdidas son tremendas»
A Ohiana y Sonia Herce la angustia de tener un comercio cerrado a cal y canto durante dos meses se les multiplica por dos, la tienda de ropa que tienen en Errenteria y la de Hondarribia. «Las pérdidas van a ser tremendas», lamenta Ohiana. «La gente que no es de este sector no sabe la inversión que supone que una tienda esté llena de ropa, y el problema es que si no la vendes asumes el coste, porque ya está pagada de antemano», explica.
Desde que se decretó el estado de alarma estas hermanas pasaron del «son solo dos semanas» al «estado de shock» al ver que el confinamiento se prolongaba cada vez más. Pero desde el inicio optaron por poner en marcha la web -una tarea pendiente que tenían desde hace tiempo- y trataron de «no perder el contacto con las clientas, haciendo promociones con descuentos», que les permite asumir parte de los gastos que sigue generando su comercio pese a tener la persiana bajada.
Las rebajas, dice, es otro capítulo aparte. «Hay miedo de cara a cómo afrontarlas, porque además es un problema que venimos arrastrando años, porque están mal puestas. Las rebajas deberían empezar mes y medio más tarde», reivindica. De lo contrario, y más aún en la situación excepcional de este 2020, todo apunta a que la reapertura de los comercios pueda solaparse prácticamente con la temporada de descuentos.
Respecto a la fecha en la que comercios como el de estas hermanas puedan empezar a recuperar la actividad, lo que tienen muy claro es que «es fácilmente gestionable». «No son tiendas que tengan un aforo exagerado de gente. ¡Ya podría! Así que en el momento en el que hay dos o tres personas y vienen más, al igual que en el supermercado, dices que esperen fuera un poquito. En ese sentido nuestra reapertura la veo más fácil que la de los bares, por ejemplo».
Con la bandera del optimismo izada, consideran que esta situación marcará un antes y un después en los hábitos de consumo y no solo desde el punto de vista del comprador. «Nos hemos dado cuenta de todas las horas muertas que metemos de lunes a sábado en la tienda de forma presencial, que creo que no hacen falta y que son horas que podríamos optimizar, replanteando el horario de apertura y reforzando la venta 'online'. Supone dar una vuelta al formato tradicional de tienda, porque el horario es un horror. Llámame loca, pero lo veo como una opción de conciliar la vida laboral y familiar».
David Ramos, Gimnasio Onbide
«Se agradece que algunas socias hayan mantenido su cuota de forma solidaria»
Si hay una época en el calendario en la que los gimnasios elevan exponencialmente su número de clientes esa es primavera. Pero en esta ocasión, la 'operación bikini' la está gestionando cada uno como puede desde su casa, suponiendo una merma económica importante para estos negocios que además, por su carácter, consideran que serán de los que tendrán una reapertura más tardía por ser lugares en los que el contagio es considerablemente sencillo.
David Ramos dirige el gimnasio femenino Onbide, en Donostia, y desde el primer día de confinamiento se puso manos a la obra para enviar a sus socias entrenamientos o clases dirigidas que pudieran seguir 'online', bien a través de grupos de difusión, un canal de Youtube o videoconferencias, ofreciendo clases en directo de tal forma que fueran interactivas. «Era importante estar presentes, que la gente no se desenganchara del gimnasio, pero también que no pediera la forma», comenta en referencia a un confinamiento que nos obliga a estar sentados la mayor parte de la jornada.
Considera que esta situación sí va a dejar un poso que suponga un cambio de hábitos en la oferta deportiva. En su caso están valorando «poner un servicio virtual que antes ni contemplábamos». Por ejemplo, cuenta, ofrecer esas clases 'online', «como algo puntual pero como un servicio extra, si un día se te ha hecho tarde en el trabajo».
No obstante, la oferta de clases virtuales y gratuitas que afloran estos días en la red no le preocupan en exceso. «Personas capaces de mantenerse así cuando vuelva la normalidad son cuatro contadas, que tienen muy interiorizado el deporte. La gran mayoría tiene una bicicleta en su casa que no usa o unas pesas que no había estrenado hasta ahora. No es lo mismo un vídeo que tener a un monitor que te corrija. Apuntarte a un gimnasio aporta un valor añadido, además de que como es obvio, abonar la cuota te crea un compromiso que de la otra forma no tienes», explica. Y en este sentido, quiere agradecer a las socias que «solidariamente han decidido mantener sus cuotas o aportar una pequeña parte de la misma, valorando el trabajo online que estamos haciendo», y que hacen un poco menos complicada la caída de ingresos.
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