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Cola para entrar al bar Bantxu II, de la calle Iñigo. En la fachada de enfrente, una cortina negra oculta varias cámaras. Michelena

El coreano da el salto a la Parte Vieja

Tras el local de Gros, el Bantxu se replica con un nuevo establecimiento lleno de cámaras en la calle Iñigo, donde este domingo se formó una cola de 20 personas antes de abrir

Aingeru Munguía

San Sebastián

Lunes, 18 de septiembre 2023, 02:00

El show de TV Bantxu ha pasado de Gros a la Parte Vieja donostiarra. Este 'bar-restaurante' coreano efímero, que graba imágenes ya no dentro ... del local sino cuando pasas por delante del establecimiento, ha abierto en la calle Iñigo. Solo estará unos días, pero la expectación que ha suscitado el caso –muy por encima del nivel de su gastronomía– hace que el lugar tenga colas desde antes de su apertura. No es el Néstor, ni el Txepetxa, ni el Gandarias. Es el Bantxu II, un recién llegado, el bar que generaba este domingo una cola en su puerta. El segundo bar coreano se ubica en el número 5 de la calle Iñigo, en el local utilizado en su día por el bar Koskol. Más que un bar aquello es un plató donde una productora coreana graba imágenes desde la fachada de enfrente, donde, tapadas con una cortina negra, asoman varias cámaras enfocando hacia el bar.

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Llegamos a las 14 horas, cuando el bar anunciaba su apertura y una veintena de personas hacían cola para entrar. Accedemos junto a la clientela y vemos que las cámaras están por todas las esquinas del techo. Un cámara sigue todos los movimientos del chef en la cocina. En la barra, los camareros, muy amables, atienden a la clientela. Este domingo había cinco platos para elegir. «Hoy no tenemos Chok-bal» (manita de cerdo cocida con salsa de soja), aclaraba desde la barra a la primera petición. Pues empezamos bien. Si anuncian 5 platos y uno no lo tienen... Pero es que los langostinos fritos con salsa dulce y picante tampoco los sirven ya que el nombre del plato aparece tachado con una equis en el cartel anunciador.

Los clientes se dividen entre quienes piden la brocheta de salchichas y pasta de arroz con salsa picante, con aspecto más de 'fast' que de 'slow food', o el 'Doribengbeng', un intento de pincho de anchoa con salsa picante que a la señora de al lado le parece «muy picante para mí».

Nadie sabe para qué son los suculentos codillos colocados en el alféizar de la ventana del local. Son de pega, como el bar de quita y pon, donde es más importante la apariencia que los productos. Una señora me dice que es la segunda vez que acudía al local, tras su apertura el jueves pasado. «Probé una sopa de verdura con albóndigas de bacalao que me encantaron».

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Casi toda la clientela entraba por curiosidad. Ana, una vecina de la Parte Vieja, dijo que le gustó la brocheta de salchichas y eso que «no soy muy de picante». De cámaras tampoco es. «Cuando hacen fotos mis amigas yo me aparto, pero aquí no me importa que haya cámaras», admite. No le importa porque no se va a ver en la televisión coreana, ni le va a ver nadie conocido allí. Lo que más éxito tenía este domingo, sin embargo, eran los So-Mek, cervezas con soju (licor de patata o arroz), una bebida muy popular en Corea.

Con tanta cámara vieron que quien firma este reportaje hacía fotos de todo dentro del local y le conminaron a salir fuera para explicarle que no se podían tomar ni difundir imágenes del interior. ¿Tienen ustedes permiso para grabar a la gente en la calle y dentro del local y yo no puede hacer fotos?». «Tenemos permiso», dijo el traductor y la productora. ¿Es verdad que usan drones, porque aquí no se pueden utilizar?, pregunté. Sin respuesta. ¿Cuánto tiempo se quedan? «Hasta que los artistas nos digan». En solo unos días se acabará el show.

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