Maider e Iñaki con sus hijos, en su casa de Anoeta: los mellizos de cuatro años Xuban y Eneritz, y Enaitz, que pronto cumplirá 10.
Diario de un confinamiento

«Quien sea capaz de reinventarse saldrá adelante, crecerá y avanzará»

Maider Mendizabal, pelotari y experta en desarrollo personal ·

No tiene la receta para afrontar este trance personal y colectivo, pero apuesta por «ser flexible y adaptarse»

Nerea Azurmendi

san sebastián.

Domingo, 12 de abril 2020, 15:45

La pelotari Maider Mendizabal, una de las deportistas vascas más laureadas, varias veces campeona del mundo, sigue en activo a sus 42 años. «El ... sábado que empezó el confinamiento tenía partido, y hace cosa de un mes me llamó el seleccionador español preguntándome si me animaba para el próximo mundial...», recuerda.

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Pero la deportiva es solo una de las facetas de Mendizabal, una mujer que transmite determinación. También es madre de dos hijos y una hija: Xuban y Eneritz, mellizos de 4 años, y Enaitz, que pronto cumplirá 10. En el ámbito profesional, esta licenciada en Educación Física lleva unos años dedicándose al campo del desarrollo personal.

El comienzo de esta experiencia vital insólita a la que todos estamos siendo sometidos no fue fácil para ella, ya que la enorme sacudida que han supuesto a todos los niveles el coronavirus, el estado de alarma y el confinamiento la pilló «en un punto de mi vida en el que no sabía ni dónde estaba».

Primero, el caos

Acababa de poner punto y final a un proyecto profesional de cinco años, había vuelto «como solución temporal» a dar clases de pelota, y estaba pensando en cómo seguir adelante con una actividad que le apasiona y para la que se formó con un posgrado: acompañar a las personas en la nada fácil tarea de desarrollar al máximo su potencial.

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«Los primeros días fueron caóticos, pero cuando dejas de pelearte con todo, las cosas empiezan a ir mejor»

«Debemos decidir libremente cómo queremos vivir este momento, y permitirnos también los bajones»

Admite que «los primeros cuatro o cinco días fueron caóticos. Le daba vueltas a todo, los críos estaban todo el día encima, era mortal...». Se ha dado cuenta de que «el principal problema era mi enfado. Estaba cabreada porque alguien de fuera me estaba negando la libertad, porque era una imposición, y también estaba agobiada porque quería hacer demasiadas cosas». Logró reconducir el caos en pocos días. «Cuando dejas de pelearte con todo, cuando te adaptas a la situación, las cosas empiezan a ir mejor», asegura.

Y eso vale para todas las facetas. Cabría pensar que, como les está ocurriendo a muchos deportistas, se le está haciendo cuesta arriba dejar de lado la actividad física. Pues no. «Me cuido, pero nunca he estado obsesionada con la preparación. Ya metí hasta los 18 años una barbaridad de horas en la cancha para tener una buena técnica... Además, tengo experiencia. Paré en los embarazos y no pasó nada, en pocas semanas volví a jugar».

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Como madre tampoco se obsesiona. «No estamos todo el día detrás de los críos. ¿Que se aburren? Que se aburran un poco, no les va a pasar nada. O que se inventen sus propios juegos». A Enaitz, que a diferencia de los más pequeños ya tiene trabajos de la ikastola, le dan libertad, un concepto que surge muy a menudo en la conversación con Maider Mendizabal, que reconoce que es lo que más aprecia. A cambio le piden responsabilidad: «Tiene una hora establecida para enseñarnos que ha hecho lo que tenía que hacer, porque tiene que organizarse él. Son sus deberes, no los nuestros».

En el confinamiento de la familia Alijostes-Mendizabal las cosas van razonablemente bien, pero admite que la prueba será muy dura para muchas familias: «Unas van a salir muy reforzadas, y otras destrozadas».

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Adaptarse y reinventarse

Personalmente, la capacidad de adaptación de la pelotari –«depende de dónde juegues te puede tocar cambiar de tipo de pelota o de frontón, y te tienes que amoldar»– y su bagaje profesional, unido a un carácter que califica de 'flexible', le ayudan a vivir la situación sin caer en la desesperanza.

Incluso cree que, salvo que nos golpeen de lleno los aspectos más duros de la pandemia, la experiencia puede llegar a tener aspectos positivos: «Puede ser un buen momento para pensar qué queremos en la vida. Lo planeamos todo con antelación –las vacaciones, la compra de un coche o de una vivienda–, pero nos cuesta parar un poco y analizar qué estamos haciendo con nuestra vida, y tampoco pensamos qué tendríamos que cambiar para ser más felices, que desde mi punto de vista es de lo que se trata».

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No siempre hacen falta cambios radicales. «A veces, cambiar el ángulo de visión cinco grados basta para tener una nueva perspectiva», asegura, y sugiere que otra medida muy saludable es no obsesionarse: «Tenemos que estar informados, pero si estamos todo el día pendientes del mismo tema, consciente o inconscientemente empezamos a anticipar desgracias y a hacer guiones de terror, y para eso ya están los guionistas profesionales».

«Acostumbrarse a vivir en la incertidumbre» también forma parte del 'kit de supervivencia' que propone, así como «decidir libremente cómo queremos vivir este momento, dentro de las posibilidades de cada uno, permitiéndonos también los bajones». Lo que tiene claro es que, tanto a nivel personal como colectivo, «seremos otros después de esto, buscaremos otras formas de hacer las cosas, y ojalá sean para mejor. Quien sea capaz de reinventarse saldrá adelante, crecerá y avanzará». Ella, aprovechando una fase de creatividad «que me tiene sorprendida», ya está dando los primeros pasos en un nuevo camino.

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