«La calima es un excelente fertilizante del suelo y el mar y ayuda en el combate climático»
Destaca que el polvo del Sáhara que ha cubierto Gipuzkoa está compuesto de nutrientes como hierro y fósforo que alimentan bosques y océanos
La calima que ha barrido la Península estos últimos días, llegando a Gipuzkoa con una intensidad histórica, habrá contribuido a mejorar la calidad de nuestros ecosistemas, tanto terrestres como, sobre todo, marinos. Así lo asegura Xavier Querol, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), profesor de su adscrito Instituto de Diagnosis Ambiental y Estudios del Agua (Idaea), y asesor de la Unión Europea, la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la calidad del aire. Recalca que el polvo sahariano es «un excelente fertilizante de suelos y mares», por lo que constituye un gran aliado en la lucha contra el cambio climático al fortalecer los sumideros de carbono.
– ¿Qué impacto puede haber tenido una calima tan intensa en la calidad global de nuestro medio ambiente?
– Para las personas tiene un efecto perjudicial, porque con calima se incrementan la morbilidad y las muertes de naturaleza cardiovascular y respiratoria. Pero junto al impacto negativo en la salud, tiene consecuencias positivas, pues estas partículas constituyen un fertilizante excelente para la tierra y el mar, mejorando así la calidad de los suelos y aportando grandes cantidades de fitoplancton en el agua.
– ¿Se debe a que son partículas de origen mineral?
– Se trata de partículas compuestas principalmente de arcilla, cuarzo, carbonato cálcico, fosfatos, óxidos de hierro... nutrientes que acaban cayendo al suelo, alimentando bosques y plantas. El efecto es incluso más beneficioso para el mar. El plancton depende de la existencia de hierro y fósforo, y una lluvia repentina de polvo rico en estos elementos desarrolla toneladas de alimento para las microalgas, que a su vez son el alimento para los caladeros de pescado. La calima es así un agente mejorador de los ecosistemas naturales.
«Los días de calima las autoridades deberían limitar el tráfico, porque la nube dificulta que los gases suban a la atmósfera»
– De este modo contribuye positivamente a la lucha contra el cambio climático. Por lo que dice, lo que hace es alimentar los sumideros de carbono...
– Así es. Tanto los árboles como las plantas y las microalgas de mares y océanos absorben grandes cantidades de CO2. Son depósitos naturales de dióxido de carbono que, por tanto, ayudan a reducir la emisión de este gas a la atmósfera y a luchar contra el calentamiento global.
– ¿El hecho de que el cielo haya estado cubierto de polvo dos días qué consecuencias tiene?
– Esto tiene consecuencias en el clima, claro. Cuando llegan las tormentas del desierto a España pueden formarse capas de polvo de entre 2 y 7 kilómetros de espesor. Son como una gran nube que, en lugar de agua tiene polvo y que por un lado reducen la radiación solar pero por otro dificultan que la contaminación que generamos sobre la tierra (tráfico, fábricas...) suba hacia la atmósfera y se diluya.
– En todo momento se ha hablado, porque de eso se trata, de contaminación atmosférica, pero ¿tiene el mismo peligro el polvo sahariano que otro tipo de contaminación, como la del tráfico?
– En ambos casos se trata de partículas en suspensión, que es lo que se mide al hablar de la calidad del aire, independientemente de cuál sea su fuente o naturaleza. En cualquier caso, hablamos de que en Euskadi se han acercado a los 300 microgramos por metro cúbico, y en otros lugares, como El Ejido (Almería), se ha llegado a 1.000, cuando la OMS sitúa el límite saludable en 45. Son valores extraordinarios. Para hacerse una idea de lo que hemos alcanzado estos días, basta recordar que el tráfico genera una media de entre 20 y 30 microgramos de partículas por metro cúbico.
«Aunque no lo perciban, uno de cada diez días al año su aire está afectado por polvo africano. En Almería son el 30%»
– Las autoridades recomendaron no usar el coche si no era necesario. ¿Sirve para algo esa medida?
– Por supuesto. Como he dicho antes, la capa de polvo ejerce de barrera y dificulta que la contaminación tradicional de la actividad humana se eleve a la atmósfera. Cuanto más tráfico haya, más polución quedará estancada y peor aire respiraremos. En días de calima los ayuntamientos deberían limitar el tráfico. Así se hace en Barcelona, por ejemplo.
– En Euskadi no estamos habituados a este fenómeno, aunque realmente sí nos llega cada año, ¿verdad?
– Así es. En torno a un 11% de los días del año el aire de Euskadi está afectado por polvo africano. En Almería, el 30%.
