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J. PEÑALBA
SAN SEBASTIÁN.
Lunes, 5 de marzo 2018, 08:23
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Un hombre que cultivaba marihuana en Azkoitia ha sido condenado a dos años de prisión y al pago de una multa de 14.000 euros. El acusado había ocupado la antigua casa de los maestros en Aizpurutxo y en las diferentes habitaciones de la casa montó lo más parecido a un invernadero.
Los hechos que han sido sentenciados por el Juzgado de lo Penal número 2 de Donostia se remontan a octubre de 2015. El acusado ocupó las viviendas reservadas para los maestros que antiguamente albergaban las escuelas municipales del citado barrio azkoitiarra, situado junto a la carretera que conduce hasta Zumarraga.
El inculpado, según la sentencia, había efectuado un empalme para trasladar la energía eléctrica a través de un cable por el interior del edificio. De esta manera, lograba alimentar los ventiladores, temporizadores y lámparas especiales que había instalado para el cultivo de marihuana.
El acusado tenía las plantas distribuidas en las diferentes dependencias que cuenta el edificio y ordenadas según distintos estadios de crecimiento.
El 14 de octubre de 2015, la Policía efectuó una entrada en la vivienda del acusado, donde encontró 75 plantas de marihuana y 183 esquejes. Asimismo, los agentes ocuparon 21 bolsitas de plástico.
El posterior análisis efectuado en el laboratorio permitió conocer que los 1,6 kilos de marihuana que finalmente fueron intervenidos tenían diferentes grados de pureza. La droga habría alcanzado en el mercado un precio de 7.246 euros.
En el momento de la detención el acusado llevaba consigo 915 euros, repartidos en billetes de 5, 10 y 50 euros.
Durante la vista, el acusado admitió que las plantas que los agentes policiales hallaron en el edificio las había cultivado él, si bien sostuvo que eran para su consumo. Asimismo, reconoció que el dinero que le fue intervenido era igualmente suyo, producto, según explicó, de un préstamo que le había hecho su anterior pareja. Argumentó que llevaba la suma encima para evitar que le robasen, como le había sucedido recientemente, dijo.
El magistrado Santiago Romero Buck Arstad, no obstante, resta credibilidad a la versión ofrecida por el inculpado. «Llama la atención», sostiene, la «clandestinidad del cultivo», la metodología seguida para forzar los ciclos naturales de crecimiento, así como el número de plantas, «cuya cantidad excede con creces la destinada al autoconsumo», argumenta.
Asimismo, sorprende al juez la cantidad de dinero que se le aprehendió al acusado en el momento del arresto y «la escasa credibilidad» de las explicaciones que ofreció al respecto. También valora el hecho de que el acusado no tuviese trabajo y, sin embargo, «estuviese en posesión de una cantidad importante de dinero», y que asimismo hubiese sido condenado en 2012 por la Audiencia de Gipuzkoa por un delito contra la salud pública, en su modalidad de tráfico de speed.
El juez afirma que «no pueden acogerse las alegaciones de la defensa» que intentó, de demostrar la inocencia del cliente argumentando que fue el propio acusado quien abrió voluntariamente la puerta a los agentes, «pues esto es indiferente»; o que no se encontrasen básculas para el pesaje, «pues hay otros indicios claros» para valorar que la plantación no es para consumo propio.
Por todo ello, el titular del juzgado de lo Penal de Donostia considera al acusado «autor material de un delito contra la salud pública en la modalidad de cultivo y venta de sustancias tóxicas que no causan un grave daño a la salud» y le impone los dos años de cárcer y la multa de 14.000 euros que, en caso de impago, se sustituirá por 181 días de privación de libertad.
La sentencia no es firme y, por lo tanto, puede ser recurrida ante la Audiencia Provincial de Gipuzkoa.
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