Los alojamientos de Gipuzkoa empiezan a registrar las primeras reservas para verano

Es cierto que aquel anuncio era el pistoletazo de salida que el sector turístico estaba esperando, un punto de inflexión que permitiera a quienes se dedican al alojamiento de turistas ver que las previsiones catastrofistas que tuvieron que hacer en abril no serán finalmente tan desastrosas como creyeron entonces, aunque estarán a años luz de los niveles en los que deberían estar en estas fechas de no ser por la Covid-19.

De hecho, diferentes alojamientos consultados coinciden en que sí ha habido un repunte en los últimos días, ya sea en el número de reservas como de consultas, que por lo general el turista nacional copará las plazas en julio y que el visitante internacional no llegará hasta finales de julio o agosto. Pero en cualquier caso insisten en que este cambio de tendencia resulta tan tímido, que roza lo patológico. «Está todavía muy parado», reconoce González. «El lunes y ayer hemos notado cierto incremento de reservas, pero con cuentagotas. En vez de tener 2 reservas y 400 anulaciones como al principio, hemos tenido 10 y 10, cuando de normal tendríamos alrededor de 40 reservas diarias». En este sentido, observa que nuevamente es la «incertidumbre de si van a poder disfrutar plenamente del destino» lo que hace que los clientes no se desprendan de esa reticencia.

En este sentido, Fernando Soto, que dirige el hotel Astoria 7, señala que los establecimientos hoteleros, y particularmente el suyo, han tenido que ofertar una política de cancelaciones «muy flexible» para empezar a remontar el vuelo, «con cancelación gratuita hasta 24 horas antes».

Su deseo es abrir el 1 de julio, pero los números mandan y todo dependerá de que un porcentaje considerable de las 107 habitaciones de las que dispone estén ocupadas. «Hemos notado que han empezado a subir las visualizaciones. Ahora tenemos 36 días por delante para que ese curioseo se convierta en reserva».

Por el momento, ya lo dice el director del hotel Arrizul, Jon Zulaika, «iremos viendo lo que ocurre, porque no tenemos referencias de ningún tipo. Estamos ante una situación nueva». Y ciertamente, a la novedad provocada por la pandemia, se le suma que el parque de alojamiento turístico de la capital guipuzcoana ya venía explorando un nuevo terreno de juego, debido a la ampliación de la oferta hotelera en más de 2.000 camas en el último lustro, que obligó –en periodo pre-Covid– a repartir un número cada vez más estabilizado de visitantes entre cada vez más hoteles. «La situación este año va a ser dramática», asevera sin demasiado optimismo Zulaika, que ha tenido uno de los hoteles a disposición de los servicios esenciales durante las semanas más duras del estado de alarma.

La realidad en las viviendas de uso turístico no difiere demasiado de la de los hoteles. «Nadie nos va a librar de tener un ejercicio muy malo», reconoce el presidente de este colectivo, Asier Pereda. Aunque en su caso, insiste en un cambio de tendencia. Comenta que en marzo solo se produjeron cancelaciones y reembolsos «porque el cliente no tenía ninguna confianza en poder viajar. En abril, los clientes que cancelan las reservas empiezan a aceptar vales para otras fechas. Y en mayo, «la primera semana registramos un promedio de 2 reservas, que pasaron a ser 4 la semana siguiente, y 6 la tercer semana del mes. La progresión es lenta, pero después del anuncio de Sánchez, han empezado a entrar un promedio de 15 y si la tendencia se consolida, la recuperación puede ser más rápida y en el caso de Donostia no tendrá forma del símbolo de Nike, sino de U», comenta de forma gráfica.

Desde luego en el caso de Eguzkiñe Elsenaar, su agroturismo Arruan Haundi, ubicado a unos diez kilómetros de Deba ya ha empezado la remontada, aunque prefiere no vender la piel del oso antes de haberlo cazado, «porque nunca se sabe». Este pasado fin de semana ha tenido a una familia de australianos, «que se mudaron en octubre a vivir a San Sebastián». Y hasta primeros de junio no entrará otra familia alavesa. «Está reservando mucho madrileño y mucho valenciano», comenta, pero la normalización del teletrabajo hace que «muchos llamen preguntando si tienes conexión Wi-fi, y hay zonas rurales a las que la fibra óptica todavía no ha llegado, y ya va siendo hora», reclama, con la esperanza de no perder clientes por este motivo.