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CLAUDIA URBIZU
Jueves, 22 de junio 2017, 06:47
Ha llegado el verano y con él una de las peores épocas para el Banco de Alimentos guipuzcoano, que cada año sufre la ausencia de muchos voluntarios durante este periodo. Los que en estos momentos hacen funcionar el engranaje de las sedes de Oiartzun y Bergara no dan abasto. «Necesitamos más voluntarios», resume el presidente de la oenegé, José Manuel Pineda. Algunos de estos guipuzcoanos que dedican parte de sus horas libres a esta labor solidaria ya han empezado a redoblar sus esfuerzos para cubrir huecos y posibilitar que la maquinaria siga funcionando. «Muchos de nosotros somos jubilados y además abuelos. Con las vacaciones escolares de los niños muchos dejan de venir para cuidarlos, y otros sencillamente se van por ahí a descansar», señala.
Pineda relata que el pasado verano vivieron una mala experiencia por falta de gente, y por eso hace un llamamiento a la población del territorio en general y a los jóvenes en particular. «Necesitamos gente joven para ir renovando el personal y garantizar el relevo. Además están en plena forma y muchos tienen vacaciones de verano, por lo que encajan a la perfección con lo que necesitamos», precisa.
Desde el Banco de Alimentos de Gipuzkoa asisten a más de 200 asociaciones y en la actualidad cuentan con unos 200 voluntarios, «aunque activos en realidad estamos una veintena en el almacén de Oiartzun. Si sumamos a los del almacén de Bergara y el local de Lasarte-Oria seremos unos cuarenta. Pero acabo de hablar con los de Bergara y me han dicho que se ha dado de baja uno de sus chóferes», dice preocupado, haciendo hincapié en que sin voluntarios suficientes el trabajo se ralentiza notoriamente. «Si falla alguno, siempre echamos mano de los mismos. Si fulanito viene los lunes, que venga también los miércoles. Al final, hasta abusando...», lamenta el presidente del Banco.
Para dar a conocer su labor y atraer a los voluntarios este jueves, desde las 12 del mediodía y hasta las 3 de la tarde, se ha celebrado una jornada solidaria en los exteriores del bar Vallés en San Sebastián. El objetivo ha sido recaudar donativos para el Banco de Alimentos y la ocasión es el 75 aniversario de la apertura del bar Vallés en la calle Reyes Católicos de la capital donostiarra.
Las empresa Hiru Chef junto con los hermanos Blas y Antxón Vallés, han elaborado una paella gigante de la que se han sacado más de 800 pintxos. Los tickets solidarios costaban 4 euros y, junto con la paella, daban la oportunidad de degustar una bebida. Voluntarios del Banco de Alimentos han estado presentes para explicar la labor del Banco a todos los interesados.
Para ser voluntario no hacen falta más requisitos que tener ganas de echar una mano, buena voluntad y compromiso. «No hay condiciones, cualquiera puede ayudar, acudiendo al banco un día a la semana, o dos...», explica. El horario es de mañana, de 8.00 a 13.00 horas, y las tareas habituales consisten en clasificar los alimentos que llegan, organizar los lotes personalizados para cada asociación beneficiaria y hacer las entregas cuando van a recoger los alimentos. «Que cada uno venga lo que pueda, toda ayuda es bienvenida. Colaborar entre uno y dos días es lo normal. Luego nosotros organizamos los horarios», apostilla.
Durante los meses de verano muchos de los voluntarios se ausentan varias semanas o incluso durante todo el periodo estival. Ejemplo de ello es el errenteriarra Txomin Mendibil de 65 años. «Yo ahora me voy de vacaciones, pero no soy el único. De los ocho o diez que venimos los lunes, para el siguiente hay solo tres. La verdad es que tener gente nueva nos vendría muy bien», dice este voluntario, que anima a cualquier interesado a pasar por esta experiencia, «aunque luego no les guste, pero que no sea por no haberlo probado».
Muy buen ambiente
El buen clima que tienen en el almacén es el principal acicate por el que muchos llevan años echando un cable. «Hay muy buen ambiente, por eso llevo casi cinco años viniendo. Yo suelo decir que vengo aquí a almorzar y a dar conversación, lo demás es secundario», añade entre risas mientras introduce las manos en un palé de ciruelas que revisa «para tirar las que estén pochas».
En la central de Oiartzun hay dos almacenes y en Bergara uno. Durante toda la mañana, las siete furgonetas de las que disponen van recogiendo alimentos de unos cincuenta establecimientos de todo el territorio para llevarlos a los almacenes, donde los voluntarios clasifican la comida.
A diario reciben aproximadamente 4.000 kilos de comida, y en el almacén se organizan y se preparan lotes. La comida que llega en mal estado -sobre el 5%- se desecha, y el resto se introduce en frigoríficos para repartirla a la mañana siguiente. «Hay mucho movimiento y hace falta mucha gente». «Animo a cualquiera a venir. Tenemos muy buen ambiente, yo me entretengo y me divierto mucho, por eso vengo. El trabajo es muy variado y en el almacén, en los días de mucho calor, no se está nada mal», concluye con optimismo.
Así, como hacen faltan voluntarios para la actividad del día a día, eventos extraordinarios como la Gran Recogida, que este año se llevará a cabo el primer fin de semana de diciembre, por lo general suelen estar cubiertos. Desde su primera edición hay una lista de voluntarios a los que recurren. «Además, en cada establecimiento suele haber un voluntario habitual fijo, que generalmente tiene un grupo de colaboradores. Las necesidades son más para el día a día», añade Pineda.
Los guipuzcoanos que quieran empezar a colaborar con el Banco pueden llamar al 943 493 796 o escribir un correo electrónico a o a .
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