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Laura Vozmediano en la biblioteca Carlos Santamaría del campus de Ibaeta de la UPV.
Laura Vozmediano: «El miedo al delito no tiene que ver con la tasa de delincuencia»

Laura Vozmediano: «El miedo al delito no tiene que ver con la tasa de delincuencia»

«Son los hombres los que son víctimas más a menudo y tienen más miedo con la edad, pero no desean reconocerlo»

ANA VOZMEDIANO

Domingo, 13 de noviembre 2016, 08:48

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El miedo al delito en los escenarios urbanos está en el punto de mira de la investigación de la psicóloga del Instituto Vasco de Criminología y de la UPV, Laura Vozmediano, que pese a la coincidencia en el apellido, no guarda parentesco alguno con la entrevistadora. Constata que la delincuencia no tiene relación directa con la percepción de inseguridad que pueda percibir una persona, que una ciudad segura para los niños lo es aún más para los adultos y que los temores también tienen que ver con el sexo. Cuidado. El miedo es una amenaza para la calidad de vida.

-Habla del miedo al delito como un fenómeno casi exclusivamente urbano que está más relacionado con la mentalidad de la gran ciudad que con la tasa de robos. ¿Es un punto de vista novedoso?

-La percepción de inseguridad y el miedo al delito constituyen objetos de interés y han generado un gran volumen de investigación desde mediados del siglo pasado. ¿Por qué ese interés? Desde el sentido común pudiera pensarse que si se reduce la delincuencia habrá más sensación de seguridad y menos temor entre la población. Bajo este criterio, sería suficiente con operaciones policiales que redujeran las tasas de delitos para que la ciudadanía se sintiera más segura. Pero no es así. Como se ha demostrado repetidamente, no existe una correspondencia evidente entre las tasas de delito y el miedo a sufrirlo.

-En alguno de sus trabajos se refiere usted a que hay ciudades en las que decrece el número de delitos y, sin embargo, aumenta la sensación de inseguridad.

-En ciertas comunidades como ocurre en el País Vasco, se constata que las tasas de delincuencia son estables desde hace más de diez años. Sin embargo, es frecuente que en los medios de comunicación se hable de trifulcas e incidentes durante el fin de semana, algo que preocupa y alarma a la población. Y, ¡claro! la gente no lleva los datos sobre delitos de la Ertzaintza en la cabeza.

-Asegura que el temor al crimen tiene consecuencias muy negativas para una persona, pero también para la comunidad y el barrio en el que vive. Afirma que puede implicar ansiedad y cambios de hábitos, incluso aislamiento. ¿Lo mejor es despreocuparse?

-Una tasa de delitos alta es preocupante porque la integridad física y psíquica de los ciudadanos pueden verse comprometidas y hay que actuar para que esto no ocurra. La situación en la que el riesgo objetivo es alto, pero no hay temor ante los delitos puede propiciar que no se tomen medidas y que la ciudadanía esté más expuesta a robos o agresiones. Pero en una situación en la que la tasa de seguridad objetiva es razonablemente baja y sin embargo se combina con un miedo al delito alto, las autoridades deben intervenir porque la calidad de vida urbana desciende de forma importante.

-¿Cuál es el equilibrio entonces?

-La situación ideal, la mejor de las posibles, es aquella en la que la tasa de seguridad objetiva es razonablemente baja y la percepción de la población también es de seguridad razonable. Eso es lo que se debe buscar. Y a ello colabora, por ejemplo, la existencia de una policía de proximidad como son los bobbys ingleses. El miedo al delito constituye un obstáculo para la democratización del espacio publico, beneficia a ciertas políticas y hace florecer intereses económicos relacionados con el negocio de la seguridad privada. En España, por ejemplo, se vincula a la migración de forma interesada.

-Pero, ¿a qué tenemos miedo en ciudades que, como las vascas, son en principio, razonablemente seguras?

-Los padres temen, sobre todo, que les ocurra algo a sus hijos, que les secuestren, que les golpeen, que les agredan. A veces ese miedo llega a coartar a los niños a los que se resta autonomía por exceso de protección. Los eskola bidea, los caminos escolares, son ideales para ellos, porque ir andando al cole con sus amigos no solo les aporta seguridad y orientación, sino que les permite apoderarse de un espacio que también es suyo y cuya presencia asimismo aporta motivos para percibir un barrio como más habitable.

-Esta semana Emakunde ha presentado un estudio sobre el miedo de las chicas jóvenes a ser agredidas en la calle, por ejemplo, cuando vuelven a casa a la noche. ¿Hay diferencia entre mujeres y hombres a la hora de sentir miedo a lo que les pueda ocurrir?

-Hay un dato curioso, y es que la mayoría de las víctimas de los delitos son varones, pero ellos, aunque tengan miedo no lo expresan. Otra cosa es que los delitos contra las mujeres, sobre todo los que tienen que ver con la violencia de género y la agresión sexual son mucho más impactantes y con más consecuencias psicológicas en ellas y en su entorno. Una sola violación al año ya es lo suficientemente traumatizante para toda la sociedad.

-Cada vez que ocurre un suceso de estas características es capaz de alarmar a toda la población.

-Es así porque se trata de situaciones tremendas. Las chicas jóvenes son quienes tienen más miedo subjetivo al delito, porque a medida que una mujer va cumpliendo años siente que tiene menos riesgo de padecer una violación o una agresión sexual, que es en principio lo que más les asusta. Entre los hombres ocurre al revés, conforme pasan los años se ven más vulnerables, menos fuertes para enfrentarse a los ataques que pueden sufrir si les asaltan para robarles, por ejemplo.

-Su equipo realizó un estudio sobre tres barrios de San Sebastián con una muestra de 504 personas. Escogieron Centro, Amara y Altza, con mujeres y hombres al 50% y con una edad media de 48 años. ¿Qué resultados obtuvieron?

-Demostró una vez más que el miedo al delito era superior en Altza, con un 28,75% sobre 50 puntos, a pesar de que era el barrio en el que la densidad de este tipo de conductas era menor. Por el contrario, el barrio en el que esa densidad era mayor, el Centro, el miedo era inferior. Es la paradoja del miedo, un fenómeno frecuente que también se muestra en que pese a que las mujeres son víctimas con menos frecuencia, informan de un mayor nivel de miedo.

-La ciudad que han analizado con más intensidad es Bilbao. ¿Sacaron las mismas conclusiones?

-Son dos informes diferentes, para empezar porque en este caso se abordó toda la ciudad y se actuó sobre una muestra de 1.700 personas, también equilibrada al 50% respecto al sexo y con una media de edad de 47 años. Se les preguntó por qué tipo de medidas utilizaban en una ciudad que tiene un índice de seguridad razonable, si optaban por transitar por ciertas calles o si utilizaban medidas más activas como incrementar el blindaje de las viviendas. En Ibaiondo y Abando se utilizaba la primera. La segunda en Begoña y Deusto. En Ibaiondo, el distrito en principio más conflictivo se practica la medida más amenazante para la libertad de movimientos de las personas.

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