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L. G.
Lunes, 20 de enero 2025, 09:17
La influencer y periodista María Amores ha sorprendido a muchos al compartir un aspecto personal poco habitual en su entorno. A través de sus redes sociales, la comunicadora declaró con sinceridad: «Una cosa 'rara' sobre mí: Voy a misa (casi) todos los domingos».
La mujer de Ion Aramendi explicó que, aunque esta práctica no es común entre sus amigos —«la mayoría no irían a misa ni aunque les pagaran»—, para ella se ha convertido en una tradición significativa.
A través de Instagram, María Amores detalló cómo su espiritualidad no proviene de una educación religiosa tradicional. Sus padres no eran practicantes ni le inculcaron costumbres religiosas, pero su abuela fue quien marcó un punto de inflexión al bautizarla «de estrangis» a los 14 años en Oviedo. Desde entonces, comenzó a sentir una conexión especial con la espiritualidad. «Siempre sentí una espiritualidad profunda. Cuando iba a alguna iglesia o templo por alguna razón, me gustaba», confesó.
Su interés por el mundo religioso se profundizó años después, cuando trabajó en un programa de televisión dedicado a buscar monjas. Esa experiencia le permitió conocer más de cerca los contrastes del catolicismo: «Descubrí cosas malas malísimas y cosas buenas buenísimas de los católicos. Pero claramente me sentí muy cerca de los valores cristianos».
Hace dos años, la mujer de Ion Aramendi dio un paso más en su fe al tomar la comunión junto a su hijo, describiendo la experiencia como «muy bonita». Desde entonces, acudir a misa se ha convertido en un momento especial de introspección y gratitud: «Es el momento en el que reflexiono sobre la semana, sobre las cosas de las que me arrepiento, de las que me enorgullezco, doy mucho las gracias por la vida que tengo y mando energía a los míos que intuyo que la puedan necesitar. Y me hace bien».
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Más allá de lo espiritual, la misa también ha tomado un lugar importante como actividad familiar. Según María Amores, asistir cada domingo, «llueva o truene», se ha transformado en un plan que une a todos y que culmina con el clásico aperitivo.
Finalmente, María dejó un mensaje claro a sus seguidores: respetar las creencias y no creencias de los demás. Su testimonio ha generado numerosas reacciones, desde muestras de apoyo hasta reflexiones sobre la importancia de mantener espacios personales de paz y conexión.
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