Paco Ron trasladó de Asturias a Madrid su restaurante,en el que sigue bordando platos tradicionales como lafabada, patatas a la importancia o los callos. PABLO COBOS
Gastronomía

Viavélez, el irresistible encanto de la comida de verdad

Viavélez, la tabera restorán de Sara y Paco, aúna recetas de primera, una carte de vinos singular y un servicio cordial

Domingo, 1 de mayo 2022

Paco Ron es un guerrillero asturiano que conocí en mis tiempos mozos y con el que hice migas desde el primer segundo por su gran entusiasmo y ganas de marcha. Venía desde su tasco en un pequeño puerto de la comarca del Franco y aparecía en Lasarte con su libreta y el maletero lleno de mariscos, pescados y crustáceos con los que nos ponía los dientes largos en aquellos tiempos en los que nos comíamos las puertas. De tez morena, risueño, pequeño y regordete, hizo migas con toda la brigada de cocina y nos acompañó en muchos servicios moviditos que terminaban con una cerveza helada en la mano y la chaquetilla sudada, hecha trizas. Fiero, peleón y más listo que el hambre, consiguió hasta su estrella Michelin y mantuvo como pudo aquel local soñado en su pueblo, hasta que un día el temporal lo reventó y saltó por los aires. .

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Así que harto de trabajar en temporada alta y fines de semana, consciente de su garrote desmedido, puso rumbo a la villa y corte, sentando los reales con su gente para intentar que con el mismo esfuerzo, les luciera más la melena. Y ahí sigue su equipo interpretando sus recetas al pie de la letra, pues el bueno de Paco bajó el pistón y se echó a un lado cediendo el paso a una panda de mamelucos que centra sus esfuerzos en poner en práctica lo mismo que hizo el patrón toda la vida.

Viavélez | Tasca-restorán

  • Dirección: General Perón 10, Madrid

  • Teléfono: 915 79 95 39

  • Web: restauranteviavelez.com

  • Cocina: Todos los públicos

  • Quién: Con amigos, pareja y familia

Pueden arrancar con las tapas frías de toda la vida y entretenerse con los tacos de bonito, el salmón o el bacalao ahumado, la escalibada de anchoas y la tosta de sardinillas. Las conservas seleccionadas son también signo de identidad de aquellos tiempos de barra del occidente asturiano a merced de las tempestades, como en los libros de Melville: mejillones, navajas y melvas las sirven a palo seco, con alguna 'patatina' asada o chafla de tomate.

Los platos fuertes salen del mismo fondo del puchero con sofritos y cocciones de órdago

Destacan bravas, tigres, la coca de uvas, pimientos y anchoíllas, el fabuloso salpicón de bogavante ligado con sus corales formando un barrillo delicioso o los fritos delicados. Cuando fueron jóvenes y valientes salieron vencedores de todos esos concursos marrulleros de croquetas y buñuelos, así que mantienen el brazo robusto de Schwarzenegger de tanto remover la bechamel con la varilla. Los buñuelos de bacalao son sobresalientes, así que sean pacientes y amarren el ansia viva de pedirse una fuente porque arruinarían el apetito voraz y las ganas de probar el resto.

Los platos fuertes de obligado cumplimiento salen del mismo fondo del puchero e incluyen sofritos y cocciones prolongadas con la tapa entreabierta para que las salsas concentren su sabor. Bordan los callos, seleccionados y guisados con patas, morros y verdura para conseguir ese pringue que se queda pegado en el morro como el 'supergen'.

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La fabada es notable e incluye compango y cocción mansa para que no reviente el grano. Las patatas a la importancia son otra fiesta, rebozadas y guisadas en una salsa verde antigua escoltada de almejas finas que vierten su jugo salino. Los chipirones tinta tienen galones de salsa vizcaína o guipuzcoana porque derraman sobre la porcelana un cerco rojo y graso de tomate. Rellenos con mucha cebolla, pimiento verde, tentáculos y aletas picadas, vino y anchoílla en salazón, que le da al asunto un toque francés o italiano de la mismísima Riviera.

Aquí es un festival una simple merluza rebozada, servida con una ajada perfumada con pimentón Vega Cáceres de Cuacos de Yuste. Las recomendaciones suenan a música antigua, con el irresistible encanto de la comida de verdad. El servicio es cordial, parido a imagen y semejanza de Sara, la jefa de la casa, que se enorgullece de todos los platos que salen del fogón y al que acuden vecinos, familias o currelas atraídos por un menú del día imbatible.

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