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El equipo del Bergara Bar, a la entrada del establecimiento. José Mari López
Gastronomía | Restaurantes

Bergara Bar, 75 años de felicidad

Historia de nuestra cocina en miniatura y referencia del mundo del pincho

Domingo, 7 de diciembre 2025, 07:27

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No os voy a esconder hoy aquí que el Bergara Bar es uno de los lugares a los que más cariño tengo en el panorama gastronómico de nuestra ciudad. Un lugar al que me acerco cuando quiero volver a ser feliz a través de sus bocados mágicos, esos pinchos que son patrimonio de nuestra cocina. Un bar en el que me hacen sentir en casa, más allá de sus icónicos pinchos, el trato, el cariño, el calor con el que me reciben, me hacen ser parte de la familia del Bergara, y eso no tiene precio. Un punto de encuentro de locales y visitantes, atraídos por esa barra que es color, es sabor, historia, tradición, cultura, magia. Bergara Bar es historia viva de nuestra cocina, de nuestra tradición hostelera, un tesoro gastronómico donostiarra que va más allá de ser un simple bar, una historia familiar de pasión y amor por la hostelería, de transmisión de los secretos del oficio de generación en generación, un relato que se remonta 75 años. Porque sí, hoy vuelvo al Bergara para felicitar a la familia, porque este 2025 celebra su 75 aniversario. Zorionak familia!

Bergara Bar

  • Dirección General Artetxe 8 (Donostia)

  • Teléfono 943275026

  • Comedor 1 para 40 comensales / 1 terraza par 24 comensales

  • Cierre Nunca

  • Monedas 3 de 5

  • Pinchos 4€

  • Menú degustación seis pinchos estrella 35€

5 de abril de 1950. Un día que marca un antes y un después en la historia culinaria de nuestra ciudad. Miércoles anterior a Semana Santa. Patxi Bergara y Eladia Bidegain levantaron la persiana de la que se convertiría en su casa gastronómica, abrieron las puertas de un local que ha marcado un antes y un después en Gros, cuidando la esquina entre General Artetxe y Bermingham. Una casa de comidas donde sentarse y disfrutar de una rica cocina casera. Llegó la segunda generación familiar, Patxi, Kontxi y Maria Ángeles, con ellos Blanca Ameztoy y Pilar Domeño. De ser una reconocida casa de comidas, a convertirse en el templo de la cocina en miniatura. El Bergara fue parte de esa revolución culinaria que hizo convertirse a Donostia en referencia gastronómica mundial, junto al cercano Aloña Berri y Oñatz, entre otros. En su cocina se crearon varios pinchos que hoy siguen siendo indispensables para entender la riqueza gastronómica de nuestra ciudad y que convirtieron al bar familiar en templo gastronómico de obligado peregrinaje para todo amante de la buena cocina que aterrizaba en nuestra ciudad.

Y le llegó el testigo a la tercera generación familiar con Monty Puig-Pey y Esteban Ortega, las cabezas visibles que nos reciben tras la barra, con Susana Erdocio, mujer de Esteban, que trabaja en la cocina. Entre los tres mantienen vivo el legado familiar, respetando y cocinando su esencia, sacando jugo al recetario familiar e introduciendo pequeñas novedades para actualizar su propuesta. Con cambios en el bar, pero siempre fiel a lo que ha sido el Bergara Bar durante 75 años. Junto a ellos, un equipo que ayuda a que visitar el bar se convierta en toda una experiencia gastronómica: Onil, Judith, Diana, Nasly, Kelson y Cris en cocina; y, Rolly, Federico, Eduardo, Sebastián y Juan Pablo en barra.

Una barra llena de delicias en miniatura, una carta con sus maravillosos pinchos calientes. Yo os presento mi particular quinteto de pinchos del Bergara.

El Itxaso. Una barca de hojaldre que rellenan de rape con crema de puerros, un poco de txakoli y lo culminan con unas finas tiras de puerro frito. Juego entre el mar y la tierra, un bocado fino y elegante, que es puro placer, un viaje al paraíso culinario.

El Txalupa. Un pincho elaborado con setas, langostinos, nata y cava, con el queso parmesano que gratinan al final para aportarle un toque crujiente. Un bocado con carácter y personalidad, de buscar matices, de sumergirse en su explosión de sabor.

La tortilla de anchoa. Huevo, anchoa y un toque de cayena. Menos es más. La magia de la sencillez. Una tortilla poco cuajada, cocinada al momento, respetando la esencia de la anchoa y con un toque alegre que lo acompaña a la perfección, un pincho que enamora.

El ajoarriero. La tradición navarra en el plato. Bacalao, tomate, salsa vizcaína, langostino y patata. Un bocado intenso, profundo, maravilloso, historia y tradición. Una receta que ha seducido al mismísimo Juan Mari Arzak, ahí es nada.

La fideuá. El guiño a la raíces catalanas de Monty. Presentada en una lata, los fideos tostados y cocidos con un buen fumet de pescado, a los que añaden langostino, calamares y unos toques de all i oli que le aportan un toque intenso que acompaña muy bien. A partir de ahí, la falsa lasagna de anchoas, el Txopito, el pastel de kabratxo, la ensaladilla, el Bikote, el Cocktail de marisco, el Rojillo, el risotto de hongos y foie o la carrillera al vino tinto. El paraíso, el templo de los pinchos, donde cocinan y reparten la felicidad a bocados. 75 años de una historia familiar. Zorionak! On egin!

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