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Miércoles, 27 de marzo 2019
El piperropil es un postre oriundo de Navarra cuyo nombre hace referencia a una composición de las palabras 'piper' –pimienta en latín- y 'opil' –torta en euskera-. Literalmente, por lo tanto, su significado hace referencia a torta de pimienta, aunque bajo ese nombre se conocen también el resto de especias en general.
El consumo de los piperropiles se popularizó con la llegada del siglo XX, sobre todo, en la Zona Media del territorio. Aunque la presencia de este dulce fue muy habitual en celebraciones festivas de los diferentes municipios navarros, los sucesivos conflictos como la primera Guerra Mundial y la Guerra Civil terminaron por hacerlo casi desaparecer, debido a la escasez de productos de la época.
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Poco más se conoce de la procedencia del piperropil, alimento al que se le han acuñado diversos significados. Por ejemplo, en algunos lugares se vincula este dulce a la costumbre que tenían las mujeres de obsequiar y agradecer a los hombres que les habían invitado a bailar. En otras zonas se consumían en época navideña debido a que coincidía la cata del nuevo vino de las bodegas con la matanza. En la actualidad, es habitual encontrarlas en determinadas celebraciones festivas de los territorios colindantes con el Bidasoa. En Lesaka, es tradición que el Día de Reyes los padrinos y madrinas obsequien a sus ahijados y ahijadas con este dulce.
Existen muy diversas recetas y muy diferentes entre sí para la elaboración de los piperropiles. Transmitidas de generación en generación, la masa lleva habitualmente huevos, harina y azúcar. Se le puede añadir leudante, si se desea que la masa crezca con el calor; mantequilla, si se le quiere dar una textura más suave; y, por supuesto, no pueden faltar las especias.
Huevos
Harina
Azúcar
Leudante
Mantequilla
Especias
Mientras algunos optan por añadir tanto anís en grano o anís líquido, en las recetas más habituales encontramos la recomendación de añadir canela, aunque se puede optar por el condimento que más guste.
Hay que mezclar todos los ingredientes hasta obtener una masa nada pegajosa para después dividirlas en rollos a los que se les dará forma de lazo o rosquilla.
Con el horno precalentado a 180 grados, se colocan las estructuras pintadas con yema de huevo en una bandeja untada en manteca de cerdo o mantequilla.
Dejar hornear durante aproximadamente 30 minutos hasta que estén ligeramente dorados.
Una vez sacados del horno, hay quienes adornan los piperropiles con trozos de nuez o almendras y otros que le añaden maná de colores, es decir, las bolitas que habitualmente se utilizan como decoración en repostería.
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