Los ángeles y artífices de un trabajado éxito
La historia no se escribe sola. El más de medio siglo de prestigiosa trayectoria de la que gozan Elkano y Kaia no hubiera sido posible sin el sacrificio, la pasión y la encomiable labor de sus alma máter.
MIRARI GÓMEZ
Sábado, 7 de marzo 2020, 09:33
Una nacida en Amezketa, de padre tallista y de madre empleada en una papelería; la otra, natural de Getaria y descendiente de la familia que regentaba el conocido Hotel-Restaurante Larrañaga. A pesar de esas pequeñas diferencias, a la primera, María José Artano, y a la segunda, María Rosa Larrañaga, les une, además del parentesco de ser cuñadas, toda una vida dedicada a los reconocidos restaurantes Elkano y Kaia, respectivamente. Por ello, y en reconocimiento a su intachable trayectoria, las dos recibirán el próximo mes de junio el prestigioso Premio BMW Más Gastronomía.
Ambos proyectos hosteleros se pusieron en marcha en los años 60 y, aunque nacieron como tabernas de copas, pintxos y tapas, pronto se convirtieron en referentes de la parrilla, gracias al don de los Arregi y al incansable trabajo y buen hacer que siempre ha caracterizado a las familias que regentan ambas casas.
El Kaia arrancó en 1962 de la mano del matrimonio formado por Ignacio Larrañaga y María Arruti, y cuya hija, María Rosa, se encargó de coger el testigo junto a su marido, Andoni Arregi. De sus padres recuerda que lo aprendió «todo. Cuando empecé con 20 años, no quise hacer otra cosa que seguir sus pasos».
Dos años después, en 1964, arrancó Elkano por iniciativa de Pedro Arregi y su ama, Joxepa. Allí aterrizó María José ante la insistencia del fundador, que luego se convertiría en su esposo, para trabajar «en principio quince días. Un periodo de prueba que se terminó alargando toda una vida».
Parrilla y revolución
Ubicados en Getaria, con una localización envidiable a escasos metros del puerto, ambos restaurantes despegaron con la incorporación e las parrillas y gracias al gran tráfico y volumen de descargas de producto marítimo que sucedía diariamente. «Los 'arrantzales' salían a la mar y al volver cogieron la costumbre de pedir que les asásemos la pesca. Así empezó la historia de nuestras parrillas», recuerda María José.
Coincide con su relato María Rosa quien, además, apunta la riqueza que supone haber sacado las brasas al exterior de los establecimientos.
«Nunca ha habido obstáculo por tener la parrilla en la calle y eso pasa en Getaria, pero en ningún sitio más. El realizar el asado del pescado a la vista del comensal es un encanto que nos diferencia y que nos ha dado mucho empuje», admite.
Con las parrillas llegó una revolución que llevó a Elkano y Kaia a lo más alto de la restauración guipuzcoana, coronándose como los reyes de las brasas. Ambas tienen claro que su valor diferencial ha sido la mantener la máxima calidad, porque «bueno y barato no hay», ni en la materia prima, ni en el servicio.
Luces y sombras
Sin esfuerzo y sacrificio no hay recompensa y conscientes de ello, ambos matrimonios se dedicaron «en cuerpo y alma» a sus respectivos restaurantes. Mientras los esposos se centraban más en madrugar para ir a por género y en las labores de cocina, ellas desempeñaban su tarea «allí donde hiciera falta. Hacíamos de todo, desde cocinar, servir y limpiar, hasta coger comandas y el trabajo de sala», recuerda Artano, a lo que Larrañaga añade que «en un negocio propio es lo que toca. Nos seguimos preguntando cómo llegábamos a todo».
Y es que ambas, incansables trabajadoras, debieron compatibilizar ese papel con otro tan importante como el ser esposa y madre de tres hijos, aunque destacan que tuvieron una «gran suerte» tanto con la colaboración de sus maridos, como con el comportamiento de sus hijos, que «siempre han sido maravillosos, muy obedientes y no han creado problemas».
Junto a ello, destacan que ser familia les ha aportado un extra de apoyo y les ha ayudado «a ser equipo» tanto en los momentos buenos como en los malos, una actitud «que queremos y esperamos se mantenga siempre». Porque, aun siendo principal competencia, reconocen haber llevado esta circunstancia «muy bien y sin problemas. Siempre con mucho respeto».
Como cuñadas que son muestran una gran complicidad recordando los viejos tiempos compartidos. Una época pasada que, sin duda, arroja buenos, pero también malos recuerdos. «Hemos pasado mucho en estos 50 y pico años. Días de sol, lluvia y auténticos huracanes, pero lo importante es que juntos hemos logrado salir adelante».
Como «la peor» y «la más dura» época, ambas evocan los cinco años en los que sus maridos, los hermanos Arregi, se marcharon a Madrid para poner en marcha el restaurante Itxaso. Sin embargo, no se arrepienten de haber dado el paso pues «de no haber aprovechado la oportunidad, nos hubiésemos quedado con pena».
Esposas y madres de los afamados Arregi, María José Artano y María Rosa Larrañaga han sido protagonistas, en silencio, de la historia de los restaurantes Elkano y Kaia. En reconocimiento a su trayectoria profesional, ambas serán distinguidas en junio con el Premio BMW Más Gastronomía
Relevo generacional «Mejorando nuestro trabajo»
Ya retiradas de la vida laboral, tanto María Rosa como María José suelen dejarse ver de forma frecuente por Kaia y Elkano, donde se han convertido en un apoyo imprescindible para sus hijos Igor y Aitor. Ellos son primos y la nueva generación familiar al mando de los restaurantes getariarras. Sus 'amas' se muestran «muy afortunadas» y sienten «una gran satisfacción» por ver a sus respectivos primogénitos llevar las riendas de los negocios. Coinciden ambas, además, en que «están trabajando muy bien y con mucha ilusión» y no muestran un ápice de duda al afirmar que «están mejoran-do nuestro trabajo. Como tiene que ser, tienen que ir siempre a mejor». Satisfechas con la actual gestión de los establecimientos, valoran «muy positivamente» que, además de respetar aquellos valores transmitidos, sus hijos hayan evolucionado al compás de la revolución gastronómica: «Son la nueva generación y tienen que adaptarse a las innovaciones de los nuevos tiempos».