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Retrato del lehendakari Aguirre (1939, GureGipuzkoa CC BY-SA) y su fábrica en 1914. BLOG DE CÉSAR ESTORNÉS
Lehendakari y chocolatero

Lehendakari y chocolatero

José Antonio Aguirre, heredero de una larga estirpe dedicada al cacao, fue consejero de Chocolates Bilbaínos S.A.

ANA VEGA PÉREZ DE ARLUCEA

Miércoles, 12 de diciembre 2018, 10:36

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En el Athletic Club de los primeros años 20 de mister Petland, hubo tres Aguirres: Aguirrezabala o Chirri II, Aguirre el de Begoña y Aguirre 'Chocolate'. Puede que este último, un tanto bajito y de nariz importante, no llegara a destacar como delantero ni a figurar en los cromos de fútbol, pero su nombre ha pasado a la historia como el del primer lehendakari. De sobra conocerán ustedes la trayectoria de José Antonio Aguirre Lekube (Bilbao 1904-París 1960) como alcalde de Getxo, presidente del Gobierno Vasco, activista en el exilio etc., pero quizás no sepan la labor que hizo al frente de la empresa que le dio su mote futbolístico, Chocolates Bilbaínos S.A.

El abuelo del lehendakari, el natural de Antzuola José Antonio Aguirre, tuvo un obrador de chocolate en Bergara antes de decidir que Bilbao ofrecía mejores perspectivas. En 1881 nos encontramos a los Aguirre instalados en la calle chocolatera por antonomasia de la ciudad, Artekale. Había allí en aquella época una decena de artesanos que atendían la gran demanda de un público acostumbrado aún a desayunar y merendar chocolate a la taza.

Tableta de Chobil, Chocolates Bilbínos, S.A.
Tableta de Chobil, Chocolates Bilbínos, S.A.

El sector chocolatero, dedicado hasta entonces a la elaboración manual o con máquinas de tracción animal, comenzaba a industrializarse de la mano de empresarios innovadores como Matías López. Los Aguirre no quisieron ser menos, y en 1888 emprendieron la construcción de una moderna fábrica en la travesía Tívoli y poco después comienza la producción a gran escala, llegando a tener despacho propio en Bilbao, Bergara y otro en el mismo Madrid (La Vizcaína, c/ Arenal 18). Sus hijos Teodoro y Pablo se encargarían de dirigir Chocolates de Aguirre después de la muerte del patriarca en 1907, momento en el que comienzan una gran expansión. «Pedid en todas partes los exquisitos chocolates de Aguirre», dirán sus anuncios en la prensa española y en revistas especializadas en gastronomía.

Teodoro –el padre del lehendakari– compagina la gestión del negocio con la abogacía mientras que su hermano Pablo viaja a Inglaterra para conocer de primera mano nuevas técnicas de elaboración. En 1911 instalan un motor eléctrico y amplían la fábrica de Tívoli, que en 1914 celebrará sus bodas de plata con reparto de dulces a los niños del barrio. En el ínterin nació José Antonio, el mayor de los 10 hijos de Teodoro y Bernardina Lekube.

Al frente de Chobil

Casi todos ustedes se acordarán de Chobil, el mítico chocolate del envoltorio rojiblanco. La marca desapareció engullida por Nueva Rumasa después de una venerable trayectoria que empezó, bajo ese nombre concreto, en 1954 y como empresa en 1920. Chobil es el acrónimo de Chocolates Bilbaínos, la sociedad anónima montada por cuatro fabricantes de la ciudad: La Dulzura, Caracas, Martina Zuricalday y Chocolates de Aguirre. Cada uno de ellos obtuvo un 25% de participación en el negocio, que llegó a ser el segundo más importante del sector en España.

Chocolates Bilbaínos se constituyó el 10 de julio de 1920, poco antes de morir Teodoro Aguirre. Huérfano de padre con 16 años, José Antonio colabora extraoficialmente en la empresa familiar hasta su mayoría de edad (entonces a los 21) y luego como consejero y gerente. La abogacía primero y la política después le apartaron del trabajo cotidiano, asunto que acabaría en manos de su hermano Juan Mari.

Reformas laborales

En el número 4 de la calle Tívoli se fabricaron hasta nueve clases de chocolate, seis para la taza y tres para comer en crudo: Luz, Ch. B. y Fantasía-Vainilla. Pese a su implicación en la vida política, el futuro lehendakari nunca dejaría de preocuparse por la marcha del negocio, participando en la redacción de un estatuto laboral muy novedoso y que sirvió de ejemplo a numerosas empresas. Siguiendo la doctrina social de la Iglesia y las directrices de la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII (1891), José Antonio Aguirre escribiría en 1932 parte del 'Reglamento de las bases de trabajo de la Sociedad Anónima Chocolates Bilbaínos'.

Este documento, aprobado en el consejo de administración con acuerdo de los trabajadores, promovió reformas destinadas a mejorar las condiciones de los obreros como la asistencia médica gratuita, seguros por accidentes, enfermedad y jubilación, bajas por maternidad (dos meses con jornal íntegro), permisos de lactancia (dos descansos de media hora al día), vacaciones remuneradas o viviendas sociales. Se implantó el sistema de salario familiar, mediante el que el sueldo aumentaba en una peseta por matrimonio o hijo, a la vez que otras novedades referidas a la patronal, como destinar parte de los beneficios a causas caritativas.

Avatares políticos

Al comienzo de la Guerra Civil la fábrica fue militarizada por el departamento de abastecimientos del Gobierno vasco con el fin de controlar la distribución de sus productos, priorizando el abastecimiento de chocolate a las tropas republicanas. Una vez tomado Bilbao por los nacionales, la participación de los Aguirre en Chocolates Bilbaínos fue incautada y cedida a personas afines al régimen, imponiéndosele incluso una multa de tres millones de pesetas a la madre del dirigente nacionalista para que no pudiera ayudarle ni con un céntimo en el exilio.

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