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Jueves, 20 de mayo 2021, 07:45
La sal de Maldon suele formar unos cristales suaves en forma de escamas (por lo que a veces recibe la denominación de 'sal de escamas'), que se disuelven fácilmente y que por tanto la convierten en ideal para emplear inmediatamente antes de salir a la mesa en asados de carne y pescado, o en otros platos en los que lo que se pretende es potenciar el sabor, como en verduras, setas…
A pesar de que en España tan solo se comercializa desde hace relativamente poco tiempo, el país es el segundo mayor consumidor mundial de este condimento (unos 150.000 kilos anuales), tan solo por detrás del Reino Unido.
La particularidad de esta sal es su gran pureza natural y su potente sabor, lo que le permite ofrecer a los platos un efecto de 'pico de sabor' cada vez que la lengua encuentra una escama, y por esta misma razón, se recomienda que se emplee con más cuidado que la sal normal.
Estas características tienen mucho que ver con su procedencia; recolectada tan solo cuando las condiciones climatológicas forman una fina capa de cristales en las salinas que coronan el condado de Essex, al este de Londres, tiene además una elaboración puramente artesanal y laboriosa.
Se tiene evidencia escrita de la recolección de la sal Maldon en el estuario del río Blackwater, en el municipio de Maldon, desde el año 1086. La empresa salinera 'The Maldon Crystal Salt Co Ltd.' es la encargada de recoger, centralizar y distribuir la producción de sal desde hace más de 130 años.
Además de la sal Maldon existen muchas variedades de sal, algunas más fáciles de conseguir que otras. Atrás queda la simple distinción entre sal fina y sal gorda; en estos momentos en las estanterías de establecimientos especializados podemos encontrar otras sales gourmets como la Oshima y Gomasho (Japón), Halen Môn (Gales), Guérande y Flor de Sal (Francia), Negra (India y Chipre, diferentes a pesar de tener el mismo nombre), o Rosa del Himalaya, por citar algunas.
Lo cierto es que consumir sal natural no solo tiene una base gourmet sino también de salud, toda vez que aportan valiosos oligoelementos y sales minerales. Por contra, la sal de mesa refinada es cloruro de sodio en un 98%, mientras que el 2% restante son sustancias químicas añadidas, como antiaglomerantes y, a veces, yodo.
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