Saltan chispas en la batalla de Vitoria
Hace cuatro años Vitoria fue el epicentro de todo un terremoto político que provocó la caída de Javier Maroto, quien en ese momento inició un ... amargo descenso a los infiernos que se escenificó el pasado mes de abril con la pérdida del escaño de Álava en las generales. El que fuera regidor del PP de la capital alavesa ganó las últimas elecciones con 9 escaños, pero de nada le sirvió esa victoria en las urnas, ya que la oposición en bloque -el PSE se descolgó a última hora por los votos del PNV que le facilitaron la Alcaldía de Andoain a EH Bildu- sumó sus votos para tumbar al candidato popular en la lona consistorial. La derrota de Maroto revolvió las tripas de los populares alaveses, que aún se relamen de aquellas heridas que supuso aquel mazazo que, con la anuencia del PNV, cayó como una losa en el partido. Rajoy, que lideraba en aquellos años la formación, intentó reconfortar a Maroto de aquel revés situándole en la dirección del aparato, pero el dirigente popular volvió a morder el polvo el mes pasado y también en su propia tierra.
Han pasado cuatro años y el escenario ha cambiado, pero las posibilidades de que tras el 26-M pueda haber más de un salto mortal con tirabuzón existen en Vitoria. Leticia Comerón es ahora la heredera del 'marotismo'. Y sus escaños -la vida en política da más de una vuelta- podrían ser claves. El PNV, con Urtaran como candidato a la reelección, está en reñida disputa demoscópica con la aspirante de EH Bildu, Miren Larrion, quien desde el primer minuto reivindica la Alcaldía si es la más votada.
Los jeltzales están comprobando en campaña que Larrion no cederá en su aspiración de ser la alcaldesa -hace cuatro años fue la facilitadora para que Urtaran fuera alcalde- y las calculadoras peneuvistas echan humo para encontrar la fórmula mágica que les haga retener la vara de mando.
La elección del alcalde o alcaldesa de Vitoria promete tener grandes dosis de adrenalina. El primero en la liza electoral de la noche del domingo tendrá a su favor que, quien quiera tumbarle en la urna consistorial del 15 de junio, tendrá que cuadrar una mayoría absoluta que deponga su triunfo. Y en algunas combinaciones harían falta los votos del PP para, por ejemplo, en el caso de que el PNV busque otra opción alternativa a una victoria de Larrion. Podría darse la circunstancia de que el PP pudiera dar la vuelta a su mal fario al convertirse en decisivo en Vitoria. Y resultaría vertiginoso barajar las posibles consecuencias de esa jugada que no deja de ser toda una hipótesis.
El PP que lidera Alonso en Euskadi, con los números en la mano tras el 26-M, tendrá que repensar su papel en el tablero vasco y aprovechar el poder estabilizador que le puede proporcionar al Gobierno de Urkullu, salvo que prefiera visualizar en el Parlamento la inferioridad numérica del bipartito PNV-PSE, con lo que esto conllevaría: un adelanto electoral en Euskadi que quizá no convenga a un PP en sus peores horas.
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