Primer revés con efecto bumerán
El foco ·
Pedro Sánchez se subió ayer al estrado electoral de la plaza Bilbao -en pleno centro donostiarra- para responder a la primera dentellada que el secesionismo ... catalán le ha asestado tras el 28-A a la propuesta de situar a Miquel Iceta, su valedor en Cataluña, como presidente del Senado en un nuevo tiempo en el que el presidente del Gobierno quiere dar un nuevo impulso a la estructura territorial del Estado. Con el juicio del procés aún en marcha, sin conocer todavía las sentencias que pueden recaer en los encausados y con unas elecciones aún sin votar que completarán el tablero político en España, Sánchez arriesgó en su apuesta de elevar a Iceta en lo alto del Senado, sin tener todas las cartas de juego aseguradas. Quizá el presidente, en su pensamiento de que la cortesía parlamentaría reinaría por encima de todas las cosas, pudo pecar de exceso de confianza, a pesar de los recelos multiplicados que desde los partidos secesionistas se habían levantado desde el mismo día en que el juez Marchena abrió el juicio oral en el Supremo. Aunque la ERC del hoy preso Oriol Junqueras no es lo mismo que la JxCat del huido Puigdemont, los republicanos no han dudado en darle un portazo a la propuesta de Sánchez, como ya lo hicieran en su día en el rechazo a los Presupuestos que provocaron la convocatoria electoral recién finiquitada y en la que el presidente salió reforzado en su línea mantener el diálogo con Cataluña en la búsqueda de soluciones.
Sin embargo, este aparente tropezón que sufre el presidente en funciones en sus primeros pasos de la legislatura por el portazo que ERC le da su propuesta de Iceta podría convertirse en una especie de efecto bumerán contra los partidos que han propiciado este veto -inédito hasta el momento en el Parlament- «contra la convivencia y el diálogo», como el propio Sánchez denominó a esta maniobra de los republicanos. El rechazo a Iceta puede ser un hándicap pesado para los republicanos y un balón de oxígeno para los socialistas en unas elecciones que tradicionalmente mantienen su nervio en la municipalidad.
A falta de diez días para que los ciudadanos vuelvan a las urnas, los independentistas catalanes han vuelto a visualizar la importante sima que mantienen con el presidente y vuelven a escenificar una estéril política de ruptura de puentes. Todo esto ha sucedido, a pesar de que desde la derecha se ha venido atizando al líder socialista por una supuesta «perversa connivencia» con quienes alteraron el orden constitucional en Cataluña y que terminó en una traumática aplicación del artículo 155 que, no olvidemos, respaldó el actual presidente.
Sánchez regresó a San Sebastián para airear a los cuatro vientos que su apuesta por el diálogo es inequívoca. El presidente pone a Euskadi como ejemplo de esta máxima de la política y en cierta manera sigue la estela del lehendakari Urkullu, que ya en Mar del Plata dijo que un modelo que blindara el autogobierno en Euskadi serviría para desbloquear Cataluña.
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