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El Parlamento Europeo más poderoso en su momento de valoración más bajo

El Parlamento Europeo más poderoso en su momento de valoración más bajo

La Cámara continental que surja de las urnas el 25 de mayo será la que más competencias ostente en la historia de la Unión Europea

Ander Azpiroz

Jueves, 22 de mayo 2014, 18:25

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Si se cumplen las expectativas el 25 de mayo España registrará un nivel de abstención histórico en unas elecciones europeas. Seis años de crisis han dejado por los suelos la confianza del electorado en los partidos políticos y en las instituciones europeas, a los que se acusa de no haber sabido atajar los efectos de la recesión con otra receta más allá de las políticas de austeridad. En el caso concreto del Parlamento de Estrasburgo los datos del Eurobarómetro arrojan que a día de hoy solo un 23% de los españoles tiene una valoración positiva de su labor por el 57% que opinaba igual en 2008.

El último barómetro del CIS aporta un dato revelador. Un 58% de los entrevistados considera que las próximas elecciones serán igual de importantes que las seis citas precedentes. Pero lo cierto es que la Eurocámara que salga de las urnas el día 25 será la que más poder detente en la historia de la Unión Europea. Por eso, uno de los mensajes principales que se intenta transmitir desde las altas esferas comunitarias es que «esta vez es diferente» porque, se añade, «los votantes serán más influyentes que nunca». Según establece el Tratado de Lisboa, por primera vez la candidatura que presenten los 28 para sustituir a José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea deberá contar con el respaldo de la mayoría de los parlamentarios de Estrasburgo. Así, por primera vez, la Cámara que surja de la voluntad de la ciudadanía europea deberá refrendar la propuesta de los jefes de Gobierno de los 28 sobre quién dirige el órgano ejecutivo de la UE. Esta circunstancia ha llevado a los principales partidos a presentarse a las elecciones con un cabeza de cartel continental y un programa concreto. El próximo presidente de la Comisión será el popular luxemburgués Jean-Claude Juncker o el socialista alemán Martin Schulz. Junto a ellos compiten el liberal belga Guy Verhofstad, el izquierdista griego Alexis Tsipiras, o los verdes Franziska Keller y José Bové, alemana y francés, respectivamente.

Lisboa también amplió los ámbitos en los que es necesario el procedimiento de codecisión entre la Comisión y la Eurocámara. Este mecanismo, puesto en marcha por el Tratado de Maastricht de 1992, permite al Parlamento de Estrasburgo frenar iniciativas del Ejecutivo comunitario cuando no está de acuerdo con ellas. Las nuevas áreas en las que Estrasburgo gozará de esta prerrogativa son agricultura, seguridad energética, inmigración, justicia y asuntos de interior, salud y fondos estructurales. El hecho de poder influir en sectores tan importantes supone a su vez un incremento en el poder del parlamento sobre los presupuestos comunitarios. No obstante, a pesar del aumento de facultades de control, siguen quedando fuera de la vigilancia de la Cámara materias especialmente sensibles como aspectos de Defensa o de Política Exterior.

Paradojas

Las elecciones europeas presentan varias paradojas. La primera de ellas es el auge del euroescepticismo. El Parlamento más influyente que nunca haya tenido la UE puede llegar justo en el momento en el que las fuerzas antieuropeístas gocen de su mayor representación en Estrasburgo. Los partidos de Marine Le Pen en Francia, Geert Wilders en Holanda o Nigel Farage en Reino Unido amenazan con lograr unos resultados que les permitirían utilizar la estrenada fortaleza del Europarlamento para socavar el propio proyecto de integración europea desde dentro, al más puro estilo del caballo de Troya.

La segunda paradoja es de ámbito nacional. La escasa intención de voto de los españoles contrasta con la importancia que dan al Parlamento Europeo, en el que sentarán a 54 representantes sobre un total de 751. Según el CIS, un 82,9% de los encuestados considera que las decisiones que se toman en Estrasburgo afectan bastante o mucho a sus vidas. La percepción es correcta y aún lo será más a partir del 25 de mayo, cuando disponga de las competencias que le permitan dejar de actuar de simple acompañante y pasar a medirse de tú a tú con el Consejo y la Comisión europeos. Así lo refleja el Tratado de Lisboa, en el que se aboga por hacer una Unión Europea más democrática, más eficiente y mejor capacitada para abordar con una sola voz los problemas mundiales.

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