La resaca de la Copa sacude al país de los equilibrios territoriales

Que el deporte sea capaz de suscitar semejante sentimiento de pertenencia resulta un fenómeno único en el mundo, quizá solo comparable a cómo se vive la pasión de ser seguidor del River Plate o del Boca en Argentina. Pero la derivada electoral puede ser más compleja. Euskadi es un país sustentado en sutiles equilibrios en los que los que los territorios de Gipuzkoa, Álava y Bizkaia comparten 25 parlamentarios cada uno. Una hiperventilación excesiva puede ser un arma arrojadiza porque asoman ciertos recelos. El riesgo del hegemonismo vizcaíno está a flor de piel en Gipuzkoa y Álava y puede convertirse en un inesperado acicate de movilización electoral si hay saturación y sobredosis de gabarra. El triunfo del Athletic podría favorecer al PNV de Bizkaia, que presume siempre su conexión con el espíritu del club. Pero a la vez podría provocar un efecto bumerán en Álava y Gipuzkoa.

El domingo de campaña dejó ayer numerosas referencias futbolísticas. La mayoría se apuntó al carro de los ganadores. El primero en hacerlo fue Imanol Pradales, el aspirante del PNV. Ayer enarboló en Araia, en Álava, la Euskadi de la cohesión territorial y social frente al peligro de las dos velocidades. Lo hizo ante el cabeza de lista alavés, Joseba Díaz Antxustegi, una joven promesa de los jeltzales en este territorio y que precisamente procede del mundo del fútbol, es portero y ha jugado en el Deportivo Alavés B.

También Pello Otxandiano recurrió en Amurrio al símil de la final y de la victoria del Athletic para explicar que EH Bildu es un poco como el equipo vizcaíno, y que va a ganar la final. Conocido el pudor que suele tener Arnaldo Otegi para anunciar que acude a los partidos de la Real Sociedad –su equipo de toda la vida– llama la atención que Otxandiano ponga el turbo.

Tampoco podía disimular sus ojeras Eneko Andueza, que vivió en Portugalete junto a sus compañeros socialistas la final. Hubo fiesta y Andueza, que es bastante animado, lo dio todo. El socialista intenta capitalizar su posición de ser el que va a tener la llave de las alianzas del futuro. Algo así como 'la fuerza tranquila', que era el lema de François Mitterrand cuando ganó las elecciones en Francia en 1981.

La última visita de Pedro Sánchez a Vitoria ha reactivado los ánimos de los socialistas vascos que necesitan romper la polarización entre el PNV y EH Bildu para encontrar un espacio de mayor visibilidad. Por la mañana, el cabeza de lista guipuzcoano, Denis Itxaso, recorría las calles de Trintxerpe que conoce muy bien desde niño y adolescente. Tocaba el tradicional reparto de rosas, todo un clásico para el PSE. Trintxerpe es un lugar emblemático. Sus muy elevadas tasas de abstención (hasta un 60% en las autonómicas) constituyen siempre una señal. Allí, su hermano Bixen fue el primer alcalde socialista de Pasaia entre 1995 y 1999. Eran años bien duros.

El popular Javier de Andrés hizo campaña en San Sebastián con Elías Bendodo, dirigente del PP de Génova, y no faltaron las alusiones futbolísticas. Recordó que le gusta que el Athletic juegue con los mejores y que no necesitan acreditar un perfil lingüístico para jugar bien. La bandera crítica con las políticas sobre el euskera va a estar presente en el discurso del PP vasco de una forma intensiva. Sobre todo en Álava, un escenario por el voto que será apretado y en el que las denuncias por una supuesta discriminación desde Bizkaia y Gipuzkoa no son nuevas. Elías Bendondo volvió a zaherir a Sánchez «porque intenta extender cortinas de humo para tapar la corrupción».

El carácter dual del voto vasco –se cambia de papeleta en función del tipo de comicio con una paulatina y pasmosa naturalidad– ha ganado bastante terreno en los últimos meses y eso dibuja una realidad transversal y líquida. A veces gaseosa. Habrá que beber mucha agua y tomar mucha más vitamina D para combatir la resaca.