Irrumpen los primeros espadas pero el motor electoral sigue al ralentí
El debate del modelo policial marca los primeros compases. El pulso está en quién ocupa la 'centralidad' del país, pero quizá la fractura que se gesta en el electorado vasco es más generacional que ideológica
La discreta campaña vasca se metió este viernes en la ruidosa liza española, que es algo que saca de quicio a los nacionalistas. La presencia ... de Alberto Núñez Feijóo en Vitoria y la de José Luis Rodríguez Zapatero en Irun marcaron las primeras horas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, participará este sábado en un acto en la capital alavesa. Álava se ha convertido en el confesado objeto de deseo y de movilización electoral. Sobre todo en Vitoria. Está en juego la primacía en esta ciudad, la más volátil y ecléctica, en la que han ganado prácticamente todos los partidos (PNV, PSE, PP y EH Bildu).
Todos dan por sentado que si en algún sitio se va a producir un pulso entre los socialistas y los populares es en Vitoria, que concentra el 80% del censo alavés. De ahí la importancia de algunas palabras. Y de ahí que el PNV y EH Bildu denuncien la presencia de 'paracaidistas' de Madrid. Nada nuevo bajo el sol. Ese guion es el mismo que suena en el disco desde el comienzo de la Transición. Determinadas cosas no pasan de moda aunque se repitan un millón de veces. El comportamiento alavés es como una montaña rusa de emociones. O como esta primavera loca, con el termómetro que sube y que baja. Frío o calor. La vida misma.
Zapatero y Feijóo demostraron que ambos partidos necesitan movilizar a sus electores para competir mejor. El PSE liderado por Eneko Andueza sabe hace tiempo que el verdadero punto fuerte de los socialistas vascos es la marca PSOE, que es la que mueve a sus votantes en las generales, la que en su día logró un éxito histórico para Zapatero en 2008 y la que permitió a Sánchez arrollar en julio de 2024. El expresidente reivindicó este viernes el enorme capital de futuro para Euskadi que ha supuesto la llegada de la paz. Que aún queda pedagogía pendiente.
Pradales rechaza de plano la propuesta de desarme que plantea Bildu en la Ertzaintza
El PP de Javier de Andrés tiene la íntima confianza de que las cosas van a irles bien en Álava. Este viernes contaba con el apoyo de Núñez Feijóo, en la plaza Nueva de Vitoria y ante 500 personas, con una explícita advertencia al electorado moderado vasco de que está en marcha un frente soberanista entre el PNV y EH Bildu, que ahora disimulan. «Podrían ir de la mano», advirtió. Objetivo: ganar los votos de Vox, pero también del nacionalismo moderado que se fue con Urkullu para frenar a la izquierda abertzale. Pero eso no quiere decir que hay que dejar de apretar el acelerador frente a Sánchez. Eso piensan. Que eso incentiva a sus electores más cafeteros.
El motor sigue al ralentí pero todos piensan que la batalla gira alrededor de las clases medias. Queda lejos el 'El disputado voto del señor Cayo', aquella fantástica novela de Miguel Delibes de 1978, luego llevada al cine con Paco Rabal de protagonista, que nos describía las inquietudes de la España vaciada frente al poder emergente de las ciudades. Se ambientaba en una aldea al norte de la provincia de Burgos. Ahora la ruptura no estriba en las diferencias de clases, que haberlas haylas, aunque más matizadas. Tampoco pesa tanto, y eso es casi revolucionario, el muro petrificado entre nacionalistas y no nacionalistas que formaba parte del paisaje convencional vasco e impedía trasvases. La fractura se libra en el territorio sensible del cambio generacional. La edad se ha convertido ya en un elemento de conflicto cultural, también en el campo del nacionalismo, en donde los electores de más edad se decantan por el PNV y los más jóvenes giran alrededor de Bildu. Al menos eso dicen las encuestas.
La presencia de Sánchez y Feijóo en Vitoria revela que el pulso se libra allí
Los socialistas, más en las generales, tienen un público más diverso. Y la abstención se ceba sobre todo entre los jóvenes, los más lejanos con la política de la democracia liberal. O que se sienten atraídos por las nuevas expresiones populistas pero también por los movimientos sociales más transgresores.
Las primeras polémicas de la carrera electoral empiezan a brotar como champiñones. Pero ya se vislumbran los primeros chispazos dialécticos. El modelo policial vasco entró este viernes en escena de la mano de EH Bildu, de Vox y de Sumar. La izquierda independentista lanzó una oferta que promete ruido. Propone, de entrada, que se lleve a cabo en la Ertzaintza una reducción de las armas de fuego, la puesta en marcha de programas pilotos de patrullas desarmadas y la reubicación de los agentes de la Brigada Móvil. Imanol Pradales, el candidato del PNV, respondió directo y entró al trapo. «No juguemos con estos temas, hay que desarmar al delincuente, no a las policías». Los jeltzales saben que la seguridad en los barrios es una cuestión cada vez más sensible en su propio electorado. Recuerda la 'guerra al navajero' de Iñaki Azkuna, el exalcalde de Bilbao. que, por cierto, este sábado hubiera disfrutado de la final de Sevilla como toda la afición del Atlhetic. En un mundo casi sin certezas, eso sí que es pasión identitaria.
Consulta habilitante y derecho a decidir
El programa electoral de EH Bildu recoge entre las propuestas algunas que pueden reactivar el debate del autogobierno en la nueva legislatura: reanudar en tres meses la ponencia parlamentaria, un nuevo acuerdo político refrendado por la ciudadanía vasca a través de una consulta habilitante que luego sea negociado con el Estado y que recoja «el derecho a decidir las políticas públicas y el futuro de Euskal Herria». EH Bildu considera que el actual debate de la plurinacionalidad ofrece una 'ventana de oportunidad'.
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