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El PNV ganó con claridad las elecciones autonómicas en el País Vasco, que han retratado el paisaje más nacionalista de su historia y que han castigado a las formaciones no nacionalistas. Los jeltzales obtienen el 39,32% de intención de voto, casi 350.000 votos y 31 escaños, a uno del techo que alcanzó Carlos Garaikoetxea en 1984, antes de la escisión de EA, y tres más que en 2016, uno por cada territorio. Lo ha hecho en unos comicios marcados por la pandemia, bajo unas notables garantías sanitarias y en las que ha funcionado la máxima de Ignacio de Loyola: en tiempo de desolación no hacer mudanza. Es decir, la sociedad vasca no tiene gran pulsión de cambio. Pero también ha premiado a EH Bildu, que experimenta un fuerte ascenso al lograr cuatro parlamentarios más, y pasa de 18 a 22, afianzándose como segunda fuerza política y alternativa de oposición con el 27,87% de voto y 250.000 votos
El 12-J ha sido el escenario de esta tormenta perfecta. La abstención ha sido histórica en estas elecciones excepcionales, del 47%, la mayor registrada en unos comicios desde el inicio de la democracia y ocho puntos más que hace cuatro años. El territorio más abstencionista fue el alavés -casi el 50%- y el que registró más participación fue el guipuzcoano.
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Los socialistas de Idoia Mendia logran reemplazar a Elkarrekin Podemos como tercera fuerza política y referencia de la izquierda no nacionalista. Su resultado es algo agridulce. Con sus 122.000 sufragios, suben un escaño por Álava y pasan de nueve a diez pero sus expectativas pasaban por obtener también uno más por Bizkaia. El 'factor Pedro Sánchez' no ha servido para movilizar al electorado del PSOE aunque el PSE salva la cara al obtener un representante más y su respaldo es imprescindible para la mayoría absoluta.
Elkarrekin Podemos-IU experimenta un serio batacazo al perder cinco de sus once parlamentarios. Un considerable revés para la formación que lidera Pilar Garrido, estrecha colaboradora de Pablo Iglesias, que no ha conseguido que el discurso a favor de una alianza de izquierdas cuajara en el electorado. Parte del sufragio que pierde parece que se dirige, o vuelve, hacia EH Bildu.
Relación de fuerzas: El nacionalismo vasco tendrá el mayor peso político de su historia en el nuevo Parlamento
El escaño de Vox: Entra en la Cámara con un escaño por Álava gracias al desgaste del PP y una abstención récord
La coalición PP-Cs experimenta un notable retroceso al perder cuatro de sus nueve diputados que lograron los populares en 2016. Una relevante caída que implica un revés para Pablo Casado, que había forzado el relevo de Alfonso Alonso en favor de Carlos Iturgaiz, que no tiene margen de maniobra en la Cámara para explorar movimientos alternativos.
La gran novedad es la entrada de Vox en el Parlamento, con un parlamentario por Álava. La fuerte desmovilización del voto en la circunscripción alavesa y el desgaste del PP han sido factores claves para favorecer la entrada de un parlamentario de la formación que dirige Santiago Abascal.
Una suma de los partidos de izquierda -EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos-IU- llega a los 38 diputados en el Parlamento; es decir, las tres fuerzas mantienen por la mínima la mayoría absoluta que han tenido en la última legislatura. Los jeltzales no alcanzan junto a la coalición PP-Ciudadanos el umbral de los 38 escaños necesario para bloquear una eventual, e improbable en la actual coyuntura, acción concertada de las fuerzas parlamentarias de izquierda.
La victoria del PNV y la subida del PSE les permiten llegar a 41 escaños, una sólida mayoría absoluta, tres más de los 38 necesarios, si ambos partidos se deciden por reeditar la coalición, que es lo previsible. Una tarea que, salvo sorpresa, puede llevarse a cabo con rapidez. El PNV solo tiene una alternativa al pacto con el PSE que es el acuerdo con EH Bildu.
La Cámara vasca tendrá un mayor peso político de las fuerzas nacionalistas -el mayor de su historia- ya que una suma entre el PNV y EH Bildu da 53 parlamentarios, frente a los 46 de la pasada legislatura. Una novedosa relación de fuerzas que puede ser relevante para negociar un nuevo estatus de autogobierno de Euskadi con mayor capacidad de presión hacia el Estado. Los jeltzales dejaron claro que la prioridad del nuevo ciclo pasa por la 'reconstrucción' del país para salir de la crisis del Covid.
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