El año que recurrieron al autotune
Monocorde.
Alguien dijo que el PNV mantenía con la independencia la misma relación que los católicos con el cielo: un paraíso al que mejor llegar lo ... más tarde posible. EH Bildu también ha descubierto las bondades de la parsimonia. Hasta el más separatista prefiere invertir su paciencia en esperar la independencia que una cita del ambulatorio. Si el público musical no está para voces desgarragadas, qué decir del electorado, alérgico a los aullidos, estridencias, desafinaciones y salidas de tono. Por eso, los partidos han pasado sus mensajes por el autotune, el programa de afinación que homogeiniza y adormece. Cada uno tiene su canción, pero todas suenan parecido.
Cuidados.
La 'Euskadi de los cuidados' ha encontrado en la relación simbiótica que mantienen PNV y PSE su encarnación perfecta. El PSE es el andador que ayuda al renqueante PNV a completar sus paseos por las legislaturas; el PNV administra a cambio el centro de día en el que dejar a los cargos socialistas por la mañana y recogerlos por la tarde.
Bipartidismo.
La incertidumbre en torno al resultado electoral se mueve en el terreno de lo simbólico –quién obtendrá más votos, quién más escaños, quién ganará en dónde, quién subirá, quién bajará y quién desaparecerá–, porque en el ámbito de lo práctico está escrito que PNV y PSE gobernarán juntos con Pradales de lehendakari. Lo cual no se sabe si dice que así nos va bien o habla de la autocomplacencia vasca. Lo cual nos llevaría a la siguiente palabra de este breve diccionario: amarrategui. En un País Vasco que durante años ha desayunado, comido y cenado espanto, el truco está en no espantar al votante. De ilusionarlo, mejor ni hablamos.
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