Uvesco, la primera gran prueba de fuego para armar operaciones de arraigo 'Made in Euskadi'
La eventual compra de la firma por parte de algunos de sus directivos y un grupo de inversores vascos pone a prueba la capacidad de aunar voluntades en el país
La Operación Uvesco, desvelada ayer en exclusiva por DV, supone, más allá de su evidente importancia dadas las magnitudes que se manejan tanto ... en volumen económico–más de 700 millones de euros– como en el empleo concernido (7.100 personas), una enorme prueba de fuego para eso que se quiere potenciar en Euskadi a toda costa: la colaboración entre distintos agentes financieros para sacar adelante proyectos de compra o de crecimiento de empresas estratégicas del país mediante fuentes de financiación alternativas a las tradicionales.
Bajo esa idea conviven varios actores privados vascos que han visto la luz en los últimos años con esa vocación y bajo la fórmula de fondos de inversión (no pocos en Gipuzkoa) y también iniciativas públicas o público-privadas a las que el Gobierno Vasco ha traído a primera plana, como el Clúster Financiero Vasco (BasqueFIK) o la denominada Alianza Financiera Vasca. El objetivo es simple, sumar fuerzas para afianzar arraigos.
La compra de Uvesco es un desafío que sobre el papel resulta laborioso, a nadie se le escapa, dada la muy distinta naturaleza de los integrantes del consorcio que trabaja en la oferta a Pai Partners (dueño del 70% de las acciones), pero que permitirá en cierto modo medir las fortalezas con las que parte Euskadi a la hora de afrontar esa apuesta que ha decidido jugar. Ver hasta qué punto aguantan las costuras.
La operación (denominada en clave 'Rubicón', lo que evoca a aquella frase de 'la suerte está echada', atribuida a Julio César al cruzar esa última frontera antes de marchar sobre Roma junto a sus tropas) se presenta en primera instancia como una alianza estrictamente privada.
Eso no quiere decir que los distintos fondos públicos de los que Euskadi se ha dotado en los últimos meses –el Gobierno de Imanol Pradales ha echado el resto en este asunto con la idea de movilizar al mismo tiempo y como derivada recursos privados– no pudieran terminar teniendo alguna participación, sino que en principio la solución en la que se trabaja en la actualidad es ajena al ámbito de la Administración.
Cabe recordar en este punto que el consejero de Industria, Mikel Jauregi, y hasta el propio lehendakari siguen desde hace tiempo muy de cerca las conversaciones entre los socios (hoy vivas e intensas), en una clara dinámica de favorecer que la oferta llegue a buen puerto. Uvesco es una empresa muy importante para el país y la posibilidad de blindar para siempre su arraigo es algo que nadie cuestiona.
Socios pero no iguales
¿Y quiénes forman parte de esa entente? La figura principal, sobre la que pivota toda la iniciativa, es la del consejero delegado de Uvesco, Ángel Jareño, que ha reunido a junto a él a otros cinco directivos de primera fila de la compañía de distribución.
¿Para qué? Para afrontar lo que en términos financieros se conoce como un 'management buy out' (MBO). Un movimiento por el que ejecutivos de una compañía dan un paso al frente para hacerse con el control de la misma, normalmente financiados por un tercero, como es el caso.
En general, estos procesos incluyen la participación de otros inversores de diferente calado que acompañan a los citados directivos. Así sucede en el caso de Uvesco, puesto que Jareño y su equipo han logrado concitar la participación junto a ellos de varios actores de peso.
En ese grupo se encuentra, por ejemplo, el fondo de inversión Indar Kartera, lanzado este año por Kutxabank con 500 millones de euros y con la misión de abordar la entrada en el capital de empresas estratégicas vascas en la que permanecer durante largo tiempo, incluso de forma indefinida. Una filosofía nada habitual en el mundo de los fondos.
El vehículo de la entidad pilotada por Anton Arriola, que realizaría con Uvesco su primera operación, ya tiene otras en análisis; algunas bastante más avanzadas que otras.
Junto a ellos surge la figura de Stellum Food & Tech, uno de los vehículos de la fundación Artizarra y que ya está en el capital de Uvesco, en la que entró cuando llegó PAI Partners, apuntalando en cierto modo la presencia vasca en la firma. Idéntica posición es la de Inveready, la potente gestora capitaneada por Josep María Echarri, que también compró entonces títulos del grupo. Según varias fuentes, el financiero catalán está resultando pieza clave en esa tarea de desbrozar el camino a la operación.
Para completar el consorcio encontramos a la EPSV de empleo, Geroa, que podría abordar su entrada a través de Orza, un vehículo de inversión directa que comparte con Elkarkidetza, la entidad de previsión de diputaciones y ayuntamientos, y que sería la nota un tanto particular por ese 'toque' público.
Las negociaciones siguen en marcha, mientras PAI espera una oferta en firme que se está demorando. ¿Qué queda por resolver? Pues que todos los actores buscan condiciones no idénticas, no tanto a la hora de entrar como a la hora de salir. Stellum e Inveready son fondos al uso (con sus particulares necesidades), y además ya están en Uvesco, mientras Indar piensa a más largo plazo y es 'nuevo' en la empresa.
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