Los sindicatos ven clave ir hacia las 32 horas y analizar su distribución
ELA y CC OO de Euskadi denostan el modelo belga porque no supone una mejora en la conciliación laboral y familiar
Los sindicatos vascos inciden en que el debate real tiene que ser el de la reducción de jornada, ir hacia las 32 horas semanales, más allá de que se distribuyan en cuatro o en cinco días a la semana, aunque no les disgusta que se concentren de lunes a jueves.
Pello Igeregi, responsable de Negociación Colectiva de ELA, apunta que el modelo belga implica una flexibilidad horaria pero no una verdadera reducción de jornada, porque ésta sigue siendo la misma solo que distribuida de otra manera. Además, apunta que conlleva otros efectos perniciosos. «Ampliar las jornadas diarias supone una mayor precarización del trabajo, porque implica unos ritmos de producción que no serían soportables», remarca.
Y respecto a la propuesta de Más Madrid, que implica una reducción de horas, señala que tiene sus ventajas e inconvenientes. «En el lado positivo está el hecho de que se reducirían los desplazamientos, con lo que ello conlleva a todos los niveles. Y en el negativo, que si se mantienen las ocho horas en cuatro días no redundaría en una mejora de la conciliación de lunes a jueves, sino que se mantendría en esos cuatro días». Por eso, el responsable de ELA se decanta más, en principio, por reducir la jornada a 32 horas pero distribuídas en cinco días.
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Respecto a quién pagaría esa factura de reducción de horas, Igeregi lo tiene claro. «Las empresas, porque en los últimos años ha aumentado el peso de las rentas de capital, con lo que tienen margen para asumir ese coste». Además, añade que las reducciones de jornada conllevarían un aumento de la productividad.
Y el responsable de Negociación colectiva de ELA introduce otra cuestión, como es el hecho de que el Estado debería empezar a considerar también los empleos no remunerados –trabajo reproductivo, cuidados...– a la hora de plantear la reducción de jornada.
Su homólogo de CC OO de Euskadi, Fran Osuna, también denosta el modelo belga. Incide en que concentrar la jornada laboral en cuatro días trabajando más horas no va en la dirección de mejorar la conciliación. «No solo hay que tener en cuenta el tiempo de trabajo efectivo, sino el de la comida y el desplamiento, con lo que la conciliación sería una quimera». Además, de los impactos negativos que tendría, dice, en la salud, tanto física como mental de los trabajadores».
«Hay estudios que avalan aumentos de productividad, por lo que no debería suponer una merma salarial»
«El debate que debemos abordar es el de la reducción de la jornada laboral y su distribución», subraya. En ese sentido, sí ve positivo abrir el debate de la semana de 32 horas en cuatro días. Eso sí, tiene claro que se tiene que plantear en la negociación colectiva y en los convenios; es decir, de forma pactada.
Osuna defiende que la reducción progresiva de la jornada es necesaria como fuente generadora de empleo. «Hay estudios que avalan aumentos de productividad, pero no puede conllevar un aumento de los beneficios de las empresas a costa de los trabajadores, por lo que no debería suponer una merma salarial. Ese aumento de productividad debería transformarse en inversión que genere nuevos empleos».