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En pleno debate sobre la reducción a 37,5 horas semanales de la jornada laboral, y su impacto en la productividad, un informe oficial de ... Eurostat arroja luces y sombras sobre el País Vasco en este apartado. Y es que por un lado Euskadi supera el promedio europeo en productividad laboral, el indicador que mide la eficiencia en el uso de los factores productivos, aunque, por el contrario, está todavía muy lejos de Estados Unidos.
El País Vasco se halla, por lo tanto, en una buena posición pero no debe dormirse en los laureles para no perder el tren competitivo de un mundo globalizado y lleno de nuevos desafíos, a la espera de que empresas e instituciones arrojen las primeras conclusiones sobre los estudios que se están llevando a cabo sobre la posible afección de una reducción de horas de jornada en la productividad, el gran debate instalado en los últimos meses.
Según los datos oficiales recabados por DV, en base a las Cuentas Económicas de Eurostat recogidas por el Eustat, el País Vasco obtuvo en 2022 –últimos datos disponibles– un 117,7 en productividad laboral. En un índice con base 100, en el que la referencia es el promedio comunitario, su media se halla por encima de buena parte de los países europeos –incluida gran parte de Francia–, aunque no le alcanza para los niveles de Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo o Irlanda, que sobresalen en productividad laboral. Tampoco al de algunas regiones de Alemania –ver mapa adjunto–. En el caso de Estados Unidos, referente en este aspecto desde hace más de dos décadas por diversos factores, el índice alcanzó un 131,5 en 2022, muy por encima del de Euskadi.
Los últimos datos oficiales son de 2022 y, desde entonces, han sucedido muchas cosas en la escena internacional: una guerra en Europa y otra en Oriente Medio, una crisis de materias primas y otra de suministro, el debilitamiento de la industria y, por último, la llegada de Trump a la presidencia de EE UU con la amenaza de aranceles del 25%. En definitiva, una sucesión de golpes que afectan de lleno en la competitividad de las empresas, sobre todo viendo la distancia en productividad que los estadounidenses sacan a Euskadi y Europa, en plena guerra comercial global del país norteamericano contra la Unión Europea.
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A la hora de establecer una comparativa con el resto de comunidades autónomas, Euskadi es la mejor posicionada, según el estudio publicado a finales del año pasado por el Consejo General de Economistas –CGE–, con datos de 2022, que cifra la productividad vasca en 62.246 euros constantes por persona ocupada –una variable diferente que sirve para medir también este indicador económico–.
Tras Euskadi figuran Madrid y Navarra con más de 59.000 euros, mientras que la mayor brecha respecto al País Vasco es con Extremadura –44.288 euros–. Una diferencia de casi 18.000 euros respecto a Euskadi, que a su vez supera en 9.300 euros la media del conjunto del Estado.
¿Pero qué es la productividad laboral, este concepto al que se refieren con un respeto reverencial economistas y empresarios? ¿Qué incidencia tiene su evolución en los beneficios empresariales y los salarios de los empleados? La definición pulcra se refiere a la productividad como la relación entre la producción generada por un territorio, sector o empresa y los recursos que se han utilizado para ello. Así, un aumento de la productividad indica que todas las palancas disponibles se han combinado de manera más eficiente.
Ganar productividad significa que los aumentos en la riqueza del país son mayores al incremento en horas totales de trabajo sumadas por la economía. Una condición imprescindible para financiar aumentos sostenibles en sueldos y mejorar las condiciones laborales sin reducir los beneficios empresariales.
El profesor de Economía de la Universidad de Deusto Iñaki Erauskin cita al Premio Nobel de 2008, Paul Krugman, como aperitivo de la conversación. Krugman aseguró hace más de 30 años que «la productividad no lo es todo a largo plazo, pero lo es casi todo». Erauskin agrega que el hecho de que la productividad de una región, comunidad autónoma o país sea baja, «hace que el país sea pobre. Pero para que un país tenga renta alta, necesita productividad alta. El que la productividad sea alta no quiere decir que todo el mundo viva bien, ya que la renta puede estar muy desigualmente distribuida. Los países con salarios altos tienden a estar asociados a productividades altas, pero no siempre es así por el poder de mercado que tienen las empresas, la globalización...».
Resumiendo, Erauskin declara que «básicamente, cuando se habla de productividad estamos hablando de más bienestar material o nivel de vida. No necesariamente nos hace más felices –más calidad de vida–, pero ayuda, desde luego».
Preguntado por la calificación que obtiene Euskadi, Erauskin considera que es «bastante buena y estable» hasta 2019. Después «empeoramos más que la media, aunque se ha recuperado bastante. En general, son los países de la ampliación de la UE e Irlanda los que mejoran las posiciones relativas en estos últimos años».
En Euskadi, desde 2015 la mejora media anual es del 0,85%. Desde 2019, del 0,65% y en 2023 «no parece haber variado. No son tasas de crecimiento para 'echar cohetes pero tampoco están mal», opina el profesor de Deusto.
Los creadores de informe del CGE creen firmemente, por su parte, que mejorar los niveles de productividad «no solo debe ser un objetivo como país, sino también una necesidad para no quedar rezagados tanto de las tradicionales potencias económicas mundiales como de las nuevas economías que emergen con fuerza en el panorama internacional».
¿Y cuáles son las claves para mejorar en productividad? Fuentes consultadas inciden de forma especial en la formación y el tamaño de las empresas. En primer lugar, hay que mejorar la «calidad del capital humano» de una economía. Los trabajadores con un nivel educativo más alto y técnicamente más cualificados, son más productivos. Por otro lado, otro aspecto clave es el tamaño de las compañías. En los países avanzados, el nivel de productividad de las grandes empresas es más del doble que el de las microempresas. De ahí la necesidad que tiene Euskadi en potenciar más el crecimiento de sus microempresas y pymes.
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