Borrar
La manifestación de trabajadores de La Naval que ayer tarde recorrió Sestao contra los despidos. EFE
La Naval inicia el proceso de despido de sus 200 empleados tras un año parada

La Naval inicia el proceso de despido de sus 200 empleados tras un año parada

La rescisión de contratos en el astillero vizcaíno se producirá en el plazo de dos meses y empieza ya la búsqueda de un nuevo empresario

MANU ALVAREZ

BILBAO.

Jueves, 11 de octubre 2018, 07:35

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El astillero ha encallado y no se sabe si será definitivo o por cuánto tiempo permanecerá en este estado. El administrador concursal que supervisa la situación del astillero vizcaíno La Naval de Sestao, comunicó ayer a los sindicatos que se ve en la obligación de iniciar el proceso de despido de la totalidad de la plantilla. La empresa no tiene actividad y por lo tanto carece de nuevos ingresos; las esperanzas de terminar la construcción del último buque del armador holandés Van Oord se han diluido y los expertos consideran que, en el mejor de los casos, costará entre seis meses y un año encontrar un nuevo empresario dispuesto a pujar por las instalaciones. El proceso que se abre ahora en la vertiente laboral es un ERE de extinción, para resolver el contrato de los casi 200 empleados de la empresa y culminará, apuntan fuentes sindicales, en un periodo de mes y medio o dos meses.

Las pérdidas millonarias acumuladas por el astillero y que la propia empresa ha admitido como fruto de una gestión deficiente, condujeron a un colapso de tesorería que fue el anticipo de la paralización de la actividad. La última esperanza estaba fundada en la aparición urgente de un inversor dispuesto a arriesgar su dinero para continuar con la actividad y también en la construcción del último buque que permanece en la grada. El 'Vox Alexia', una draga de succión encargada por el armador holandés Van Oord. Un buque al que aún le faltan unos 20 meses de trabajo para poder navegar y entrar en servicio y que, fruto del descalabro financiero, es en estos momentos propiedad de un grupo de bancos que han perdido 42 millones de euros en la operación. El nuevo inversor no ha aparecido y Van Oord tampoco ha querido asumir el riesgo que entrañaba construir el barco en un astillero quebrado. Si no había dueño no había encargo de continuar la construcción, ha sido el mensaje tajante que ha dado el armador holandés.

El proceso para rescindir los contratos de los trabajadores requiere un informe previo del administrador concursal, una decisión de la juez que supervisa la compañía desde que esta entró en concurso, un informe de la autoridad laboral y también una negociación con los sindicatos, para intentar pactar las indemnizaciones que cobrarán los empleados. La decisión, aseguran fuentes conocedoras del estado de la empresa, «era inevitable» tras verificar la imposibilidad de mantener la actividad. Los restos de tesorería que aún quedaban están a punto de agotarse en la caja de la empresa y aunque los trabajadores estaban sometidos a un ERE de suspensión, La Naval aún complementaba las prestaciones por desempleo.

A partir de ahora se abre un periodo de incertidumbre en varias vertientes. De una parte, 150 trabajadores de la plantilla de La Naval pueden reclamar al Estado su retorno al grupo público Sepi y en concreto a la empresa Navantia. Es una garantía que conservan desde que La Naval fue desgajada del grupo de astilleros públicos y privatizada en 2006, aunque previsiblemente les obligará a cambiar de residencia para ser acogidos en los centros de trabajo de Ferrol, Puerto Real o en las oficinas de Madrid. A finales de 2016, cuando estaba a punto de vencer el periodo de garantía de 10 años concedido por Sepi a los trabajadores, la plantilla realizó un movimiento táctico y solicitó su regreso al grupo público. Si Sepi hubiese aceptado La Naval hubiese tenido que parar su actividad entonces, de ahí que los responsables del grupo propiedad del Estado -gobernaba el Partido Popular- alcanzaron un acuerdo verbal con los sindicatos: un pacto verbal por el que las garantías de recolocación se prorrogaban por un periodo indefinido.

Por otra parte, el administrador concursal deberá preparar un plan de liquidación de la empresa, que supone situarla en una especie de escaparate, con un cartel de «se vende».

Inicialmente, al menos, se va a intentar que esas propuestas estén dirigidas a continuar con la construcción de grandes buques y una sobrada solvencia financiera. Ayer, la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, apuntaba además el deseo de que «no se trate de un fondo de inversión, sino de alguien que conozca el negocio y sea capaz de reflotarlo». Por el momento, admitió Tapia, «ese mirlo blanco no existe».

No existe y, en el mejor de los casos, incluso aunque todo vaya sobre ruedas y acabe por aparecer, se estima que tardará entre seis meses y un año para formular una propuesta definitiva. «Las dificultades en el camino van a ser importantes», apunta un experto, ya que el aspirante a nuevo propietario tendrá que negociar con las entidades financieras -propietarias del casco del 'Vox Alexia' que se encuentra en la grada-, también con Van Oord como potencial cliente del primer buque a construir en esa nueva etapa, así como con el Gobierno Vasco, que se ha mostrado dispuesto a tomar hasta un 50% de las acciones del astillero.

En la tarde de ayer, cientos de personas recorrieron las calles de Sestao en la manifestación convocada por el comité de empresa de La Naval contra el cierre del astillero y en favor de soluciones que garanticen la viabilidad de la compañía.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios