Competencia analiza el riesgo de monopolio en el negocio funerario en Gipuzkoa

La CNMC «llevará a cabo un análisis en profundidad (de la operación) dados los riesgos para la competencia existentes en los mercados afectados, especialmente en el País Vasco«, señaló ayer el organismo presidido por Cañi Fernández.

La adquisición se refiere en realidad a la parte del negocio de pompas fúnebres de Funeraria Vascongada, cuya matriz, Rekalde 21 Corporación S. L. también está presente en otros sectores. Así, los activos que pasarán a manos de Mémora serán las sociedades Fure, S.A.U.; Tanatorio Donostialdea-Donostialdeko Beilatoki, S.A.U.; Tanatorio del Bidasoa, S.A.U.; Servicios funerarios Baztán Bidasoa, S.L., y Servicios Funerarios Zarautz, S.A.

Cabe recordar que Funeraria Vascongada (con 70 empleados) es fruto del esfuerzo emprendedor de tres pequeños empresarios del sector que, siendo competidores entre sí, decidieron unir sus fuerzas en 1972, momento desde el que la firma creció a base de inversiones y adquisiciones.

«La operación analizada afecta a los mercados mayoristas de servicios funerarios, en los que las compañías de seguros de decesos y de servicios funerarios contratan de manera individualizada los servicios que no pueden prestar directamente por carecer de instalaciones suficientes.«, señala la CNMC.

Y es que Mémora (propiedad de un potentísimo fondo de pensiones de profesores de la ciudad de Ontario, en Canadá) maneja 124.000 millones de euros y paga las prestaciones y gestiona las inversiones de 327.000 personas, con oficinas financieras en Londres y y Hong Kong.

El grupo, que dispone también de una presencia notable en Portugal, ya controla hoy los tanatorios de Zorroaga, Benta-Berri, Errenteria y Zarautz, además de gestionar desde el año 2010 el cementerio de Polloe (pagó 1,4 millones de euros al ayuntamiento donostiarra por la adjudicación) y de ofrecer servicios funerarios en Oiartzun.

A ese conjunto de instalaciones sumaría (de salir adelante la adquisición sin condicionantes por parte de la CNMC) los tanatorios de Funeraria Vascongada: Rekalde (que es la sede central del grupo), Morlans, Trintxerpe, Hernani, Villabona, Andoain, Tolosa, Irun y Olaberria-Goierri. Junto a estos, la catalana (la sede de Mémora está en Barcelona) sumaría las oficinas de Oiartzun y el tanatorio de Errentería, donde la empresa donostiarra trabaja en régimen de concesión municipal.

«Con esta nueva integración, Mémora refuerza su actual oferta facilitando una mayor proximidad y acercamiento a las familias. En esta línea, la firme vocación y apuesta por la responsabilidad social del Grupo Funeraria Vascongada con las comunidades en las que presta servicio se sumaría a la ya desplegada por Mémora a través de su Fundación con proyectos de innovación social desarrollados y activos también desde hace años en Guipuzkoa«, explicó el gigante a DV.

«El compromiso de integración de ambas compañías se basará en la consolidación de las actuales instalaciones en sus territorios y en garantizar su solidez y sostenibilidad como grupo de cara al futuro«, añadió el grupo.

«Tras la operación, Mémora reforzaría su posición en el mercado mayorista de servicios de tanatorio en el País Vasco (como es el caso de Errenteria y San Sebastián), a la vez que adquiriría presencia notable en zonas en donde no estaba activa (Hernani, Irún, Olaberria, Tolosa, Villabona y Zarauz). Asimismo, en el mercado mayorista de servicios de crematorio y de cementerios, tomaría una presencia notable en zonas en donde no estaba activa (en crematorios en Errenteria, Olaberria, Villabona y San Sebastián; y en cementerios en Guipúzcoa)«, apuntó el organismo.

De hecho, la CNMC resalta que el peso del gigante (el líder hoy en España, a la espera de lo que suceda con la fusión de Funespaña y Albia, que también estudia Competencia) quedaría notablemente reforzado en Euskadi y Navarra. En este tipo de operaciones, y después de este análisis en profundidad, lo habitual es que se aprueben las integraciones propuestas pero el comprador asuma algunos compromisos para minimizar esa preeminencia que, precisamente, quiere evitar la CNMC. Si eso no fuera suficiente, el regulador podría imponer algunas condiciones (como la venta de determinados activos a terceros) para dar su visto bueno.