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Sede central de Inditex, la empresa familiar española más grande. Reuters

Las empresas familiares ganan músculo en España

Ya son las mayores del mundo por capitalización bursátil y, además, el 70% ve prioritario ser más rentables frente a un 50% que prefiere una facturación mayor

Viernes, 20 de octubre 2017

David venció a Goliat cuando menos se esperaba, pero en el caso de las empresas no termina de estar claro hasta qué punto tener un gran tamaño es una ventaja competitiva. No obstante, parece que en el caso de las compañías de origen familiar disponer de un mayor músculo societario sí les está sentando bien, y bastante a tenor de las últimas comparativas con el resto de empresas, sobre todo si lo que tenemos en cuenta es su comportamiento en los mercados, un ámbito que hace pocas décadas les era casi ajeno pero al que se han ido incorporando grandes actores de ese sector.

Un informe reciente de la entidad financiera Credit Suisse pone negro sobre blanco, en números concretos, el famoso refrán de caballo grande, ande o no ande. La diferencia es que en este caso no camina, sino prácticamente galopa, al menos los de mayor enjundia. Y es que gracias al tirón de gigantes corporativos como Inditex, el emporio textil creado casi de la nada por Amancio Ortega -que sigue siendo su máximo accionista- y que no tiene lejos la frontera histórica de los 100.000 millones de euros de capitalización bursátil (hoy ronda los 97.150 millones), las empresas familiares españolas son las que tienen, en promedio, la mayor capitalización bursátil del mundo.

A ello han ayudado también compañías como las constructoras Ferrovial (casi 13.900 millones de valor bursátil) y Acciona (prácticamente 4.000 millones), o la compañía de componentes automovilísticos Gestamp (3.000 millones) y Prosegur (4.000 millones), así como en menor medida OHL (menos de 900 millones tras sus últimas caídas) y Técnicas Reunidas (1.450 millones). La lista es mucho más grande -y sin considerar a grupos no cotizados tan importantes como El Corte Inglés y Mercadona-, aunque las aportaciones al músculo de las sociedades familiares en los mercados va descendiendo conforme los nombres son menos conocidos.

No obstante, desde Credit Suisse afirman que el factor Inditex es claramente relevante para que España, con una capitalización media de 30.000 millones de dólares en sus empresas familiares (unos 25.400 millones de euros), se sitúe en una de las posiciones más altas de la clasificación internacional. De hecho, la multinacional de origen gallego es, con mucho, la primera nacional en el ranking por firmas, apareciendo en el puesto número 14.

Por delante, eso sí, tienes a tres gigantes globales: la cadena estadounidense de grandes almacenes Wal-Mart, el grupo automovilístico alemán Volkswagen y Berkshire Hathaway, la sociedad a través de la cual el magnate norteamericano Warren Buffet –con quien Amancio Ortega suele disputarse el podio de las grandes fortunas del mundo- gestiona sus inversiones multimillonarias.

En Europa van mejor

El rendimiento de los títulos de las compañías familiares de origen español, según el citado informe, ha sido de un 1% anual como promedio mejor que el resto de empresas que operan en el país, medido entre 2006 y 2016. A priori, puede no parecer mucho, aunque hablamos de medias y en ese período, además, se incluyen los peores ejercicios de la última gran crisis económico-financiera. Por esa razón, para los expertos del banco helvético el desempeño financiero de aquellas se puede valorar como positivo, y en ello ha tenido mucho que ver su enfoque de crecimiento conservador y con miras a largo plazo.

Tampoco quedamos mejor que nuestros socios comunitarios si la comparativa mide los flujos de caja. En España, en las empresas de origen familiar el rendimiento medio de esos saldos en la última década ha sido del 4%, frente al 5% en las que no lo eran. En Alemania y Francia, por el contrario, la situación ha sido justo al revés.

Y es que en Europa parecen haber sabido sacar un mayor provecho de la coyuntura económica y en países como los citados Alemania y Francia, junto a Italia, la revalorización media de estas compañías en comparación con las no familiares ha sido entre un 6% y un 8% mayor. Y eso que en los peores años de la crisis (2009, 2011, 2013 o incluso 2014), tanto en España como en buena parte del viejo continente las firmas familiares cotizadas se comportaron peor que las demás.

En España, eso sí, estos empresarios valoran cada vez más la necesidad de obtener mayor remuneración para el accionista, incluso por encima de vender más. La clave está en compensar también la parte de los gastos y, con ello, ser más competitivos. Según la última encuesta realizada por el Instituto de Empresa Familiar (IEFE) con ocasión de su XX Congreso Nacional a principios de mes, siete de cada diez ven como más prioritario a dos años vista mejorar su rentabilidad frente al 50% que coloca en primer lugar aumentar la facturación y otro 34% que prefiere ser más innovador. Eso sí, la gran mayoría (84%) prevé alguna inversión destacada en su plan estratégico.

Asia, más numerosa y joven

En términos globales, el análisis de los últimos 10 años también es muy favorable a unas empresas familiares que, a escala internacional, han acumulado una rentabilidad del 126%, más del doble que el retorno obtenido en este tiempo por el índice MSCI World, que recoge a 1.600 compañías más importantes a nivel internacional de diferentes países. «Han superado a sus competidoras en cada región y sector, y ello con independencia de cuál fuera su tamaño», apunta uno de los autores del estudio y analista jefe de Credit Suisse, Eugène Klerk.

A los inversores, añade, les importa más cómo se gestiona a diario una compañía que saber quién es su dueño o qué manos ejercen el control ejecutivo. Quizá eso explique el motivo de que, si bien las empresas familiares europeas tienen una capitalización «sustancialmente» más elevadas que las otras, en los mercados emergentes hay más compañías del primer tipo; en concreto, el 56% del total. Además, gozan de una mayor juventud y, por lo tanto, no tienen cerca el problema de la sucesión: su edad medida es de 37 años frente a 82 en la UE.

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