La costera de bonito cierra su temporada más corta de la historia

Los consumidores podrán seguir disfrutando del bonito fresco unos pocos días más –el único capturado con anzuelo– una vez que el Gobierno central autoriza su comercialización, pero decreta el lunes como el último día oficial de la pesquería en el que se podrá adquirir la especie capturada esta semana. Cerca de 160 barcos del Cantábrico y Noroeste que participan en el litoral, con 2.000 empleados de forma directa, verán finalizada la costera más importante del año.

Dada la premura de la orden de cese, la costera de este año batirá todos los récords. Será la cuarta que concluirá en agosto: la del 2020 finalizó el día 19, la del 2019, el 27; y la del 2018, el 23. En el 2017 se cerró el 13 de octubre y en el 2016, el 5 de ese mes, la época hasta ese momento habitual. A partir de ahora, los arrantzales deberán centrar sus faenas exclusivamente en la sardina y el chicharro, al haberse agotado también las cuotas permitidas de anchoa y verdel.

Se da la paradoja de que los arrantzales disponían esta temporada de 995 toneladas más de bonito que las 16.262 del año pasado y del anterior, y son 1.000 menos de las que corresponderían aplicando la subida del 12,5% aprobada por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico. Nadie sabe que ha pasado con ese margen. Desde el sector señalan que serían parte de las que habría restado la Unión Europea a todos sus países para pagar la sobrepesca de Irlanda y Portugal en 2019. No obstante, añaden esas fuentes que la Comisión Europea habría aceptado penalizar solo a esos dos Estados, aunque oficialmente no consta que lo haya hecho así.

Con la campaña finalizada para los barcos del Norte, serán los pelágicos de Irlanda y Francia los únicos que podrán pescar la especie. Considerado el sustituto de las redes de enmalle a la deriva, más conocidas como volantas, el arrastre pelágico continúa creando fricciones en el Cantábrico. Prohibido en España, Irlanda y Francia permiten que sus barcos peinen la superficie del mar con esas redes. Es un método de pesca industrial, diametralmente opuesto al artesanal de cacea o cebo vivo de vascos, gallegos, asturianos y cántabros. Los ecologistas han dado también la voz de alarma.

Los arrantzales reiteran las críticas a los pelágicos porque resultan «muy dañinos para el ecosistema marino, son destructivos, tienen una capacidad de pesca brutal, se saltan la prohibición de descartes y matan delfines, tortugas y otros cetáceos». De ahí que critiquen con dureza a las lonjas que permiten a arrastreros irlandeses descargar bonito.