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Los colosos vascos que transportan molinos, ballenas o vigas

El sector de los componentes eléctricos y el de la energía eólica alimentan el negocio de las empresas vascas dedicadas a los transportes especiales, estos días de moda por el rorcual

jorge murcia

Sábado, 9 de febrero 2019, 08:40

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No son especialmente frecuentes, pero cuando los hay, se hacen notar. Los transportes con autorización excepcional mueven objetos que por su peso o tamaño requieren de una logística fuera de lo común: camiones (o vagones) de gran potencia y longitud, acompañados de una cohorte de coches con sirenas que anuncian su paso por carreteras que a veces han de ser cortadas, o peajes de autopista desmontados.

Transportes especiales hay muchos, ya que en esta categoría se incluyen aquellos que necesitan un medio de transporte (por lo general, camiones) que superen unas medidas determinadas. Puede tratarse de vigas de acero, piezas industriales, o incluso una ballena muerta en una playa vizcaína. 'Pecata minuta' comparado con aquellos que requieren autorizaciones excepcionales, mercado en el que compiten unas pocas empresas vascas.

Un camión transporta a la ballena varada en Sopela.
Un camión transporta a la ballena varada en Sopela. IGNACIO PÉREZ

Un segmento de negocio que ha experimentado una cierta efervescencia con el auge de la energía eólica y sus gigantescos componentes. Los materiales eléctricos, fundamentalmente transformadores, completan el menú del que en buena parte se alimentan las compañías dedicadas a los transportes excepcionales.

Transbiaga (Transportes Usabiaga) es una de ellas. Ubicada en la localidad guipuzcoana de Arama, es también conocida por su negocio de grúas. La unidad de transportes especiales está dirigida por Juan Miguel Ayestaran, quien destaca que hoy en día la industria demanda maquinaria «de mayor potencia, de más capacidad, lo que se traduce en máquinas más grandes», apunta. Y, consecuentemente, en mayor carga de trabajo. Ayestaran reconoce que su empresa ha encontrado un destacable nicho de negocio en el transporte de material para energía eólica: torres, palas o nacelles. Como la que hace algo más de dos años hubo de transportar desde el puerto de Pasaia a Sangüesa (Navarra).

Transporte de una pala eólica
Transporte de una pala eólica

Aquel megatransporte llenó páginas de periódicos y minutos de telediario por su excepcionalidad. El traslado de la pieza eólica (de 514 toneladas de peso) requirió de un año de preparativos, duró tres días (para recorrer 60 kilómetros), obligó al cierre puntual de vías rápidas tan transitadas como la N-1, la AP-1 o la A-15, y al desmontaje de elementos viarios como farolas o señales de tráfico.

Para llevar a cabo semejante transporte se necesita un supertráiler de 95 metros de longitud y 6,5 de ancho. Pero el desafío no sólo te lo propone el tamaño de la pieza, «sino el destino al que se dirige. Puede ser que una mercancía determinada llevarla de Bilbao a Santander sea relativamente sencillo, pero llevarla a Donostia sea tremendamente complicado por la orografía o las carreteras», dice Ayestaran.

A veces, los mayores obstáculos están en los despachos. La transferencia de competencias a las comunidades autónomas hace que la petición de permisos de transporte sea mucho más complicada que en la gran mayoría de países de Europa. «Si voy a Polonia o Alemania o Francia, pido un solo permiso. Aquí no. Si tu vas desde la frontera de Irun a Sevilla, por ejemplo, necesitas un permiso del País Vasco, otro de Navarra y otro nacional. Con el añadido de que en Euskadi las diputaciones son también autónomas...», dice.

Ayestaran habla de «un antes y un después» del 'boom' eólico. A mediados de la primera década del siglo el transporte de componentes para parques eólicos tenía como origen y destino casi cualquier rincón de España. Pero con la moratoria renovable que siguió a la gran crisis económica, mucho material se traslada por carretera a otros países de Europa, o a través de los puertos.

Arbegui

Sin embargo, el eólico no es un terreno en el que compite Arbegui, otro de los grandes actores vascos del transporte especial. «Hay demasiada competencia y los precios están bajos. Nosotros dependemos bastante del sector eléctrico, en aproximadamente un 70%«, dice Marta Bergé, consejera de la compañía vizcaína, ubicada en Artea. Hubo un tiempo en el que el montaje y desmontaje de plantas industriales, centrales y subestaciones eléctricas formaba parte de su día a día, «pero es algo que ya no se hace tanto». Su trabajo se dirige en buena medida al transporte de transformadores eléctricos, que empezó a descollar en los buenos tiempos de ABB, antes de que la mayor parte de su producción se trasladara de la Margen Izquierda a Andalucía.

Empresas como Arbegui han de disponer de un completísimo arsenal mecánico para llevar a cabo sus trabajos. Hablamos de camiones con cabezas tractoras de 2, 3 y 4 ejes, de hasta 1.000 CV de potencia. O de los SPMT, remolques modulares que permiten estirar casi hasta el infinito la longitud de un convoy. O pórticos autopropulsados, que permiten elevar y trasladar piezas en su punto de partida o de destino, como la prensa hidráulica de 580 toneladas que los técnicos de la empresa tuvieron que manipular para su reparación. «Fue una de las operaciones más complicadas que hemos hecho, y eso que hemos trasportado reactores de hasta 1.000 toneladas», reconoce Bergé.

Además de por carretera, Arbegui está especializada en el transporte ferroviario, que efectúa con vagones de su propiedad. Para ello necesitan alquilar a algún operador ferroviario una máquina que empuja el convoy.

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