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Donald Trump ha puesto el mundo patas arriba. El mundo y, sobre todo, la economía internacional. A su amenaza de poner aranceles del 25% al acero y al aluminio se suma ahora la de imponer aranceles recíprocos. Un término que no es muy escuchado y que induce a la confusión. ¿Pero qué son los aranceles recíprocos? ¿Cómo afectan a los consumidores y a los países?
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El objetivo de Donald Trump es imponer a los productos extranjeros una tasa equivalente a la que sus países de origen aplican a las exportaciones de Estados Unidos. El presidente y sus aliados han presentado esta medida como un gran reequilibrio de la economía mundial, que, según afirman, se ha inclinado en contra de EE UU durante demasiado tiempo.
La insistencia de Trump con la imposición de aranceles tiene como objetivo incentivar a los ciudadanos estadounidenses a comprar productos fabricados en el país (que serán más baratos que los importados de terceros países).
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Cada nación tendrá que asumir aranceles personalizados. Cada país será tratado de manera individual en lo que respecta a las nuevas políticas comerciales. En consecuencia, no se aplicará una tarifa uniforme del 10% o 25% como ocurrió con el aluminio y el acero, sino que la Administración establecerá tasas específicas en función de los aranceles y «barreras» comerciales que cada nación impone a Estados Unidos.
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Afectarían especialmente a los países emergentes, que son los que tienen aranceles más altos contra los productos estadounidenses. Es el caso de Brasil. EE UU dice que el arancel estadounidense sobre el etanol es de apenas el 2,5%, mientras que Brasil impone una tarifa del 18% a las exportaciones de etanol norteamericanas. Esa disparidad hizo que en 2024 Estados Unidos importara etanol brasileño por más de 200 millones de dólares, frente a los 52 millones exportados al país sudamericano.
India es otro ejemplo. EE UU destaca que Nueva Delhi impone un arancel del 100% a las motocicletas estadounidenses, como las Harley-Davidson, mientras que Washington solo aplica un 2,4% a las importadas desde el país asiático.
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También de forma negativa. Todos los analistas coinciden en afirmar que este arancel provocaría una pérdida de competitividad y un descenso en las inversiones, lo que afectaría de forma negativa al crecimiento económico
Estados Unidos critica el trato de perjuicio que, a su juicio, recibe en Europa con el IVA. Por ejemplo, Hungría aplica un 27% de IVA, Dinamarca y Suecia un 21% y otros países como Alemania un 19% y Luxemburgo solo el 17%. Y Trump quiere responder con el mismo porcentaje en su «arancel recíproco». Por tanto, en el caso de España, sería el 21% a cada producto exportado.
Ante esta posible situación, hay sectores, como el de la automoción, que podrían sufrir un duro golpe. En la actualidad, la UE impone un arancel del 10% a los automóviles importados, además del IVA comunitario, que es mínimo del 17%, es decir, un total del 27%. Washington aplica ahora mismo un arancel del 2,5% a los vehículos importados, pero con este cambio, pasaría al 27%, lo que se traduce en diez veces más lo que se estaba tasando.
El temor de los consumidores es que los precios registren un aumento como medida de reacción de los países para evitar en la medida de lo posible el impacto por el alza impositiva.
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No de forma inmediata. La idea es que sea en un plazo de semanas o meses. Las primeras 'víctimas' de este arancel serán los países con los que EE UU tiene un mayor déficit comercial.
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