Un traje a medida para la banca italiana
Los expertos creen que al final habrá un reparto de la carga del rescate de las entidades del país entre los inversores y el sector público
cristina vallejo
Viernes, 15 de julio 2016, 15:44
La situación de la banca italiana es, como mínimo, delicada y en cualquier caso, muy preocupante. Una batería de cifras que proporciona Joaquín Maudos, profesor del IVIE: un volumen de créditos morosos de 360.000 millones de euros o el 22 por ciento del PIB italiano; un ratio de eficiencia pésimo del 70 por ciento; el nivel de solvencia más bajo de Europa; una tasa de morosidad del 18 por ciento, que es tres veces la española y que está muy poco cubierta con provisiones; y un ROE (rentabilidad del capital) del 3,3 por ciento, la mitad de la media española. En estas circunstancias, comenta Maudos, es difícil levantar capital en el mercado para resolver una crisis bancaria que tiene en su origen, no el estallido de una burbuja inmobiliaria ni errores cometidos por la banca de inversión, sino en la larga crisis que está destruyendo un tejido productivo que acaba siendo incapaz de devolver sus deudas.
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La banca italiana no puede salvarse por sus propios medios y lo que está en discusión es cómo recapitalizarla. El Gobierno italiano es partidario de inyecciones públicas, mientras que Bruselas le recuerda que desde el 1 de enero está en vigor la directiva de resolución y recuperación bancaria (DRRB) que obliga a los inversores, tanto accionistas como bonistas, que asuman pérdidas antes de que entre un euro de dinero público en la banca. El Gobierno italiano esgrime como argumento contra la aplicación de quitas a los bonistas que un gran volumen de los títulos de deuda de su sistema financiero está en manos de minoristas que los compraron casi como sustitutivos de los cada vez más tacaños depósitos y defiende que la ley comunitaria permite inyecciones de dinero público si los déficits de capital de los bancos afloran en unos exámenes de solvencia y el resultado de los que está elaborando la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) se publicarán el 29 de julio.
Renzi se enfrenta casi a un voto de confianza en otoño, que es en lo que ha convertido un referéndum sobre una reforma constitucional. La consulta puede llevarse por delante su Gobierno y conllevar la celebración de unas elecciones anticipadas en las que el Movimiento Cinco Estrellas podría salir reforzado. Esta última es un arma con la que cuenta el mandatario italiano para convencer a sus socios.
Solución combinada
Para Santiago Carbó, catedrático de la Bangor University e investigador de Funcas, para resolver la situación de la banca italiana finalmente será necesario combinar las inyecciones públicas con pérdidas para los bonistas. «La directiva de resolución y recuperación bancaria debería aplicarse porque, de otro modo, el progreso en la unión bancaria se vería comprometido por decisiones arbitrarias», comenta Carbó. Para Maudos, la historia terminará con un traje a medida hecho para Italia, con participación del dinero público y también de los bonistas. «En el caso de los bonistas minoristas, si hubo alguna incorrección en la colocación de las obligaciones, deberían buscar la vía judicial a posteriori, como ocurrió en España», añade Carbó.
En todo caso, habrá condiciones ligadas al proceso de recapitalización de las entidades del país, como el que acompañó al rescate de la banca española. La gran incógnita ahora es si habrá consecuencias en los mercados en caso de que finalmente haya quita en los bonos de la banca italiana: «Creo que tendría que haber una asunción natural de esta circunstancia, porque está previsto en la directiva y, por lo tanto, el mercado lo tendría que tener descontado. De hecho, con la directiva se pretende eliminar la incertidumbre de ocasiones anteriores sobre qué bonistas o qué accionistas debían asumir pérdidas y hasta qué nivel», comenta Carbó.
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Maudos es de la misma opinión y considera que no habrá consecuencias importantes en los mercados, porque ya cuentan con el nuevo esquema. De todas maneras, según Carbó, el impacto de la crisis dependerá de cuánto tarde en resolverse y de las consecuencias políticas en Italia. «Se ha esperado mucho tiempo. Esperar más sí que puede generar un serio contagio», añade. «De hecho, el mercado está ahora acogiendo positivamente la posibilidad de un rescate», añade Carbó. Aunque sí cree que la banca italiana sufrirá en todo caso a medida que se conozca la magnitud de las pérdidas. La posibilidad del contagio derivado de que el mercado no se esperara una tan pronta aplicación del nuevo esquema puede verse compensada por la intervención del BCE.
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