Se duplica el número de empresas a nivel mundial que venderán activos para poder seguir creciendo

Un 28% prevé traspasar patrimonio en 2016, y casi la mitad (49%) a dos años vista, mientras seis de cada 10 creen incluso que serán bienes estratégicos

José Antonio Bravo

Viernes, 11 de marzo 2016, 17:19

Hace semanas que lo llevan advirtiendo desde las principales instancias económicas a nivel mundial -Fondo Monetario Internacional (FMI), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y G-20, el foro que agrupa a las principales potencias del globo-; la desaceleración de los países emergentes -entre ellos los famosos BRIC (Brasil, Rusia, India y China, a los que se ha incorporado también Sudáfrica)- unida a la recuperación lenta de los desarrollados va a pasar factura a la economía global. Y lo que es peor, no hablamos del medio plazo y mucho menos del largo sino del corto, es decir, ya se notaría en los meses próximos.

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«En este entorno frágil, necesitamos una acción urgente no sólo para impulsar el potencial de crecimiento, sino también para impulsar la confianza en la recuperación y el crecimiento a corto plazo», afirmó hace pocas semanas la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. Poco después era el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, quien abundaba en la misma línea, lamentando que se haya producido «una desaceleración de las reformas justo en el momento en que las necesitamos más».

Escuchadas sus palabras, los países del G20 aprobaron a finales de febrero en su cumbre de Shanghai una declaración formal para usar «todas las herramientas» monetarias, fiscales y estructurales de manera «individual y colectiva» con el fin de impulsar el crecimiento y consolidar la recuperación. Y las entidades financieras, a través del Banco de Pagos Internacional (BPI) -una especie de coordinador de los bancos centrales del mundo-, concluyeron con todos esos argumentos, junto a los propios problemas internos del sector -por ejemplo, que las operaciones de crédito transfronterizas han caído-, que se avecina una etapa de «más debilidad económica».

Podría darse incluso «un punto de inflexión en la liquidez mundial», advierten desde el BPI, también conocido como Banco de Basilea. O dicho de otra forma, el dinero está huyendo de los mercados buscando refugios que no son productivos para la actividad económica en general. Las empresas parecen haber tomado buena nota de ello y por eso van a tener que tirar aún más de patrimonio propio para mantener su crecimiento. Por ello, se ha duplicado el número de compañías a nivel mundial que prevén hacer desinversiones, fundamentalmente para que no descienda su nivel de negocio.

Según una encuesta realizada por EY, que ha entrevistado a 900 ejecutivos de multinacionales y 100 de firmas de capital riesgo ('private equity'), casi la mitad de las empresas (49%) estudia traspasar parte de su patrimonio a dos años vista, mientras que un 28% tiene claro que lo hará ya este mismo ejercicio. No obstante, y analizando lo que puede pasar entre 2016 y 2017, hasta el 46% de los directivos consultados admite estar abierto a «posibles oportunidades en el mercado» pese a que no esté entre sus planes a corto plazo vender algún activo. Únicamente el 5% desecha esa posibilidad, cuando hace tan solo un año más de la mitad (56%) eran remisos a ello.

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¿Planificación o improvisación?

También aumenta el interés por la llamada «desinversión oportunista», es decir, aquella que no es resultado de una planificación estratégica. Si 12 meses atrás apenas una cuarta parte de los ejecutivos era partidario de ese tipo de decisiones empresariales, hoy en día se acercan a casi un tercio (31,5%) quienes admiten que en sus decisiones de venta hay un elevado componente de relativa 'improvisación', tomando esta como una operación que se discute en semanas (a veces, las menos, incluso días) en vez de meses o más de un año.

Pero, ¿qué tipo de activos son los que se van a vender? Pues según seis de cada 10 ejecutivos serán aquellos que se consideran estratégicos, o sea, lo que comúnmente se conocería como las 'joyas de la corona'. Es, por ejemplo, lo que hizo Endesa en otoño de 2014 al traspasar su negocio latinoamericano a su matriz, la italiana Enel (que controla el 92% de la eléctrica española), por 8.253 millones de euros.

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No obstante la ecuación perfecta para realizar este tipo de operaciones pasa por «lograr un precio de venta por encima de las expectativas» y hacerlo, además, «en el tiempo previsto», señala Rafael Roldán, socio director del área de transacciones de EY. Así, un tercio de las compañías consiguieron superar las previsiones en sus últimas desinversiones, aunque en más de la mitad de los casos (55%) su valor simplemente se situó en línea con lo esperado.

Y respecto al destino que se da a los fondos obtenidos mediante esas desinversiones, en siete de cada 10 casos (70%) se emplean precisamente para financiar el crecimiento de la compañía, por lo tanto, para generar nuevo negocio. La diferencia respecto a lo que ocurría hace un año es que el interés por aprovechar parte de ese dinero para realizar nuevas adquisiciones de activos ha caído del 17% al 11%.

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Tomando como base la última gran venta de patrimonio que hayan realizado, el 39% de los ejecutivos consultados declara que destinó ese capital a reinvertir en el negocio principal de su empresa, otro 20% lo dedicó a la entrada en nuevos productos, mercados o territorios y un 17% lo dirigió a retribuir a los accionistas. En solo el 13% de los casos ese dinero fue a reducir deuda, la gran asignatura pendiente de muchas compañías y que suele ocupar buena parte de las advertencias que hacen sus valoraciones periódicas los analistas bursátiles.

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