Aquí no hay peritas en dulce...

El Campeonato de Parejas es una caja de sorpresas. Si el sábado en el Labrit de Pamplona Ezkurdia y Ladis Galarza dieron la campanada al acabar con la imbatibilidad de Olaizola II y Albisu, ayer en el Atano III de Donostia, Urrutikoetxea y Larunbe, recambio del lesionado Aretxabaleta, protagonizaron una gran remontada para ganar a Altuna III y Martija, inaugurar su casillero de victorias e impedir, de paso, el pleno de los pelotaris de Aspe en la cuarta jornada, la primera en la que se enfrentaban manistas de ambas empresas. Aquí no hay peritas en dulce, nadie regala nada. Y menos puntos. No se hacen prisioneros. Para qué...

Urrutikoetxea y Larunbe se dieron un baño de autoestima, sobre todo el zaguero de Galdakao. Volvía a vestirse de blanco tras dos meses de baja por culpa de una fibrosis en su mano derecha. Era una apuesta muy arriesgada por parte de los técnicos de Asegarce. Salió bien, pero también pudo salir mal. Con solo un par de entrenamientos, la responsabilidad era máxima para el subcampeón de 2017. Nadie, ni él mismo, sabía cómo iba a responder en un partido de campeonato, con la exigencia que conlleva. Y la situación tampoco era la idónea, con la pesada losa de no haber ganado todavía ningún partido. Se enfrentaba a un Martija en franca progresión.

Comenzó el choque con muchas dudas, que se tradujeron en errores. Curiosamente, la mayoría fueron con la zurda, la mano buena. Altuna III y Martija se dieron cuenta de que castigándole podrían sacar réditos. Así lo hicieron tras descartar a un Urrutikoetxea que apenas podía entrar en juego. Nervioso, Larunbe dejó pelota a placer al amezketarra y este no desaprovechó los regalos. Tampoco estaba atinado el galdakoztarra en el resto y la brecha comenzó a abrirse (4-1, 7-3, 9-4 y 13-6).

Altuna III y Martija campaban a sus anchas en el Atano III, no encontraban oposición. Urrutikoetxea se desesperaba y Larunbe bastante tenía con meter la mano. La diferencia aumentaba (15-9 y 18-10). Hacía ya bastante tiempo que los corredores de apuestas se habían quedado mudos. Larunbe seguía tirando pelotas. Arriba, abajo.

Pero justo en ese momento, cuando Altuna III y Martija se las prometían muy felices, cuando acariciaban el tercer punto e incluso el liderato por lo abultado del marcador, emergió la figura de Urrutikoetxea. El delantero de Zaratamo asumió la responsabilidad. No quedaba otra. O arriesgaba y se enredaba con el amezketarra de tú a tú o adiós partido y vuelta a casa de nuevo con las orejas gachas. Larunbe se fue asentando después de un inicio nada edificante y juntos comenzaron a limar diferencias en el luminoso.

No sabemos si por exceso de confianza o por un bajón físico, como reconoció Martija, el partido comenzó a cambiar de color. A Altuna ya no le entraban los ganchos con la precisión de antes, ni las paradas al txoko. A Martija le entraron las dudas. Ya no gozaba como al principio. Urrutikoetxea y Larunbe se pusieron a un tanto (18-17). Estaban crecidos.

El binomio de Aspe no daba crédito a lo que estaba pasando, pero aún así Martija mandó la pelota al rebote con un soberbio derechazo y Altuna paró la pelota en el txoko de zurda (20-17). Las aguas parecían volver a su cauce, pero se desató el tsunami. No fueron capaces de hacer ningún tanto más. Urrutikoetxea y Larunbe se la jugaron y gracias a su perseverancia lograron el objetivo.