El último capítulo, en el aire

Al Campeonato de Parejas más particular de la historia le falta el último capítulo, y está en el aire. Faltan seis días para su disputa y la amenaza de una denuncia de ELA pende sobre el partido que debe decidir las txapelas el domingo en Bilbao. El sindicato que arropa al colectivo de pelotaris huelguistas de Baiko entiende que la derrota por 22-0 de Agirre y Albisu dictaminada por el Juez Único de la LEP.M vulnera sus derechos.

Si se consuma la demanda en los tribunales, la fecha de la final dependería de lo que dictamine el juez correspondiente, si bien los servicios jurídicos de las empresas defienden que la jurisprudencia en cuestiones deportivas avala la resolución sobre la incomparecencia del sábado en el Bizkaia.

También sigue pendiente la participación de Julen Martija, uno de los cuatro finalistas, al que un positivo por Covid-19 mantiene en vilo. La incógnita sobre su presencia al lado de Joseba Ezkurdia para medirse a Aimar Olaizola y Mikel Urrutikoetxea se despejará 48 o 72 horas antes de la fecha señalada.

Lo único claro es quién ocuparía la plaza del zaguero de Etxeberri si este no estuviera listo para el domingo. El reglamento resuelve con claridad esta contingencia a través de una modificación introducida hace unas ediciones para las finales. «Deberá ser un pelotari titular interviniente en el Campeonato de Parejas 2020 de la misma empresa del que causa baja. Resultará de la clasificación de la liguilla de semifinales, correspondiendo la suplencia al mejor posicionado no clasificado para la final (3º), y así sucesivamente (4º)». Blanco y en botella: José Javier Zabaleta.

Estas particularidades del Campeonato se unen a su duración. Desde su fecha de inicio el 22 de noviembre de 2019 en Azkoitia hasta su conclusión el 18 de octubre de 2020 van a transcurrir once meses. Y eso si la judicatura no obliga a retrasar todavía más la final del Bizkaia, que mantiene los mismos precios de marzo. Oscilan entre los 130 euros de la cancha a los 35 del lateral alto. También hay palcos a 140.

Este domingo no se podían adquirir a través de internet. En realidad, quedan pocas a la venta, ya que alrededor de 300 clientes mantuvieron sus reservas de marzo y los compromisos apenas dejan margen de maniobra sobre un máximo de 600 asistentes. Prohibido rebasar esa cifra.

Zabaleta, el hipotético recambio de Martija si se diera el caso, dio en el Beotibar una medida más aproximada a su verdadera calidad en la victoria con la que cerró su participación en la liguilla de semifinales, a expensas de lo que ocurra con el positivo por coronavirus de Martija. De paso sembró inquietud entre Olaizola II y Urrutikoetxea.

Un Danel Elezkano serio, eficaz y a la vez radiante demostró en compañía de Zabaleta que la pareja finalista de Baiko no es en realidad tan inaccesible como dio a entender su asombrosa exhibición de una semana antes en el Astelena de Eibar. Quizá sin la tensión de aquel día en ninguno de los dos bandos, los finalistas no rayaron a aquel nivel.

La falta de presión se comprobó en detalles como el de no pedir descanso durante el tramo en el que Elezkano II y Zabaleta firmaron una tacada de ocho tantos, del 4-3 en contra al 4-11. Si el punto hubiera sido indispensable para sus intereses, Aimar y Urrutikoetxea habría reaccionado de otra manera. No exhibieron la fiereza demostrada en su convincente triunfo frente a Ezkurdia y Martija.

Otro de los detalles de la singularidad de la presente edición del Parejas es la trayectoria de Olaizola II y Urrutikoetxea, plantados en la final antes que nadie y con una jornada de margen a pesar de unos números más bien modestos. Han vencido en ocho de los catorce partidos que han disputado juntos en este campeonato: 57% de victorias.

De hecho, acabaron la primera fase sextos de ocho, en la última plaza que daba acceso a los play-off. Sin embargo, han ganado cuando tocaba, cuando más falta hacía, en los momentos cruciales, lo que deja patente el valor de una pareja que avanza ajena a las decisiones adoptadas por la mayoría de sus compañeros de Baiko.

Este domingo en el Beotibar, al contrario que en el Astelena, Aimar Olaizola no escuchó ningún silbido cuando se dirigía a ejecutar los saques. Aquel día declaró que le motivan. No creo que a estas alturas de la película, al de Goizueta le haga falta ese punto extra para exprimirse al máximo. Lo que generan esos desagradables silbidos es preocupación.