La táctica del desgaste funciona

Olaizola II y Rezusta se quitaron el mal sabor de boca de las dos últimas derrotas consecutivas y lo hicieron en un partido duro, de desgaste sobre todo en la segunda parte, de pico y pala, el más peloteado (815) de lo que llevamos de campeonato. Ellos también fueron protagonistas del anterior registro, cifrado en 740. Si no llegan a ponerse el mono de trabajo, igual estaríamos hablando ahora de otra cosa.

Porque Bengoetxea VI y Aranguren fueron más y mejores hasta el ecuador. El leitzarra metió en su tela de araña a Aimar y, a pesar de que cometió errores, llevó el peso de la pareja. El zaguero aginagarra, a pesar de estar dominado, no le perdía la cara a un Rezusta que no comenzó cómodo, aunque mejoró sus prestaciones en la segunda mitad. Oinatz era fiel a su estilo. Juego alegre, asumiendo riesgos, buscando los efectos, muñequeando, contragolpeando. Son sus señas de identidad y, a pesar de que sus rivales las conocen, acaba poniéndolas en práctica. Le dan réditos, año tras año. «Hemos competido a tope al principio, fuimos mejores que ellos, pero luego las pelotas se han gastado y ellos apenas han cometido regalos. No es la primera vez que nos pasa. Empezamos bien y luego nos venimos un poco abajo», decía el lei-tzarra, satisfecho de su trabajo pese a la derrota.

Y eso fue precisamente lo que sucedió. Con una tacada de nueve tantos consecutivos, Olaizola II y Rezusta le dieron la vuelta al luminoso y al partido. Aranguren ya no era tan fiable como al principio -en el 7-9 se marcó un cortadón- y Oinatz, en su afán de ayudarle, perdió tres pelotas seguidas. El duelo había cambiado de dueño. Y el punto, también. Rezusta comenzó a seleccionar sus envíos y Aimar también buscó el mismo objetivo: Aranguren.

El aginagarra fue sometido a un bombardeo del que trató de salir airoso, hasta que sus piernas dijeron basta. En el 18-14 se retiró a vestuarios para ponerse en manos del doctor Iñigo Simón. Siguió jugando, pero mermado de facultades. «Tenía los gemelos cargados, y las manos también. No podía casi ni llegar al cuadro cuatro», reconoció. Jugar contra dos es muy complicado.