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JOSEBA LEZETA
LOGROÑO.
Lunes, 6 de noviembre 2017, 07:31
Mikel Urrutikoetxea maneja seis abrelatas dentro del cuatro y medio: un saque bien dirigido, un resto a prueba de bombas, una derecha con la que toca la pelota más rápida que la mayoría de sus oponentes, una volea que encuentra la pared izquierda el 95% de las veces, un gancho trabajado hasta la extenuación con Pablo Berasaluze y una defensa firme. Alterna los seis en función de la conveniencia del momento.
Metódico, lleva tres ediciones usando con éxito una receta alemana que le vale para lucir un balance de once victorias y dos derrotas en sus trece últimos partidos de esta competición. De momento solo le han derrotado en esta larga serie dos pelotaris: Oinatz Bengoetxea 22-21 en la semifinal de 2016 y Xala 22-14 en un intrascendente duelo de la tercera jornada de la liguilla de cuartos en 2015.
Carece quizá de la capacidad de sorpresa de Oinatz Bengoetxea o de ese punto de genialidad de Jokin Altuna. Lo suyo va por otros derroteros. Menos brillantes, puede ser. Eficaces, sin lugar a duda.
Posee una txapela en esta distancia, obtenida gracias a una espectacular remontada ante Irujo hace dos años, y tiene la posibilidad de ampliar su colección el domingo 19 en el Bizkaia de Bilbao, su plaza preferida, contra Jokin Altuna. Selló el pasaporte a ese partido ayer en el Adarraga de Logroño con una nueva victoria convincente por 11-22 ante Bengoetxea VI, el hombre ante el que había caído en sus dos últimas semifinales individuales, una de la jaula y otra del Manomanista. El resultado pudo ser aún más doloroso para el campeón saliente, rezagado 7-21. Lo maquilló con cuatro tantos de última hora.
En la presente edición nadie ha sido capaz de hacer quince tantos frente a un Urrutikoetxea que ha dominado de cabo a rabo sus cuatro compromisos. Ezkurdia es quien más lejos ha llegado, a 14. Artola, con todo el pescado vendido, sumó 13. Jokin Altuna tuvo que conformarse con 12 en la primera jornada de la liguilla. Bengoetxea VI ha sido la presa más fácil si limitamos el análisis a las cifras: 11. Más aún, el dominador de lo que va de competición nunca ha visto peligrar sus partidos ya que semana va y semana viene ha puesto tierra de por medio desde los primeros tantos.
Urrutikoetxea, liberado de esa presión a la que parecía sometido en el Labrit cuando se medía a Bengoetxea VI, salió esta vez con el cuchillo entre los dientes y una idea clara de lo que tocaba desplegar sobre la cancha: «Quería imprimir velocidad al juego. He cometido algún error por querer pegarle demasiado fuerte. Se ha debido a la intensidad con la que quería jugar cada tanto. También quería rematar bien y terminar el tanto lo antes posible a base de buscar los ángulos y de velocidad».
La semifinal entró en una dinámica de resoluciones inmediatas y poco peloteo. Únicamente cuatro tantos rebasaron la decena de pelotazos. El más largo fue de catorce. Tres de ellos cayeron del lado de Urrutikoetxea, quien extendió su clara superioridad a esa faceta.
Sacó bien el multiusos de Zaratamo, el delantero que se desenvuelve de maravilla como zaguero. «He ido a sacar con más dirección que velocidad. De la pared izquierda no viene nada malo», argumentó Mikel Urrutikoetxea.
Castigó como un martillo pilón las devoluciones de Bengoetxea VI, más apuradas de lo acostumbrado. El de Leitza incidió en que «esa pelota era muy viva e iba muy lejos. Me costaba bastante restar y se me ha ido en el marcador».
Pronto adquirió Urrutikoetxea una reseñable ventaja de seis tantos (4-10), multiplicada por dos (6-18) poco más adelante. La situación estaba bajo control y el rendimiento de su saque-remate era letal. Firmó siete, cuatro de ellos de gancho.
Ató en corto a Bengoetxea VI. También las contadas ocasiones en las que Oinatz dispuso del saque en su poder. Si tocaba adelantarse para meter la zurda antes de tocar la pared izquierda, se movió rápido. Si tocaba esperar, optó por la calma. El resultado fue el mismo en todos los casos: pelota arriba para evitar el remate del contrario.
Dejó en cero el casillero de saque-remates de Bengoetxea VI y en uno el de saques directos. Llegó cuando la eliminatoria se acercaba a la conclusión, en el 10-21. La pelota cayó de la pared y metió la mano izquierda con tan mala suerte que se golpeó el dedo en el que tiene una pequeña fractura, el anular. «Ya sabes. Cuando tienes un dedo mal, todos los malos golpes son en ese punto». Continuó sin mayores contratiempos. Solo tuvo que jugar dos tantos más.
Como sucediera en el decisivo encuentro frente a Víctor de la liguilla de cuartos, Oinatz Bengoetxea empleó el dedal de protección en el índice de su mano derecha. «He tenido un golpe, pero no es excusa. No he tenido ningún problema con el dedo».
Admite la superioridad de Urrutikoetxea: «No me veía mal cuando he saltado a la cancha. Sucede que Mikel ha jugado a otra marcha y me ha desbordado. Sobre todo con su pelota, ha imprimido otra velocidad. Yo diría que más incluso que Víctor. A partir de ahí, él ha estado muy cómodo». Oinatz dixit.
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