Preocupan los pelotazos en la cabeza
Los médicos de Aspe y Baiko exponen las pautas que siguen en el frontón ante el riesgo de conmociones cerebrales
La preocupación por las conmociones cerebrales está sobre el tapete de los responsables de velar por la salud de los practicantes de numerosos deportes. En el boxeo los árbitros gestionan la potestad de detener los combates cuando el peligro traspasa una línea nunca trazada al gusto de todos. En el rugby al máximo nivel internacional se instauró en su día la sustitución para diez minutos con el fin de que los médicos evaluaran si el jugador golpeado reunía las condiciones para su posible regreso al césped. En el ciclismo, la UCI publicó la semana pasada un protocolo de actuación a seguir por los médicos de carrera a la hora de atender y decidir si retiran o no a un corredor víctima de un fuerte impacto craneal.
El pelotazo en la cabeza sufrido por Aimar Olaizola hace una semana en el Bizkaia de Bilbao durante la final del Campeonato de Parejas ratifica que esta disciplina figura en la extensa lista de deportes obligados a seguir unas pautas en estos casos. Pese al tremendo ruido del impacto, el incidente se saldó por fortuna sin mayores consecuencias que un chichón y un corte en la oreja.
Hace ya décadas que puntistas, palistas y remontistas usan obligatoriamente el casco para protegerse en unas modalidades donde la velocidad de la pelota es superior a la de la mano e implica un grado mayor de peligro.
Los doctores ordenan al pelotari despertarse una o varias veces durante la noche siguiente a recibir el impacto en la cabeza
José María Urrutia e Íñigo Simón, médicos de Aspe y Baiko, respectivamente, han vivido de cerca los pelotazos sufridos por varios manistas. Aunque no existe un protocolo escrito, ambos coinciden en las pautas a seguir cuando el impacto se produce en la cabeza.
«Hay que evaluar enseguida los síntomas del pelotari para comprobar si existe o no riesgo de hemorragia o un hematoma», subraya Urrutia. «Se examina al pelotari, se observa si sufre algún mareo o vómito y cómo reacciona a diversas preguntas... Lo hacemos de inmediato. Se le deja seguir o no en función de la respuesta a esas pruebas. Si hay síntomas preocupantes, el pelotari acude al servicio de urgencias de un hospital».
«Me guío por la sintomatología», recalca Íñigo Simón. «Las naúseas, los dolores de cabeza, las pupilas dilatadas, no ver bien la pelota... indican algo. En la final del Parejas, la respuesta de Aimar era buena. Estaba en condiciones de acabar el partido».
Responsabilidad del médico
La inercia de la competición empuja al pelotari a seguir y toca decidir en pocos segundos. Urrutia señala que «la responsabilidad es del médico, y lo asumimos. Ante cualquier sospecha de hematoma o hemorragia, el pelotari debe abandonar la cancha».
También puede darse el caso de que determinados síntomas no aparezcan de inmediato, sino al cabo de unos minutos. Le ocurrió a Mikel Urrutikoetxea en un partido del Masters CaixaBank disputado en septiembre en Igorre tras golpearse con la cabeza contra la pared en el 3-9.
El relato corresponde a Íñigo Simón: «Le atendí en el vestuario y le vi bien. De hecho, terminó el partido. Fue a continuación cuando empezó a marearse. Acudió a urgencias de un hospital para que le atendieran. Por fortuna, quedó en un susto».
La atención al pelotari no acaba en el propio frontón. Necesita un seguimiento en las horas posteriores al golpe, claves en la evolución. «Les ordeno despertarse a las tres o cuatro de la madrugada para que vean cómo se encuentran», indica Urrutia. «Si notan algo fuera de lo normal, deben acudir a urgencias».
La recomendación de Íñigo Simón es similar: «Les aconsejo que duerman en compañía de alguien y que pongan el despertador cada dos horas para comprobar cómo están».
Urrutia recopila los dos últimos pelotazos en la cabeza que han sufrido sus manistas, resueltos de distinta manera: «En febrero le tocó a Erostarbe en el Labrit, durante el calentamiento para un partido del Campeonato Promoción de Parejas. Lo recibió detrás de la oreja. Sentía mareos y ni siquiera pudo empezar. No le hizo falta pasar por el hospital. A finales de agosto, le sucedió a Ezkurdia en Leitza, en un encuentro del Masters CaixaBank. Veía bien, no tuvo mareos ni náuseas, y consideré que podía seguir. Acabó el partido».
El susto de Arretxe II
Íñigo Simón no olvida el episodio del 13 de enero de 2012 en Larraintzar. Aquella noche de viernes se disputaba un partido del Campeonato de Parejas: «Iker Arretxe recibió un pelotazo tremendo en la cabeza. Lo llevamos al vestuario, lo tumbamos y no se podía mover. Quería darle la vuelta para ver la herida y era imposible. Nos las vimos y nos las deseamos para taparle la herida. Le evacuamos en ambulancia al hospital. Fue preocupante de verdad». Guardó reposo varias semanas antes de volver a la actividad.
Durante el último mes, a cuenta de las restricciones de movilidad en vigor, los pelotaris se han encontrado con un obstáculo añadido: la obligación de viajar solos a los partidos. Lo padeció Aimar Olaizola en sus carnes tras la final del Parejas. «Habría sido mucho mejor que no condujera él de vuelta a casa», señala el doctor Simón. «Menos mal que estaba en buenas condiciones. Le di permiso. Si hubiera observado el más mínimo problema, no le habría dejado ir solo. Le habría llevado al hospital de Basurto o le habría ordenado pasar la noche en un hotel de Bilbao».
«Conviene que los pelotaris lleven a un acompañante para estas situaciones», añade Urrutia. «No solo por los golpes en la cabeza, sino por cualquier lesión que les impida conducir el automóvil».
De hecho, el pasado fin de semana ya se desplazaron acompañados a los frontones para jugar sus partidos. Inaxio Errandonea, director comercial de Aspe, apunta que «la semana previa a la final del Parejas, las empresas ya habíamos hablado de la posibilidad de que se dieran estos casos. Éramos conscientes. Ahora tienen permiso para desplazarse en compañía de alguien».