Cuestión de cilindrada en Azkoitia

Los zurdazos de Iker Irribarria y Beñat Rezusta llegan siempre tocados, rápidos y con carga al cuadro siete u ocho. Esconden metralla. Durante la primera semifinal del Torneo Villa de Zarautz, Ander Imaz volvió a probar de esa medicina ayer en el Gurea de Azkoitia, prácticamente lleno con casi 700 espectadores.

Un par de gestos de cansancio delataron al oiartzuarra. En el 12-13 acabó sentado en el suelo con la espalda apoyada sobre la línea vertical que marca el cuadro siete. Dos tantos después, en el 12-15, el más largo del partido con 51 pelotazos, apoyó sus manos sobre las rodillas en busca de respiro mientras la pelota estaba aún en juego.

La labor de desgaste a cargo de Irribarria y Rezusta hizo mella en un Ander Imaz que resistió hasta el 12-12. Llegó a adelantarse 8-3 en compañía de un Olaizola II certero en el remate y que aprovechó el arranque frío de sus dos potentes rivales. Pecó el de Goizueta, sin embargo, de entrar en acción demasiado forzado para aliviar a su compañero, lo que provocó dos o tres errores y les impidió cobrar aún mayor ventaja.

Imaz devolvía golpe por golpe y aprovechaba las pocas pelotas de que disponía en el cuatro para conectar la derecha. Rezusta, jefe absoluto de la cancha, contribuyó al buen inicio de los oponentes con dos restos de saque fallidos.

El panorama cambió cuando los dos zurdos endurecieron el peloteo, impusieron su mayor pegada y atacaron sin piedad a Ander Imaz. Así se aproximaron a un tanto, 8-7. Si el marcador se mantuvo equilibrado hasta el 12-12 fue también porque Irribarria cometió dos faltas de saque. La primera se le fue larga en el 9-7 y la segunda cayó corta en el 11-12. Ambas, curiosamente, se produjeron a la vuelta de sendos descansos. ¿Casualidad o falta de concentración del sacador?

El bombardeo azul alcanzó tal volumen que inhabilitó a Olaizola, cuyo último tanto de jugada correspondió al 10-7, el tercero que firmó de gancho. Hubo una devolución justa de derecha, la del 10-12, que los jueces determinaron que botó sobre la línea de contracancha. Aimar, por contra, la vio dentro. Una anécdota sin trascendencia dentro del rumbo que habían tomado el juego y la semifinal. El único tanto que sumaron los colorados desde el 12-12 hasta su derrota por 13-22 fue gracias a un error de zurda de Rezusta.

Irribarria aprovechó las devoluciones cada vez más apuradas de Ander Imaz para lucirse en el saque-remate con el voleón al ancho que atropelló a Olaizola II en el 12-14 y los ganchos que valieron el 12-16 y el 13-20. Rezusta, el más decisivo sobre la cancha, firmó un espectacular rebote en el 13-21.

Antes de ese lucimiento final, prevaleció el trabajo de erosión a cargo de dos pelotaris que demostraron que el choque de Azkoitia era cuestión de cilindrada. Su motor es más potente que el de un Imaz merecedor de elogio por su esfuerzo.