Olaizola II y Zabaleta ganan el Donostia Hiria (22-15)

José Javier Zabaleta y Beñat Rezusta, zagueros poderosos, marcaron el ritmo de la final, dieron bastantes más pelotazos que sus delanteros, corrieron a proteger a sus compañeros y mantuvieron por momentos un tú a tú formidable. Sin embargo, ninguno de los dos decidió la final del Donostia Hiria. Ese honor correspondió a Aimar Olaizola, que de esta manera vuelve a la senda del éxito en los torneos de verano después de una larga para él sequía de dos años. Hasta ayer su última victoria era la del Villa de Zarautz de agosto de 2016, hace dos años.

«Es una gozada jugar con Zabaleta», reconoció Aimar Olaizola nada más concluir la final. «Me ha tocado sufrirle en bastantes ocasiones. Con él es más fácil». Convendrá conmigo el de Goizueta que tanto Zabaleta como Rezusta son dos de los cinco mejores zagueros con los que ha coincidido en sus veinte años de profesional. Creo que no exagero. Ha jugado con Rubén Beloki, con un irregular Patxi Ruiz que alcanzaba ese nivel en momentos concretos y... poquitos más.

Zabaleta y Rezusta reeditaron ayer en el Atano III uno de esos intensos combates a los que nos han acostumbrado en los últimos meses. Sin descanso, sin tregua. El de Etxarren, elegante, mete la cintura con elegancia para pegar a medio frontis e imprimir una velocidad supersónica a la pelota. El de Bergara, quizá más tosco pero eficaz, impone una marcha altísima y nunca baja la guardia.

Pese a la derrota, Rezusta empalmó de zurda mejor que en la semifinal ganada el miércoles. A mitad de partido transmitió la sensación de adueñarse del juego, de poder voltear un marcador cuesta arriba casi desde el 3-0. Estuvieron 8-3. Los azules limaron poco a poco su desventaja hasta situarse a dos tantos, 12-10, y mantenerse completamente metido en el partido hasta el 13-10.

Pero sobre la cancha estaba un pelotari llamado Aimar Olaizola. «He visto que Rezusta le estaba dando mucho y que Zabaleta corría el riesgo de que se le acumulara el trabajo». Actuó. Si el jueves frente a Altuna III y Ander Imaz dejó hacer al compañero, esta vez no tocaba así. No siempre se ganan los partidos de la misma manera. Lo sabe el de Goizueta y pone en marcha el ordenador.

Exigía la final del Atano III marcar la diferencia en otro terreno, más cerca del frontis. Por eso, sin interferir de forma llamativa en el tú a tú entre los dos zagueros, optó por entrar de gancho, por enredar en cuanto tuvo ocasión, por provocar algún que otro error de Arteaga II.

De vuelta del primer descanso obligatorio en el 12-8, los números positivos de Aimar Olaizola siguieron en crecimiento con idéntica cadencia, mientras que los de Axier Arteaga sufrieron un frenazo. Todo discurrió más rápido a partir de ese momento. Si hasta el 11-8 habían dado 307 pelotazos a buena, desde ese momento hasta el final sumaron 184 más. Disminuyó el peloteo.

La labor de los zagueros perdió influencia en el desenlace en la misma proporción que aumentó la pujanza de Olaizola II, liberado por fin del sometimiento al que le han sometido el propio Zabaleta y Rezusta durante muchas semanas y meses, lo mismo en el Campeonato de Parejas que en los torneos estivales.

Arteaga II, aplicado y dinámico, buscó sus oportunidades, contadas cuando están en liza estos zagueros. Aprovechó algunas. No tantas como un Aimar experimentado en estas lides, en estos compromisos, en estas dificultades.

Zabaleta se llevó el Trofeo Iñigo Salvidea al mejor pelotari del torneo gracias al cómputo de la semifinal, en la que se salió, y de la final. Lo ha ganado por tercera vez (2014, 2016 y 2018).

Olaizola II ha superado a Arteaga II en el duelo entre delanteros en un encuentro marcado por el poder de los dos zagueros. Rezusta ha dominado durante muchos tantos a un Zabaleta que ha aguantado bien en defensa.

Precisamente Zabaleta ha recibido el trofeo Iñigo Salvidea al mejor pelotari del torneo.