Cuestionada con fuerza el año pasado como fórmula adecuada para el Manomanista, la liguilla de dos grupos ha pasado desapercibida en 2023. Nadie habla de ... ella. Las empresas no han suspendido ningún partido y se ha jugado incluso el valedero por el tercer puesto, tantas veces descartado por lesiones e incluso por falta de interés verdadero por parte de los protagonistas.
El desahogo del calendario a través de una alternancia de partidos cada una o dos semanas para favorecer los periodos de recuperación ha podido ayudar a que las manos aguantaran mejor una competición de tamaña exigencia. Ninguno de los ocho pelotaris involucrados en la liguilla de cuartos ha suspendido por lesión. Además, hay otro dato positivo desde el punto de vista del rendimiento. Solo en uno de los doce partidos programados en esa fase el perdedor no alcanzó la decena de tantos. Laso, defensor de la txapela, se quedó en nueve tantos frente a Altuna III.
Ahora bien, pasar por alto que la fortuna ha podido contribuir a la ausencia de lesiones supondría cometer una equivocación. Es uno de los riesgos inherentes a la liguilla, como que partidos de la tercera jornada carezcan de interés clasificatorio.
Fuentes de las empresas apuntan asimismo que están «medianamente satisfechos» con la respuesta del público. «Salvo en la Semana de Pascua, que coincidió con la primera jornada de la liguilla, hemos tenido buenas entradas, aunque siempre nos gusta llevar más gente al frontón», añaden. Para eso se recurre a la liguilla.
De todas maneras, conviene no lanzar las campanas al vuelo ni dormirse en los laureles. La competición es uno de los principales valores actuales de Baiko y Aspe, obligadas a una sucesión de campeonatos para mantener vivo el interés del pelotazale. Ahora bien, racionalizar los esfuerzos de los pelotaris debe figurar en el talante y el procedimiento de los responsables de las empresas. El paso dado con la liguilla es un ejemplo en el que conviene profundizar y mejorar.
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