Primera victoria de Altuna III y Ladis Galarza (17-22)

En cuanto al juego, también fue un día de nubes para Irribarria y claros para Altuna III, que atrapó en su cepo al campeón manomanista. Le faltaron recursos e ideas para escapar de la emboscada tendida por el amezketarra. Le sobró precipitación en lugar de apoyarse más en un Rezusta sólido y sin apenas fisuras que ofrecía más garantías que su rival de posición. Por algo había ganado el subcampeón del Cuatro y Medio 40 de los 60 duelos frente a Irribarria. Ya son 41.

Jokin Altuna no actuó solo como delantero de Ladis Galarza. También fue su ángel de la guarda, sobre todo durante ese inicio comprometido en el que el de Baraibar dejó sin respuesta tres saques de Irribarria y vio cómo un pelotazo suyo de zurda se le caía abajo. Esos errores rotundos significaron pasar de un 0-2 a favor a un 6-2 en contra.

«Apenas he entrado en juego en ese arranque y la pelota no me entraba en la mano», confesó Galarza. La argumentación de Jokin Altuna ayuda a entender lo sucedido: «Era la primera vez que Ladis jugaba en el Astelena desde que cambiaron el suelo en primavera. Creo que lo ha acusado».

El amezketarra arropó a su zaguero. Entró en juego desde lejos, le habló, le animó, le aconsejó... «Le he insistido en que soltara el golpe a la pelota. Ladis es incómodo para el contrario porque le da velocidad. Hemos jugado un tanto muy peloteado y a partir de ese momento ha mejorado».

Esa actitud ayudó a Galarza a asentarse poco a poco, a venirse arriba con el paso de los minutos. Altuna III lee de maravilla lo que sucede sobre la cancha y cuando vio mejor a su compañero, le dejó más pelota. Esa confianza mutua es fundamental en un campeonato tan largo y exigente que obliga a repartir esfuerzos.

Además, Jokin Altuna protagonizó un arranque espectacular en la faceta rematadora. Ganchos y paradas al txoko le ayudaron a mantener vivo el partido y a remontar después del 8-5 al 9-15 con un parcial de 1-10. Luego administró la renta a base de trabajo, de aguantar y de obligar a Irribarria a defenderse.

Contribuyó el campeón manomanista a la remontada azul con tres sotamanos al colchón de arriba y una volea abajo, en acciones que requerían posiblemente apoyarse en un Rezusta que, sin llegar a su mejor nivel, en ningún momento ofreció signos de debilidad.

Le sobró precipitación y le faltaron recursos a Iker Irribarria, que tampoco acabó de funcionar cuando pusieron en juego una pelota de viaje más largo con la que Ladis Galarza no acababa de colocarse. Sin embargo, tampoco falló, lo que agradeció Altuna, quien alcanzó su momento álgido en el aspecto rematador en la parada al txoko desde el cuatro que amortiguó perfecta en el 9-15. Mantuvo la cabeza fría hasta el 17-22 final.

Irribarria y Rezusta no acaban de encontrar su rumbo como pareja, el que les dio el título en 2017. Cuanto antes lo encuentren, mejor.