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ENRIQUE ECHAVARREN
SAN SEBASTIÁN.
Viernes, 13 de octubre 2017
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Aimar Olaizola consiguió ayer en el Labrit de Pamplona la primera victoria en el inicio de la liguilla de cuartos del Campeonato del Cuatro y medio dentro del grupo A al imponerse a Oinatz Bengoetxea por 18-22. Era la quinta ocasión que ambos pelotaris se veían las caras en el primer partido. En las cuatro anteriores se había impuesto el goizuetarra. Y en esta ocasión, la historia volvió a repetirse. Aimar salió airoso de nuevo y Oinatz tendrá que esperar a otra oportunidad para doblegarle. Podría hacerlo en la final, pero para eso ambos tendrían que clasificarse para semifinales y ganar sus respectivos partidos. Todavía queda mucho camino por delante. Esto no ha hecho más que empezar para los gallos.
BENGOETXEA VI
18 22
-
OLAIZOLA II
Tiempo de juego: 54 minutos y 59 segundos.
Pelotazos a buena: 258.
Tantos de saque: Bengoetxea, 1. Olaizola, 1.
Faltas de saque: Bengoetxea, 1. Olaizola, 0.
Pasas del cuatro y medio: Bengoetxea, 0. Olaizola, 0.
Tantos en juego: Bengoetxea, 14. Olaizola, 14.
Tantos perdidos: Bengoetxea, 6. Olaizola, 3.
Marcador: 1-0, 1-4, 3-4, 3-11, 11-11, 11-13, 13-13, 13-14, 16-14, 16-16, 18-16, y 18-22.
Momios de salida: a la par, con ligera tendencia azul, gerriko de Aimar Olaizola.
Botilleros: Asier Gartzia con su primo Oinatz Bengoetxea y Jon Olaizola también con su primo Aimar.
Incidencias: prácticamente lleno en el Labrit de Pamplona. 900 personas.
Aimar Olaizola, el pelotari más laureado de la distancia con siete txapelas en su haber de ocho finales disputadas -perdió con Irujo en 2014- tuvo que emplearse hasta el final para derrotar a un rival incómodo, que nunca se rindió, aunque sus errores acabaron penalizándole. El goizuetarra comenzó con un juego sólido, sacando partido del saque para luego decidir en el segundo pelotazo. Lo hizo en largo, para evitar las entradas de aire de Oinatz, y le dio resultado. El leitzarra, obligado a devolver la pelota en posiciones complicadas, entregaba mucha pelota a un Aimar que no desaprovechaba ninguna ocasión para cruzar el gancho.
Así se fue directo al 3-11. Todo hacía presagiar que el partido había llegado a su fin. La superioridad de Olaizola II era notoria, pero nada más lejos de la realidad. Oinatz no es de esos pelotaris que se rinde fácilmente. Es el actual campeón de la distancia y no podía abandonar la cancha sin oponer resistencia. Poco a poco, el leitzarra comenzó a entrar en juego y las tornas cambiaron. Ahora era Oinatz quien llevaba la voz cantante en lugar de Aimar, que veía como su rival acortaba distancias a una velocidad supersónica. Había partido. Y quien más lo celebraba era el público, que a punto estuvo de llenar la bombonera.
Oinatz transformó un 3-11 en contra en un 11-11 con una tacada de ocho tantos consecutivos. Las fuerzas volvían a estar igualadas en el ecuador de la contienda. Quedaba un mundo por delante. Y ninguno de los dos manistas entregaba el mando. El leitzarra sorprendió al menor de la saga de los Olaizola sacando al ancho. La primera vez le dio resultado y aunque volvió a intentarlo más veces durante el partido, Aimar no picó en el anzuelo. Con una vez ya era suficiente. La amenaza había perdido su efecto.
A partir de ese momento, el toma y daca fue continuo. Ni Aimar ni Oinatz conseguían despegarse en el luminoso. Las rentas nunca pasaban de dos tantos. Oinatz cometió falta de saque en el 13-14 por tiro largo, pero eso no le importó. Siguió a lo suyo, jugando a la contra. Algo que domina a la perfección. Su increíble defensa le permitió llegar a pelotas que otros pelotaris hubiesen dado por perdidas. Tres fogonazos del leitzarra y de nuevo al frente del marcador (16-14).
Pero enfrente estaba Aimar, no cualquiera. El goizuetarra tampoco quería marcharse de vacío. Su gen competitivo no se lo permite. Parece hecho de otra pasta. Empató a 16 y aunque Oinatz volvió a tomar la delantera con un dos paredes y una dejada al ancho (18-16), no permitió que el timón del partido estuviese en otras manos que no fuesen las suyas.
Dejó en la silla el brillo del principio y se puso a la tarea enfundado en un mono de currante. La exhibición defensiva que hizo en el 18-18 solo está al alcance de un privilegiado. Y la forma de acabar ese tanto, también. Con una dejada al txoko de zurda genial. A sus 37 años, el goizuetarra sigue marcando diferencias. No permitió que Bengoetxea se le subiese a las barbas, ni que hiciese ningún tanto más. La historia vuelve a repetirse.
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