Wimbledon-Zarautz, la otra ruta de la Copa de Oro
Nicholas Higgins se enamoró de Gipuzkoa y su hipódromo hace tres décadas, y ni la cuarentena que deberá pasar ha impedido su visita de todos los veranos
Jueves 5 de agosto, barrio de Wimbledon, Londres. Después de que hayan modificado hasta en tres ocasiones su vuelo, Nicholas Higgins decide ponerse ... al volante. Las aerolíneas no van a impedir que este año, como viene sucediendo ininterrumpidamente desde 1990, pase sus vacaciones en Gipuzkoa. A la una de la madrugada, tras casi cinco horas de viaje y cruzar el Canal de La Mancha, hace parada en Rouen, capital de Normandía, territorio de yeguadas y con aroma a turf. Lugar ideal para echar una cabezadita antes de emprender la marcha a las seis y media. La operación salida francesa eternizó su trayecto hasta Zarautz. Otras trece horas de carretera. Una paliza justificada por su pasión por una carrera: la Copa de Oro.
Nicholas Higgins pasó los primeros años de su vida en América –Brasil, Guatemala, Costa Rica, México...–, para trasladarse a Inglaterra con ocho. Había practicado hípica al otro lado del Atlántico, pero desarrolló su pasión en el país de los purasangres, donde su abuelo era socio de hipódromos como Newbury o Ascot.
¿Qué pinta el hipódromo de Donostia en esta historia? Las terribles inundaciones de 1983 en Basauri y Barakaldo pillaron en Euskadi a la familia Higgins. Nicholas tenía 15 años. Vio por televisión que cerca de allí, en San Sebastián, había hipódromo. Su curiosidad nació de manera casual, pero el flechazo definitivo llegó cuando conoció el vetusto recinto de Zubieta en 1990, un año después de que se trasladase a Madrid como trabajador del Internacional Racing y cronista de Racing Post, periódico de referencia sobre las carreras.
Sus lazos con el Reino Unido, la pasión por el turf y su impecable castellano construyeron un puente con los ingleses que antes apenas se había utilizado. Se convirtió en agente de jockeys y trajo a montar a España a leyendas como Lester Piggott, John Reid, Alan Munro o Paul y Pat Eddery.
Ha trabajado para Hipodromoa desde 2012 hasta 2016, en labores de marketing y promoción de nuestras carreras. Ahora es cuando los profesionales ingleses se ponen en contacto con él para informarse sobre las citas donostiarras, y así se gestó la visita del ganador de la pasada edición, 'Amazing Red'. Su entorno quedó maravillado con la experiencia y repetirá aventura.
Peaje dulce
Los años dorados son historia, pero desde entonces nada es igual para Higgins. Se enamoró de Gipuzkoa, de su gastronomía, de su hipódromo y de la Copa de Oro. Treinta veranos seguidos viajando desde Inglaterra, sin fallo. Nicholas se verá obligado a quince días de cuarentena cuando vuelva a Inglaterra, pero no le importa pagar el peaje. «Trabajo como informático de empresas y puedo hacerlo desde casa. Tengo jardín».
Su bendita «locura» cuenta con el apoyo de su familia, pero sobre todo con la alianza de su hijo Max, al que Nicholas ha transmitido el amor por la Copa de Oro.
Su hotel de Zarautz. Un baño en la playa con el ratón de Getaria de fondo. Hacer el trayecto junto al Oria por la vieja N-634, por el antiguo circuito de automovilismo que da nombre a Bugatti, la curva con más historias y misterio. Llegar al hipódromo donde ha visto ganar a 'Petit Loup', a 'Persian Ruler'. Y reencontrarse con la pasión y el amor que le tienen los guipuzcoanos a su gran carrera.
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