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El duelo. Spassky y Fischer, frente a frenteen la histórica final del Mundial de Ajedrez de1972 que venció el americano. AP
«Spassky era la persona más normal entre los campeones»
Ajedrez

«Spassky era la persona más normal entre los campeones»

Perfil. El donostiarra David Llada descubre al ajedrecista ruso fallecido recientemente como un tipo «carismático y divertido, que admiraba a Fischer»

Imanol Troyano

San Sebastián

Martes, 4 de marzo 2025, 01:00

Un día antes de que Trump abroncara a Zelenski en una reunión retransmitida en directo donde le advirtió con la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial y la amenaza rusa, falleció Boris Spassky, símbolo de la Guerra Fría. Spassky representó al bloque soviético en el recordado enfrentamiento por el título mundial de ajedrez contra el americano Bobby Fischer en 1972. Aquel desafío iba mucho más allá del tablero. Se aprovechó como propaganda política para confrontar el modelo capitalista con el comunista.

Siguiendo la narrativa hollywoodiense, Fischer se presentaba como el joven aspirante nacido en el mundo libre preparado para derrocar al veterano Spassky, quien encarnaba el papel del viejo aparato soviético y su férreo dominio en este deporte intelectual después del continuado éxito de sus compatriotas Petrosián, Botvínnik, Tai...

Sin embargo, ni Fischer ni Spassky se envolvían con comodidad en las respectivas banderas de sus países. Sus personalidades no iban de la mano de sus países de origen. El americano adquirió la ciudadanía islandesa en sus últimos años de vida y en 2008 falleció en Reikiavik donde fue enterrado. Spassky ha fallecido en Moscú, a donde regresó de manera rocambolesca en 2012 desde París, donde vivía con su mujer a la que acusó de querer secuestrarlo.

Spassky no encajaba en el prototipo de ruso. Así lo explica David Llada, experto en ajedrez que llegó a conocer y a entablar relación con el campeón. «Era una de las personas más carismáticas y encantadoras que he conocido. Era muy divertido», descubre este asturiano afincado en Donostia desde hace diecinueve años. Le conoció en México en el año 2000 durante un evento y nunca olvidará el episodio que vivió en ese primer encuentro.

Llada brinda con Spassky en su visita a Bilbao en 2007.

«Yo fui a trabajar como periodista y después de una comida le pedí una entrevista. La aceptó, pero no la pudimos hacer de inmediato porque el operador de cámara no estaba con nosotros. Mientras le esperábamos me invitó a tomar unos tequilas y, como mi compañero tardó tanto en llegar, cuando iniciamos la grabación los dos estábamos ya borrachos. Por supuesto, esa entrevista no se llegó a emitir nunca. Es el trabajo menos profesional que he hecho nunca», recuerda entre risas todavía.

«Conocí a Karpov, del que escribí una biografía, y a Kasparov, y Spassky era el más normal de los tres. En el mundo del ajedrez hay muchísimo ego y él era el único que no tenía ese ego tan inmenso, a pesar de ser una de las personas más famosas del mundo en el verano de 1972. No tenía rarezas y era el más sociable de todos», destaca Llada.

Coincidió en varios eventos con Spassky más allá del de México, en los que le dio tiempo para conocer más de cerca al genio. «Hay que tener en cuenta que un evento en ajedrez tiene una duración de una semana por lo menos. Son muchas horas y da tiempo para saber más sobre la persona». Una de las últimas veces que estuvo con él fue en Bilbao en 2007. Vino invitado a una competición de jóvenes promesas en la que tomaba parte Magnus Carlsen.

«Me preguntó por mis padres, a qué se dedicaban, sobre la gastronomía vasca, la preparación de los platos que comíamos... Me impresionó mucho su curiosidad. Estábamos en Portugalete y quiso ir al mercado de abastos del pueblo. Decía que no se conocía de verdad un lugar hasta que no ibas a su mercado. Le llevamos y estuvo hablando con las caseras. Estaba feliz», rememora como si hubiera sido ayer.

Ahondando en su faceta más personal, descubre también que «le gustaba mucho hacer imitaciones de Karpov y Korchnoi. También imitaba muy bien a Fischer conduciendo. Decía de él que conducía como un gorila debido a su corpulencia».

Un tablero en la celda

Tenía mucho sentido del humor y de la justicia. «Admiraba a Fischer. Cuando detuvieron al americano en el aeropuerto de Tokio por utilizar un pasaporte que no estaba en regla enseguida alzó la voz y dijo que si eso era un crimen ya podían llevar un tablero a la celda, que cumplía el castigo con él».

Llada cree que Spassky se ha quedado como «el gran olvidado. Pasó a la historia como el ruso que perdió con Fischer». Se han hecho infinidad de documentales y películas sobre su rival, pero ninguna sobre el ruso. «Fischer era un genio del ajedrez, pero Spassky era un personaje con una carga mucho más profunda. Era mucho más cinematográfico», opina por último este donostiarra que conoció al Spassky persona más allá del jugasdor.

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