Las secuelas de una vida llena de golpes
En los últimos años varios exjugadores han sido diagnosticados con enfermedades degenerativas una vez anunciada su retirada del deporte
Lukas Otaegui
Miércoles, 8 de octubre 2025, 06:56
Sebastién Chabal se convirtió a principios de esta década en uno de los rostros más reconocidos del rugby francés. Su metro noventa y su imponente ... físico, sumado a su largo y asalvajado pelo y barba, lo llevaron a ser uno de los jugadores más temidos y amados a partes iguales en Francia. El tercera línea jugó en clubes como el Bourgoin, Sale Sharks, Racing Metro y Lyon. Además, disputó 62 encuentros con la selección nacional francesa, con la que consiguió dos cuartos puestos en Copas del Mundo (2003 y 2007), y dos victorias en el torneo de las Seis Naciones (2007 y 2010).
Sin embargo, a sus 47 años y once después de su retiro, Chabal ha confesado «no tener ningún recuerdo» de su carrera. «No recuerdo ninguna de las 62 'marsellesas' que he vivido, tengo la impresión de vivir la propia vida en tercera persona. No tengo ese recuerdo de momentos pasados cuando lo hablo en casa con mi esposa, le digo que siento que no fui yo quien jugó al rugby», confesó en una entrevista para el programa Legend.
Existen diferentes estudios que han relacionado directamente la práctica de deportes de contacto con el desarrollo de lesiones neuronales. La más común es la encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad neurodegenerativa que se produce a raíz de traumatismos craneoencefálicos repetidos, como conmociones cerebrales. De hecho, un estudio realizado por el equipo de la Universidad de Glasgow anunciaba que los exjugadores internacionales de rugby tienen dos veces y media más probabilidades que la población general de desarrollar enfermedades de este tipo. Además, cada año extra jugando a este deporte, las probabilidades de sufrir ETC aumentan hasta en un 14%. Algo que, con la dinámica reciente de sumar partidos al calendario, podría poner en riesgo a los jugadores.
A raíz de esto, el rugby ha modificado sus reglas en la última década en busca de reducir los golpes en la cabeza que, a la larga, puedan derivar en este tipo de enfermedades. Sin embargo, el cambio de paradigma llega tarde para muchos deportistas. El primer diagnóstico de encefalopatía traumática crónica (CTE) en un jugador de rugby se confirmó en Nueva Zelanda. Billy Guyton, conocido por representar a los Māori All Blacks, murió en mayo de 2023 a los 33 años, solo cinco después de anunciar su retiro por síntomas de conmoción cerebral. Tras la tragedia, su familia donó el cerebro a la Universidad neozelandesa de Auckland, en la que se confirmó la segunda etapa de la ETC en Guyton.
Tanto es el número de afectados por este problema, que en 2020 varias exestrellas del rugby demandaron a la federación internacional, inglesa y galesa por su «fracaso en proteger a los demandantes de los riesgos provocados por los traumatismos en la cabeza». Entre ellos están Thompson, ganador del Mundial de 2003 con Inglaterra, el exinternacional inglés Popham y el galés Lipman, los tres diagnosticados de demencia precoz.
Ser conscientes del problema
El primer paso para solucionar un problema es ser consciente de su existencia, por ello, el mundo del rugby ha apostado por concienciar sobre esta situación. «Ahora se está llevando una campaña de sensibilización del riesgo de este tipo de impactos, lo que ha supuesto una mejora en la seguridad de los jugadores. Ha pasado de no darse importancia a estos golpes, a suponer en la mayoría de casos una retirada del partido», confirmaba Josu Zubiarrain, médico de la Federación Vasca de Rugby. «Nosotros tenemos que valorar si el golpe podría derivar en algun problema mayor, pero gracias a estas medidas, ahora se tiene en cuenta detalles que antes pasaban por alto como el tiempo de reacción del jugador tras el impacto», aseguraba.
Además, se han implementado herramientas que ayuden a detectar estos casos, como bucales con medidor de impacto que determinan la dureza de algunos choques.
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